La muerte de Bin Laden inspira libros y películas
«Un día difícil» es el libro que refleja la operación que acabó con la vida de Bin Laden en su refugio paquistaní de Abbottabad. Escrito con la colaboración del periodista Kevin Maurer, su autor, el ex Navy Seal Mark Owen, fue uno de los 22 especialistas que el 2 de mayo de 2011 descendieron de dos helicópteros Black Hawk para culminar con éxito la «Operación Tridente de Neptuno».
Juanma COSTOYA
Antes incluso de su publicación, el libro había despertado una gran expectación. Librerías virtuales como Amazon o Barnes&Noble recibían encargos que lo colocaban a la cabeza de los más solicitados. El «New York Times» lo mantuvo durante semanas en el segundo puesto de la lista de los más vendidos. «No Easy Day», su título original, se vio envuelto en la polémica antes de que el primer ejemplar asomase su lomo cosido en una librería. De entrada, el nombre con el que se firma la obra es falso. Mark Owen es un seudónimo bajo el que se ocultaría el verdadero Navy Seal, Matt Bisonnette. El autor, consciente de que su publicación podía tocar material clasificado como sensible para la seguridad nacional y que, en consecuencia, la Marina o el Departamento de Defensa de los Estados Unidos podrían ponerle en el punto de mira de sus servicios jurídicos, comienza su redacción con una carta en la que especifica que en ninguno de sus contenidos se desvela secreto alguno. Estos hechos no restan credibilidad a un libro que está escrito en la tradición del periodismo norteamericano, con frases breves, párrafos cortos y un ritmo que hace encadenar los capítulos como si de una novela de aventuras se tratara.
Sin autocrítica
A pesar de ello y del vago aroma que puede llegar a recordar al Hunter S. Thompson de «Los Ángeles del Infierno» o al Michael Herr de «Despachos de Guerra», las diferencias con estas obras icónicas de acción son obvias. En primer lugar, en «Un día difícil» el autor no se plantea la menor autocrítica hacia su trabajo, tampoco el sentido último del mismo. En sus 209 páginas, cuando asoma algo parecido a la frustración se debe a motivos como no haber completado con éxito una exigente serie de abdominales. Los escasos diálogos se reducen a las frases que se espera oír en películas del oeste de serie B: «Oye, macho, ocúpate de los chavales por mí», le encomienda a Owen su inmediato superior al caer herido en una operación. Poca más atención le merece al autor el objetivo de la operación, un Bin Laden del que despacha su biografía en cuatro párrafos de generalidades que incluyen: «Durante aquella época se vio expuesto al fundamentalismo islámico y se dejó crecer la barba, como Mahoma, el Profeta». Parece difícil que Owen se haga con un nombre en la República de las Letras y el Reino del Pensamiento, pero posiblemente ese tampoco fue su objetivo cuando decidió poner por escrito algunos entresijos de la vida de los Seal y de su más telegénica operación.
Fuerzas especiales
Los Seal, un acrónimo de Sea, Air and Land (por aire, mar y tierra) comparten protagonismo con otras fuerzas especiales norteamericanas, boinas verdes, rangers, night stalkers (acechadores nocturnos) y los muy mentados Delta Force. Los Seal cuentan a su vez con su propio equipo de élite: los Team six, unidad en la que se encuadraba el grupo que asaltó la casa de Bin Laden.
Esta unidad de élite se divide en catorce equipos. El seis, al que pertenecía Owen, es la antiterrorista; el 2 ha sido entrenado para acciones en el Ártico; el 4 para operaciones en centro y sudamérica, y todos sus miembros han de dominar el español... Owen formó parte de los Seal entre los años 1998 y 2012. En este periodo participó en centenares de acciones, muchas de ellas en Afganistán, Pakistán y el Cuerno de África. Entre ellas, la que culminó con la liberación de Richard Phillips, el capitán del carguero estadounidense Maersk Alabama secuestrado por piratas somalíes en 2009.
Hijo de evangelistas
El adiestramiento básico de los Seal dura un año. Los aspirantes tienen entre 18 y 28 años. La mayoría proviene de la Marina pero los hay que se incorporan después de cursar estudios universitarios. Entre estos últimos estaría el propio Mark Owen, quien confiesa en su libro ser hijo de una pareja de evangelistas destinados en la Alaska rural, un paraíso para el montañero y el cazador, y el lugar en el que el autor, en compañía de su padre, comenzó a rastrear sus primeras piezas.
El porcentaje de abandono en la primera fase de adiestramiento ronda el setenta por ciento, pero ha llegado a ser total en algunas ediciones. Los voluntarios son llevados al extremo de la hipotermia y de la extenuación física. Se concede gran importancia a las reacciones individuales ante el estrés máximo, buscando la formación no de un portero de discoteca con armas de última tecnología, sino la de un comando polivalente, frío y capaz de tomar decisiones trascendentales sin dudar. Algunas de las «asignaturas» obligatorias son armas y explosivos, buceo de combate y paracaidismo extremo.
