El escrito de Adegi al Departamento de Política Social de la Diputación Foral de Gipuzkoa, en el que solicita la retirada de la propuesta de la Diputación con relación a las negociaciones del Convenio Colectivo de Residencias de Personas Mayores de Gipuzkoa «como paso previo al ejercicio de las acciones legales que correspondan», es muestra de una una actitud inaceptable y aparentemente fuera de lugar. Solo aparentemente porque surge del convencimiento de que todos, incluidas las instituciones públicas, están al servicio de sus intereses.

La propuesta de Diputación consiste en financiar mejoras laborales para los 4.800 trabajadores y trabajadoras -en su gran mayoría mujeres- de las residencias y centros de día con plazas concertadas con la administración y apuesta por una mejora de los servicios y de las tarifas de las plazas, pero Adegi y la patronal del sector, Lares, la rechazan fundamentalmente por considerar que es contraria a las reformas laborales de Madrid. Es de suponer que la primera preocupación de una institución pública debe ser procurar el bienestar y la solución de problemas de sus administrados, lo que movió a la Diputación guipuzcoana a tratar de desbloquear las negociaciones entre los sindicatos y la patronal de esos centros. Adegi, sin embargo, ve en ello «una actuación con connotaciones evidentemente políticas, que no pretende sino mostrar su oposición a las recientes reformas laborales». Unas connotaciones, en todo caso, no menos políticas que las del rechazo de la patronal, que no acepta otra salida que la aplicación de esas reformas.

Con su actitud, Adegi deja claro, por si no lo estaba suficientemente, a qué intereses responden las reformas implementadas por el Gobierno de Madrid con la misma disculpa que Adegi y Lares utilizan para rechazar la propuesta de la Diputación: la crisis. Resulta sangrante que precisamente esas asociaciones afirmen que se debe destinar el dinero público a la creación de empleo cuando para la patronal la crisis no es sino una excusa para optimizar beneficios a costa de la destrucción o degradación de empleo, para lo cual en esas reformas que con tanta devoción defiende tiene un inmejorable apoyo.