GARA > Idatzia > Iritzia> Editoriala

Tormenta de ideas frente a una sequía de voluntad política

Cualquier observador imparcial, independientemente de su opinión al respecto, dictaminará que la situación de bloqueo que en términos formales sufre el proceso de resolución del conflicto vasco es consecuencia de la falta de voluntad política del Gobierno español. De hecho, ese es su objetivo declarado: ni avanzar ni permitir avanzar en la búsqueda de una paz justa y duradera. Por no hacer, no aceptan ni siquiera la necesidad de la misma. En la medida en que, sobre todo en el ámbito de las consecuencias del conflicto, tiene mecanismos para ejercer esa capacidad de bloqueo (principalmente las llaves de las cárceles y la opción de negarse a un diálogo sobre el desarme y las cuestiones denominadas «técnicas») los mandatarios españoles pueden generar la sensación de que no hay nada que hacer, no con ellos. Y quizás, al menos por el momento, haya que hacerles caso en este punto. Quienes deseen un escenario de democracia y paz deberán demostrar grandes dosis de perseverancia y paciencia, porque detrás de esa aparente fortaleza se esconde una debilidad estratégica que puede ser fatal para los intereses del Estado y, si se actúa con inteligencia política, providencial para las aspiraciones democráticas de la ciudadanía vasca.

Antes ya menospreciaron otras iniciativas

Desde esa perspectiva, el Foro Social que se ha desarrollado en Iruñea y Bilbo ha dejado un extenso catálogo de propuestas y consejos para desbloquear el proceso. Todos los ponentes han demostrado conocer de primera mano la situación política vasca. Son conscientes de la posición inmovilista que mantienen el Gobierno español y, de manera gregaria, el Gobierno francés. Por eso todos los expertos han hecho un gran esfuerzo por ofrecer alternativas, ideas y visiones que, adaptadas a nuestra realidad, pueden suponer importantes pasos a corto y a medio plazo. Ahora hay una gran labor de síntesis, concreción y adaptación de todo lo expuesto en esos dos intensos días.

A falta de conclusiones definitivas, más allá de lo que dicta el sentido común (por ejemplo, que el diálogo es indispensable en política) y más acá de las lecciones básicas que ofrece la experiencia (por ejemplo, que el desarme no puede ser el punto de partida de un proceso de paz), los participantes en el Foro han incidido en varias ideas recurrentes: se debe mantener la hoja de ruta de Aiete, pero sin voluntad política por la otra parte no cabe aplicarla mecánicamente. Ninguno de los procesos canónicos (Sudáfrica, Irlanda...) ha cumplido el guión prefijado. Esto implica la necesidad de ser creativos, única manera de no quedar atrapados en los esquemas que intenta imponer el Estado. Esa capacidad para innovar debe ir acompañada de flexibilidad, introduciendo constantemente elementos imprevisibles y movimientos no esperados que dejen fuera de juego al adversario y debiliten su posición. Esto se debe lograr a la vez que se mantiene un discurso y una práctica coherente durante todo el proceso. La credibilidad es importante, más aún cuando se trata de implicar a agentes de la comunidad internacional.

No obstante, los protagonistas de un proceso como este deben ser los ciudadanos, la sociedad vasca. De hecho, el Foro Social ha estado enfocado a esa sociedad civil. Por eso, es importante lograr implicar a más agentes, buscar nuevos compromisos por parte de personas y colectivos que ven claramente las responsabilidades de unos y otros, y pueden estar dispuestas a aportar algo en este terreno. Evidentemente, en una sociedad tan plural como la nuestra, esos nuevos actores en la resolución deben ser también plurales.

De todo se puede aprender

Siempre es interesante conocer perspectivas exógenas a nuestro contexto, otros puntos de vista que aporten nuevas ideas y soluciones. Un país pequeño como el nuestro está obligado a mirar a esas otras maneras de hacer y pensar en todos los terrenos, desde el económico hasta el político. Precisamente, uno de los mayores retos que afrontan los independentistas vascos es visualizar y proyectar que en el mundo hay cientos, miles de maneras de hacer las cosas, muchas de ellas mejores que las que tienen los grandes estados que nos rodean.

También cabe aprender mucho del adversario y, en particular, de sus errores. El modo de razonar de los mandatarios españoles es inquietante desde un punto de vista democrático y difícilmente homologable en nuestro contexto sociopolítico (por ejemplo, tratan de justificar ante Europa la doctrina 197/2006 y terminan desarmando el estado de derecho y defendiendo la venganza como elemento central de la justicia). Su postura es contraria a la flexibilidad por principio (por ejemplo, se autoimponen condiciones que les hagan más difícil maniobrar más adelante -no vaya a ser que duden-, como en el caso de la mencionada doctrina). Son poco dados a la innovación y, a fuerza de repetir esquemas, carecen de visión estratégica (prefieren arriesgar la guerra a ceder una batalla).

Dentro de ese marco no hay quien les gane, por lo que lo mejor es cambiar de juego, de ritmo, de esquemas. Es la única manera de romper ese inmovilismo, mostrando una mayor cintura política. La unilateralidad es, en cierta medida, un rasgo característico de esa manera desequilibrante y sorprendente de hacer política, algo que ya es una tradición consolidada en el movimiento abertzale de izquierdas. No de ahora, de siempre.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo