Ronnie Kasrils, incombustible luchador por la libertad
Desarmado, pero tanto o más peligroso
Blanco, judío, de clase media, ilustrado, fanático del fútbol... los orígenes de Ronnie Kasrils no auguraban que un día se convertiría en el enemigo público número uno para el régimen del apartheid. Así decidió el título de sus memorias, «Armado y peligroso»: estando en un piso-franco, al ver la imagen de su cara en la TV bajo el epígrafe «Wanted». Paradójicamente, las negociaciones que traerían elecciones libres y lo llevarían a él y a sus camaradas a puestos ministeriales ya estaban en marcha.
Iñaki SOTO
Kasrils (Johannesburgo, 1938) nació del lado de los privilegiados y, cerca de cumplir los 75 años, hoy en día sigue luchando del lado de los desfavorecidos. «Incombustible», así lo define un político vasco que lo conoce desde hace unos años. «Yo diría que es un incombustible luchador por las causas justas», enfatiza. Una de esas causas es la palestina. Miembro del Tribunal Russell para Palestina, Kasrils ha llegado a ser calificado de antisemita y a ser denunciado por el lobby judío ante la Comisión de Derechos Humanos de Sudáfrica por realizar un «discurso de odio». Los cargos fueron totalmente rechazados.
Sus orígenes judíos están, precisamente, en el origen de su conciencia a favor de la igualdad. Según relató en la conferencia que ofreció el pasado miércoles en Donostia para presentar la edición en castellano de las memorias publicadas ahora por Txalaparta, siendo un niño le afectaba mucho ver cómo trataban sus vecinos a los sirvientes negros. Era la década de los 40 del siglo pasado, la posguerra, y había oído a sus familiares hablar sobre el Holocausto. Eso le empujó a preguntar a su madre sí era así como se trataba a los judíos en Europa. Su madre, «una mujer sencilla», le respondió que no, que en la Alemania nazi a los judíos se los internaba en campos de concentración y se les asesinaba en masa. No obstante, agregó que así era como empezaba todo, con esa clase de «malos comportamientos». Esa educación fue la que, en su opinión, le permitió «mantener mi mente abierta contra la injusticia y el sufrimiento ajeno», algo nada común entre los blancos en Sudáfrica. Según explica, «hay muchas cosas que motivan a un ser humano a luchar por la libertad y el sufrimiento, y la injusticia de la que uno es testigo es una de las más potentes».
No cabe duda de que Kasrils ha sido testigo permanente de todo tipo de injusticias. Y también de la lucha contra ellas. Destaca de esas luchas el factor humano. En su caso, la conciencia se ha forjado por la influencia de la «ordinary people», la gente corriente, que ha conocido en esas luchas, más incluso que por haber tratado con personajes de la talla de Nelson Mandela o Fidel Castro, a los que en todo caso hace referencias constantes.
Probablemente, «ser humano» sea uno de los términos que más repite Kasrils. Considera que, cuando se participa de una lucha, pronto se aprende a reconocer a la gente genuina, la que tiene ese valor especial.
Un tipo genuino
Para saber algo más sobre el «ser humano» concreto llamado Ronnie Kasrils, preguntamos vía Internet al periodista John Carlin. Este fue corresponsal de «The Independent» en Sudáfrica durante la caída del apartheid y conoció a Kasrils cuando aún estaba en la clandestinidad. Mantienen amistad desde entonces, tal y como reflejan las palabras que nos envía, que coinciden plenamente con lo que transmite el veterano luchador. «Ronnie es un tipo voraz, en el mejor y más amplio sentido de la palabra. Voraz en sus pasiones políticas, voraz en su pasión por disfrutar de la vida. Es impulsivo pero también sabe cuanto toca evaluar, ponderar, reflexionar, negociar. Posee una tremenda energía, la mayor parte de la cual ha invertido en la lucha por la justicia -y no solo en su país-». En un plano más personal, Carlin subraya que «también derrocha energía, y generosidad, en sus amistades, en su deseo de conocer cosas nuevas a través de la gente o de los libros, en sus apetitos sensuales, en su afición por el fútbol». Y es que Kasrils es un fanático del Arsenal. La víspera de reunirnos con él, el Bayern de Munich había arrollado a los gunners y, como buen forofo, se mostraba afectado (serenamente afectado, cabría decir).
Carlin añade que «es un gran contador de historias; le gusta conversar. Pero, a diferencia de mucha gente que ha ocupado importantes cargos políticos como él, también sabe escuchar». Durante nuestro encuentro con Kasrils esto queda en evidencia por su interés en saber más de sus interlocutores, de sus circunstancias y pensamientos.
«Es generoso consigo mismo, y con los demás», concluye Carlin.
