Raimundo Fitero
Bocanadas
Por mucho que intentemos buscar argumentaciones, explicaciones, rebusquemos en el historial, no podremos quedar satisfechos con las supuestas razones que llevan a dos cadenas a plantear una competencia con el mismo formato, las mismas intenciones y el mismo, supuestamente, target de audiencias. Lo primero que uno piensa es que se trata de un marcaje directo, pero para eso y para que el fenómeno fuera todavía más duro, deberían concurrir el mismo día a la misma hora. Entonces sí que se sabría si pesa más Falete o la concejala Hornillos, o cual de los hermanos Janeiro arrastra más taurinos o anti-taurinos. Saber quién da más bocanadas de angustia antes de saltar y en el agua.
Lo único que podemos constatar es que ambos programas, el arriba mencionado y «¡Splash!» de Antena 3, han cosechado muy buenas audiencias, por encima del veinte por ciento, y este dato nos vuelve a colocar ante la realidad televisiva, donde la elección del entretenimiento en el hogar nos puede dar pistas de unos gustos, al menos momentáneos, cada vez más simples, en el que no se exija una mínima posibilidad de esfuerzo intelectual ni a los protagonistas televisivos ni a sus audiencias. Aunque hay que afinar un poco más porque estamos hablando que una parte considerable de las audiencias se pierde por esas piscinas y su espectáculo, pero la inmensa mayoría va a otras charcas y algunas todavía más contaminados que este ejercicio de ver a famosos y famosetes esforzándose algo, haciendo el ridículo un oco o luciendo palmito otro poquito. Lo raro es que aparezcan estos programas acuáticos en invierno y no en verano.