Mikel INSAUSTI

He aquí la enésima demostración de que sin recursos se puede crear verdadero arte y emocionar a espectadores de todo el mundo. «Pequeñas voces» es un modestísimo largometraje de animación hecho en Colombia, pero que ha triunfado en los festivales internacionales de Cartagena de Indias, Tribeca, Amsterdam, Göteborg o Buenos Aires (DDHH). Nadie, absolutamente nadie, que vea esta película puede quedar indiferente.

El tema del impacto en la infancia del conflicto armado colombiano fue tratado en la película con imagen real «Los colores de la montaña», que ya había conseguido conmover a las audiencias de otros países. Pero lo sorprendente es que los dibujos de «Pequeñas voces» resultan mucho más estremecedores, al acertar a transmitir todo el dolor que conlleva la pérdida violenta de la inocencia, mediante un espontáneo medio de expresión artística a nivel de taller escolar.

La película la han hecho los niños y niñas colombianos con sus testimonios y sus dibujos. Los realizadores Jairo Eduardo Carrillo y Oscar Andrade se han encargado de seleccionar el material y de ponerlo en movimiento con técnicas de animación en 3D, sistema que da profundidad a la narración y perspectiva a las imágenes. Las voces en off de los menores se ajustan a siluetas recortables de sus personajes, constituyendo un discurso demoledor que desplaza a los diálogos de los adultos, resumidos en onomatopeyas y murmullos en tono grave.

Tres niños y una niña van relatando sus historias coincidentes, que pasan a engrosarse dentro de la masa de familias desplazadas del campo a Bogotá. Uno de los críos recuerda la pena de tener que abandonar a sus perritos, otro intenta jugar a fútbol sin la pierna y la mano que se llevó una mina antipersona, y está el que describe cómo fue reclutado por la guerrilla y enviado a combatir al ejército. La pequeña añora la vida de trabajo en los cafetales, rota el día en que secuestraron a su padre. Los terribles acontecimientos forman parte de su día a día, mezclándose con los juegos y el aprendizaje. No han perdido la sonrisa y dan gracias por haber sobrevivido.