Ocultamiento en la CAN y en el Parlamento
La comparecencia de quien fuera presidente de Caja Navarra, Enrique Goñi, en la Comisión de Economía del Parlamento navarro no aclaró gran cosa en torno a su gestión al frente de la entidad. No parece que fuera esa su intención, y si lo era, no lo consiguió. Basándose en los datos que interesadamente ofreció, vaticinó un prospero futuro a una entidad que ya no existe, si bien Goñi insistió en lo contrario. Su afirmación de que su gestión fue la mejor para los clientes solo puede ser entendida por la que le siguió: la de que la CAN no ha desaparecido. Aun en el caso de que la segunda fuese cierta, la primera sería más que discutible, pero la triste realidad es que la CAN, en vez de fusionarse con otras entidades, se diluyó en ellas.
El expresidente de la entidad no comparecía ante una comisión de investigación en el Parlamento gracias a UPN y PSN, por lo que no estaba obligado ni siquiera a decir la verdad. Sus declaraciones fueron un repaso de las publicadas en prensa y sus respuestas fueron imprecisas o en la práctica inexistentes. En vez de aclarar los pormenores de su gestión, Goñi se escudó en la crisis y en las previsiones del FMI, cuando su labor no era otra que dar créditos y gestionar el dinero de los ahorradores, algo bastante más simple y, visto lo visto, más sensato que las operaciones que llevaron a la desaparición de la entidad. Goñi, que justificó los viajes pagados por la CAN a empresarios y directivos diciendo que los hacían muchas entidades, pidió a los navarros «un voto de confianza» y «paciencia», una broma de mal gusto tras una trayectoria caracterizada por la opacidad, las dietas desorbitadas y otros escándalos e irregularidades.
La presencia de Goñi en una comisión ordinaria no aclaró nada, por tanto, pero sí constató que el ocultamiento ha sido un instrumento fundamental en la dirección de la CAN -lo mismo que en el Parlamento-. Y, por tanto, hace más necesaria aún una comisión de investigación, además de la indagación de los tribunales.