Miles de tunecinos se manifestaron ayer en las calles de la capital para pedir el fin del Gobierno islamista, al que culpan de la muerte del líder de opositor Chokri Belaid, hace 40 días. La manifestación fue la más grande tras la que se produjo inmediatamente después de la muerte de Belaid, que fue tiroteado a las afueras de su casa el 6 de febrero. Su muerte dio lugar a los más graves disturbios desde la revolución que derrocó en 2011 a Zine al Abidine Ben Alí.

En un intento por frenar las protestas, el primer ministro, Hamadi Jebali, dimitió y fue reemplazado por Alí Larayedh, también del partido islamista Ennahda, que formó un nuevo Gobierno. Pero ayer los manifestantes culparon a Ennahda de la muerte de Belaid coreando lemas como «Ennahda fuera», «El pueblo quiere una nueva revolución» y «El pueblo quiere la caída del régimen». «Mataron a Chokri pero no pueden matar los valores de libertad que él defendía», afirmó la viuda de Belaid, Basma, ante la tumba de su marido. El Gobierno de Larayedh ganó el miércoles un voto de confianza, el mismo día que un hombre desempleado se quemó a lo bonzo subrayando así el descontento general en el país por la falta de trabajo, la inflación y la corrupción.