Obsesión con las marcas
La unidad contraterrorista de la Marina nació tras el fracaso en 1980 de la operación «Eagle Claw», con la que Jimmy Carter pretendía rescatar a los 52 norteamericanos retenidos en su embajada de la capital de Teherán. Owen señala en «Un día difícil» que los Navy Seal operan desde dos bases, la de San Diego en California y la de la Costa Este ubicada en Virginia Beach (Virginia). Al parecer, los primeros cultivan una imagen a medio camino entre el hedonismo y el surf, mientras que los segundos gustan de lucir un atuendo de trabajo, un look palurdo, eso sí, de la marca Carhartt. Este no es un detalle menor y ofrece una pista sobre la sicología del autor. Las referencias a marcas son omnipresentes en el libro. Las botas son Salomón Quest, la mira telescópica es EO tech, el uniforme de combate es un Crye Precision Desert Digital, los somníferos, que se come a pares, son Ambien y hasta los efectos del bombardeo pesado estadounidense sobre una cordillera afgana le traen a la mente esa «flor de cebolla» que preparan en los restaurantes Outback Steakhouse. Esa obsesión le lleva incluso a identificar la marca de las zapatillas de los combatientes talibán. Según el autor son unas Cheetah negras, unas deportivas de caña alta que forman parte del «uniforme» de combate de los barbudos islámicos.
Al igual que en las películas de la época dorada acerca de los conflictos entre indios y la caballería, tampoco en esta obra hay una palabra para entender las motivaciones ni el coraje de los combatientes locales, los cuales se enfrentan al ejército norteamericano en clara desventaja. Las Cheetah son a veces simples chancletas, no hay última tecnología, equipos de visión nocturna, ni auxilio de drones, aviones espía o helicópteros. Los viejos AK 47 y las trampas explosivas son sus armas de destrucción masiva.
«La noche más oscura»
En uno de los capítulos finales del libro se habla de una mujer, que aquí se identifica con el nombre de Jen. Se la presenta en la base afgana de Bagram, a pie de pista, esperando la vuelta de los comandos que regresaban con Bin Laden metido en una bolsa de plástico. Se la describe como una mujer enfundada en unos zapatos caros y de tacón alto y se dice de ella que, localizándolo, había derrotado al líder yihadista en el terreno intelectual. La Jen de Mark Owen es quien inspira el personaje de Maya, la protagonista de la película «La noche más oscura», dirigida por Kathryn Bigelow.
El argumento recrea su perseverancia e instinto durante una década, lo que permite descubrir el paradero del hombre más buscado del mundo desde el 11 de septiembre de 2001. En un testimonio muy del agrado del gran público, un individuo que sale vencedor de su lucha contra el mundo y el sistema, las iniciativas de Maya chocan con una agencia de inteligencia plena de medios pero esclerotizada ante la complejidad y la intrincada red de intereses con la que se enfrenta. No se eluden en la película escenas espinosas, como las que muestran las cárceles secretas de la CIA repartidas por medio mundo, desde un carguero anclado en el báltico polaco hasta tugurios prestados por regímenes árabes complacientes con Washington. Por impactantes, las escenas de tortura han sido muy comentadas. Sobrevuela la pregunta ¿es legítimo torturar cuando puede así extraerse una confesión que evite un atentado inmediato contra civiles? Bigelow ilustra el dilema con el atentado islamista contra un autobús en Londres. Parecida controversia puede suscitar la presencia en la película de un funcionario de la CIA, torturador a horario partido y que, estresado, decide por fin solicitar su traslado a las oficinas centrales. Quizás algún espectador haya recordado, viendo al probo agente, trajeado y tomando café, el ensayo de Hannah Arendt «La banalidad del mal». Y es que Eichmann fue condenado a muerte en Jerusalén sin haberse manchado las manos de sangre ni de barro los zapatos.
Mark Owen no ha sido el único en escribir un libro de éxito narrando sus experiencias entre los SEAL. Chris Kyle, firmó “American Sniper” (Francotirador americano) tras abandonar la Marina en el 2009. El libro fue un éxito comercial y se aupó también a la lista de los más vendidos en “The New York Times”. Kyle, pasaba por ser el francotirador más certero del ejército. Bajo su mira telescópica cayeron abatidos, al menos, 150 insurgentes iraquíes, cifra reconocida por el Pentágono, aunque él la elevase a cien más en sus memorias. Por su trayectoria fue condecorado con dos estrellas de plata y cinco de bronce. Entre los iraquíes era conocido como «el demonio de Ramadi» y, según cuenta en su obra, la insurgencia había puesto precio a su cabeza cifrándola en 80.000 dólares. Una vez retirado fundó una empresa de seguridad con un lema premonitorio «A pesar de lo que te dijera tu madre, la violencia resuelve los problemas». Hace escasas fechas caía, en un campo de tiro de Texas, bajo las balas de un ex marine afectado por estrés postraumático.
La prensa norteamericana aireaba también estos días el caso de otro Navy Seal, precisamente el que acabó con la vida de Bin Laden y cuya identidad se mantiene en secreto. Después de 16 años de servicio se encuentra en la calle, sin seguro médico y sin pensión. El propio Mark Owen ha visto como su verdadero nombre, Matt Bisonnette, salía a la luz después de la publicación de su libro y su foto colgada en una red islamista.J.C.