Ser presidente de China es menos importante que las otras dos funciones de liderazgo de Xi Jinping, la secretaría general del Partido y la presidencia de la Comisión Militar Central. Sin embargo, la votación ritual por el Legislativo del país en el Gran Palacio del Pueblo concluyó formalmente la sucesión.(...)

Hay evaluaciones contradictorias de cuán lejos y rápido puede el Sr. Xi ir girando ese gran superpetrolero (...). Desde el inicio de la crisis bancaria, el PIB de China ha crecido un 52,5%, frente al ínfimo 2,4% de EEUU o de Gran Bretaña, que ha retrocedido cuatro puntos porcentuales. (...)

Cuenta con un número de ventajas sobre sus predecesores. El primero es su conocimiento del mundo exterior. En comparación con Deng Xiaoping, o Hu Jintao, Xi ha viajado extensamente y con frecuencia (...). El Sr. Xi también está en una mejor posición que sus predecesores con los militares de China y el partido. Su padre fue comisario político y revolucionario en la guerra civil. Hombre integro, el Sr. Xi senior sufrió tres veces por hablar: encarcelado y torturado durante la revolución cultural; purgado de su cargo después de que hablara en favor de Hu Yaobang en 1987, y forzado al semirretiro después de oponerse a la represión militar en la plaza Tiananmen. Nada de este bagaje familiar hace daño a su hijo; al contrario, es un plus.(...)

Ha pasado mucho tiempo desde que China tuvo una primera dama presentable. Pero el matrimonio con la cantante folk Peng Liyuan ha imbuido a la pareja principal de China un aura de estrella (...)

Nada de esto significa que el partido militantemente ateo tiene un líder que es religioso, que un histórico encuentro con el Dalai Lama es inminente, y mucho menos que un acuerdo es posible en el Tíbet. Pero el potencial, por lo menos, está ahí por un período de liderazgo que todavía puede sorprender. Xi está empezando, pero los augurios no son en absoluto tan malos.