«Hemos sido demasiado tímidos»
Esa naturaleza afable no le resta ni un ápice de radicalidad a su discurso y a su práctica política. En su charla de Donostia, tras presentar el libro, Kasrils respondió a las preguntas del público, muchas de las cuales mostraban curiosidad por la situación actual de Sudáfrica. Sin pelos en la lengua, el veterano luchador fue claro y crítico.
Por ejemplo, se muestra especialmente duro con la actuación de la Policía en las minas de Marikana, en la que murieron 34 mineros. Comentó que esa actuación ha sacado a la luz «una arrogancia y una tendencia al autoritarismo muy peligrosos» dentro de la Policía, y cree que el Gobierno, que envió a esas tropas para «mantener el orden», no ha sido tajante, no ha asumido como debería su responsabilidad. Hay una Comisión en marcha, pero Kasrils no está seguro de si se depurarán responsabilidades.
En general, cree que desde su llegada al poder han sido demasiado «tímidos» con, por ejemplo, los dueños de las minas. Piensa que deberían haber jugado más fuerte, con medidas como las nacionalizaciones, pero que tanto el Gobierno de Mandela como sus sucesores -de los que él formó parte- creyeron que eso ahuyentaría las inversiones. Ahora bien, defiende apasionadamente los avances logrados en Sudáfrica desde la llegada del «gobierno del pueblo» en materias como viviendas protegidas, electricidad y agua corriente, pensiones, paridad de raza y género... cambios que refuerza con datos abrumadores y que califica de «impresionantes». «Hacen falta redistribución y empoderamiento», sentencia. Kasrils cree que una de las prioridades deben ser los jóvenes, un tema que le preocupa especialmente.
Advierte de que no se considera un gurú, pero tiene un discurso articulado sobre por qué no es sostenible que el 99% de la población esté al servicio del 1%. Cree que a lo largo del mundo se están viviendo situaciones particulares pero similares, contra las que son necesarias alianzas. Vuelve a insistir en la necesidad de priorizar al «ser humano», a la gente, sus intereses y voluntades.
«Armado y peligroso» cuenta una historia excepcional. Se trata de unas memorias políticas que, a su vez, cuentan aventuras dignas de una novela de John le Carré: pasos de frontera saltando vallas, encontronazos con la Policía, entrenamientos militares en el bloque soviético, vuelos disfrazado de hombre de negocios, la detección de chivatos en sus filas, misiones de incógnito, el contraste entre la disciplina en la selva y la vida familiar y política en Londres...
Kasrils resume así la excepcionalidad de su vida: «Soy muy afortunado, porque hemos llevado una vida realmente peligrosa y, a diferencia de muchos de mis compañeros, ni he pasado por la cárcel ni he muerto en el camino». Tal y como decía Joe Slovo [otro dirigente histórico del CNA ya muerto], al que menciona en el libro, han sido afortunados porque han podido conocer en vida las dos caras de la moneda: por un lado, la lucha contra el poder injusto y, por otro, la lucha desde el poder, eso sí, «al servicio de la gente».
Kasrils es al mismo tiempo testigo y protagonista de una de las historias más emocionantes del siglo XX. En esta foto aparece junto al mencionado Joe Slovo y al actual presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma.
La charla del pasado miércoles en el Koldo Mitxelena sirvió, sin duda, para abrir el apetito e invitar a leer las memorias. No obstante, no es ese el único libro que ha escrito Kasrils. En 2010 publicó «The Unlikely Secret Agent» (Monthly Review Press), en el que narra la historia de Eleanor, su esposa, que formó parte de la red internacional del Congreso Nacional Africano y logró huir tras ser detenida en Durban. Eleanor murió en 2009 y en las memorias de Kasrils se hacen muchas referencias a ella. Por otro lado, en respuesta al interés de la audiencia vasca por la situación actual de Sudáfrica, Kasrils anunció que está valorando la posibilidad de escribir un nuevo libro, este ya sobre la actualidad y sobre su visión política al respecto.
Kasrils forma parte de la Comisión Internacional de Verificación que durante la semana pasada visitó Euskal Herria para reunirse con diferentes partidos y agentes políticos. Encabezado por el ceilandés Ram Manikkalingam, además de Kasrils el grupo lo conforman Raymond Kendall y Chris Maccabe, de Gran Bretaña, y el teniente general Satish Nambiar, de India, mientras que su coordinadora es Fleur Ravensbergen. A esta última visita se sumó la ecuatoriana Aracelly Santana, ex representante adjunta del secretario general de la ONU. La CIV ha afirmado que el «final ordenado» requiere pasos de ETA, de las autoridades y de los partidos hacia el desarme, la resolución de la situación de los presos y el reconocimiento de las víctimas. Su informe puede ser consultado en www.naiz.info: http://bit.ly/WaagSc. I.S. M.