Mikel INSAUSTI

Puede que Judd Apatow no produzca ya tantas películas como hace unos años, cuando fue coronado nuevo rey de la comedia de Hollywood, pero a cambio ha madurado como cineasta y su cuarto largometraje compatibilizando la dirección y el guión es el más personal de todos. Recibido a modo de continuación natural de «Lío embarazoso», sobre la etapa de la vida en la que la joven pareja ha de afrontar sus responsabilidades, «Si fuera fácil» denota una evolución tanto en el salto temporal de su temática como en la forma de narrar. La larga duración habitual de su cine por primera vez ya no se hace excesiva, gracias que mide la intensidad y duración de las secuencias, expuestas en una sucesión de cuadros cotidianos a cada cual más reconocible.

Atendiendo al título original de «This is 40», la película está hecha para que se sientan identificados con ella todos cuantos ya hayan cumplido esa edad, más áun aquellos que hayan traspasado dicha barrera con hijos a su cargo. Muestra muy bien hasta qué punto influye en una relación de pareja el hecho de ser padres, complicando una relación que ya de por si pone a prueba la capacidad para la convivencia.

La universalidad del discurso tiene mayor mérito por el marcado tono autobiográfico de la propuesta, con Judd Apatow representado en pantalla por su alter ego Paul Rudd, quien interactúa con la verdadera familia Apatow, compuesta por la actriz Leslie Mann y sus hijas Iris y Maude. El matrimonio en la ficción es entre diferentes que van renovando un pacto de mutuo entendimiento, ya que no coinciden en sus gustos vitales, pues mientras él es un loco de la música, ella sólo disfruta con sonidos bailables. El equilibrio se logra gracias a que de sus respectivas aficiones han hecho su dedicación profesional, hasta que la crisis pone en peligro la economía familiar. Ante eso otros problemas parecen menos problemas, toda vez que terminan reduciéndose a lo que hay que soportar de los intimos, vulgaridades incluidas.