Una vez asimilados y valorados los resultados electorales, Italia despertaba ayer con la esperanza de que un acuerdo de colaboración entre el centroizquierda de Pier Luigi Bersani y el Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo -al estilo de la colaboración que se da en Sicilia- pudiera resolver el callejón sin salida en el que parece sumida su política, aunque el rechazo de Grillo a apoyar la investidura del futuro Gobierno mantiene la incertidumbre.

Bersani rechazó cualquier alianza con el ex primer ministro Silvio Berlusconi y abrió la puerta a posibles acuerdos con Grillo para superar la ingobernabilidad existente ante la ausencia de una mayoría clara en el Senado, cuyo voto de confianza es necesario de cara a la investidura del Gobierno.

El mismo día, Grillo aseguró que su movimiento no firmará alianzas con nadie, pero no descartó apoyar las leyes y reformas que se propongan en el Parlamento tras su estudio una por una, lo que se conoce ya en Italia como el «modelo siciliano». En Sicilia gobierna el centroizquierda en estrecha colaboración con el M5S.

Y cualquier esperanza de poder lograr un acuerdo para que el M5S vote la confianza al Gobierno que presentará Bersani se desvaneció ayer cuando Grillo anunció a través de Twitter que su formación no votará a favor de la investidura de un Gobierno de centroizquierda ni de ningún otro grupo político y solo votará las leyes que entronquen con su programa, sea quien sea quien las promueva.

Además, en un artículo colgado en su blog, Grillo tachó a Bersani de «acosador político» y de estar «importunando» a su grupo con «propuestas indecentes en lugar de dimitir, como en su lugar habría hecho cualquier otro». Repasó los descalificativos y críticas vertidas por Bersani hacia él y hacia el M5S y denunció que «ahora tiene la arrogancia de pedir nuestro apoyo».

En cualquier caso, para llegar al «modelo siciliano», el centroizquierda, en calidad de coalición más votada y dispuesta a ejercer su derecho a formar Gobierno, debería superar un voto de investidura en el Senado, donde cuenta con una mayoría relativa de 123 escaños, a 35 de la absoluta, y lo puede hacer o con pacto o esperando que los «noes» sean menos.

La alternativa es lo que ya se ha bautizado como el «Gobiernísimo», es decir, un acuerdo entre las coaliciones de Bersani y de Berlusconi, que tiene 98 escaños en el Senado, como el que ya se daba para sustentar a Monti, de cara a permitir la recuperación económica y evitar nuevas elecciones.

Bersani, quien cuenta con mayoría absoluta en la Cámara Baja, pero necesita lo mismo en la Alta por el sistema bicameral perfecto italiano, dejó claro el martes que esa posibilidad no le agrada, pero Berlusconi sí que habló de «sacrificios políticos». Su insistencia en ofrecer un pacto guardaría relación con que tiene pendientes varios juicios y la ratificación o no de una condena de cuatro años de prisión.

Menos de lo temido

El temido castigo fue menos del esperado en la emisión de bonos a cinco y diez años que realizó el Tesoro italiano. Emitió un total de 6.500 millones de euros en la que se consideró como la primera prueba de la confianza de los mercados tras las elecciones. Adjudicó 2.500 millones a cinco años a un interés del 3,95% frente al 2,94% de finales de enero, y otros 4.000 millones a diez años al 4,83% frente al 4.17% de enero.