CRíTICA: «Un plan perfecto»
De cuando las estafas no salían según lo previsto
Mikel INSAUSTI
Resulta indicativo de que el problema no siempre está en la escritura de la adaptación que los hermanos Coen no hayan conseguido levantar como guionistas el remake de «Gambit». El abismo que se abre entre «Un plan perfecto» y «Ladrona por amor» (títulos de las respectivas versiones dobladas de 2012 y 1966) reside en el trío estelar, a causa de que en el original había verdadera química entre Shirlery MacLaine y Michael Caine, dentro de un triangulo completado por Herbert Lom. Por el contrario, la relación de constrastes entre Cameron Diaz y Colin Firth nunca funciona, mientras que Alan Rickman hace muy bien en ir por libre.
Se ha dicho hasta la saciedad que en Hollywood las actrices maduras no tienen oportunidades, y que los papeles que les deberían corresponder por edad los terminan haciendo chicas más jóvenes, en una estrategia comercial enfocada a la franja generacional que acude a los cines. Pues bien, Cameron Diaz debe de ser la excepción que confirma la regla, porque siempre interpreta a personajes que no se corresponden con los cuarenta años que ya ha cumplido. Aquí nos quieren colar que todavía puede ser una campeona de rodeo, y eso que su abuelo es presentado como un veterano de la II Guerra Mundial. Pues ahí que se pone a hacer de jovencita alocada, cuyo extrovertido carácter tejano chocará con la flema british de Colin Firth, obligado a hacer de Peter Sellers a su pesar, cuando el único del reparto preparado para dominar dicho registro es Alan Rickman.
La presencia de los veteranos Tom Courtenay por los ingleses y Cloris Leachman por los yanquis, ya da una idea del inevitable carácter nostálgico de una comedia de atracos y estafas que se ha quedado desfasada. Hasta conserva la planificación resumida del golpe, la cual luego no coincide con su caótico desarrollo en la práctica. Las diferencias culturales provocan mil y un malentendidos, como los que tienen lugar en el escenario del Hotel Savoy de Londres, que es el mejor aprovechado de la función.