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Derrota en Getafe

La fortuna se alió esta vez con la lógica para premiar al mejor

El Athletic necesitaba continuidad, pero solo fue capaz de dársela a la pobre imagen que había ofrecido en los últimos partidos. No a la victoria, que esta vez fue para un Getafe superior y deja a los rojiblancos anclados al pelotón de los torpes.

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GETAFE 1

ATHLETIC 0

Amaia U. LASAGABASTER

El Athletic vuelve a poner el contador a cero. Viajó a Getafe con el objetivo de sumar su tercera victoria consecutiva, cosa que no ha conseguido todavía esta temporada. Lo que también, en un plano más anecdótico, habría supuesto su primera visita victoriosa al estadio madrileño -de momento se saldan con cinco empates y cuatro derrotas-. Y sobre todo, lo realmente importante, habría convertido su ventaja respecto al descenso en un colchón digno del más selecto de los hoteles, tanto como para considerarlo prácticamente definitivo.

Tras el tropiezo toca prolongar la espera, aunque al menos habrá rivales que ayuden a sobrellevarla. Y es que a falta de ver cómo concluye hoy la jornada, los primeros resultados sonríen a los rojiblancos: cayó el Celta en Riazor e hizo lo propio el Mallorca en el Bernabéu, lo que mantiene al equipo de Marcelo Bielsa ocho puntos por encima del descenso.

El único consuelo de una tarde en la que el Athletic no pareció haber captado muy bien el concepto. Se trataba de dar continuidad a lo de las últimas semanas, sí, pero no precisamente a lo que se había visto sobre el césped, sino a lo que había reflejado el marcador. La tosquedad en el juego es perfectamente aceptable en plena lucha por la supervivencia si viene acompañada de puntos. Lo que viene siendo el resultadismo de toda la vida. Pero cuando la mediocridad no se apunta la baza de la fortuna es prácticamente imposible de sobrellevar. Más aún en equipos que han puesto su listón tan alto como el rojiblanco, aunque en el último medio año parezca haber olvidado por completo de lo que es capaz.

El Athletic fue, efectivamente, un equipo mediocre en el Coliseum. Defendió mal ante un equipo que entre jugadas de estrategia, contragolpes y la clase de Pedro León acabó convirtiendo a Gorka Iraizoz, como ya había sucedido en las dos semanas anteriores, en el mejor de su equipo. Buena señal no es y además no asegura la victoria. Entre otras cosas porque, para eso, alguno de sus compañeros tiene que acertar en la portería contraria. Y ayer no lo consiguieron porque, ofensivamente, también fue un partido mediocre por parte rojiblanca. En el primer período, todas las ocasiones, escasas pero alguna ciertamente clara, fueron para un Aritz Aduriz que sigue con la pólvora mojada. En el segundo, la puntería se echó en falta antes incluso de llegar al área. Se atacó más, pero esta vez la claridad no solo falló a la hora de rematar, sino también a la de colocar balones en condiciones. Y como la flauta no sonó esta vez, el Athletic sigue anclado en el pelotón de los torpes.

Tampoco funcionó, puestos a recordar la nómina de desaguisados, la enésima prueba en el lateral zurdo. Le tocó esta vez a Aymeric Laporte, que no estuvo por debajo de sus compañeros, pero que tampoco parece que vaya a hacerse con el puesto. El primer cambio de la tarde, de hecho, le envió de vuelta al centro de la zaga y dejó su plaza en el carril en manos de De Marcos. Con resultados similares, dicho sea de paso.

Lo único reseñable que ofreció la tarde fue la sensación de que, pese a todo, el Athletic pudo haber vuelto con un resultado positivo. Y es que por fortuna o por méritos, los rojiblancos mantuvieron vivo el marcador y, aunque con más arrojo que acierto, no cejaron en su empeño hasta el pitido final. Hasta el punto de acercarse más a Moyá conforme fueron transcurriendo los minutos.

Arranque descorazonador

Claro que, a cambio, el arranque de partido había supuesto también el del capítulo de despropósitos. Tanto como para que en el primer cuarto de hora el Athletic apenas hubiera olido el balón, cedido cuatro córners, sido salvado por el larguero y encajado el gol. A balón parado, pese a todo lo que se había insistido en la importancia de guarnecerse en ese tipo de acciones frente al Getafe de Pedro León. Ni los ensayos ni las advertencias sirvieron de mucho porque a los seis minutos el murciano botaba un córner para que Borja, libre de marca, anotara el 1-0. Una historia que se repitió, aunque sin que el balón acabara entre las redes, con relativa asiduidad a lo largo de todo el partido. En la segunda parte, ya con el Athletic más abierto, hubo que contar además con las contras, en las que bien pudo también haber matado el partido la escuadra madrileña.

Antes del descanso, los rojiblancos habían rozado el empate en un par de ocasiones. Con un centro de Iraola que tocó Moyá para repetir ante el posterior remate de Aduriz y, posteriormente, con un gran balón de Iturraspe al que Aduriz respondió con un control perfecto y un remate que se fue tras tocar en la base del poste.

Tras el descanso, el Getafe volvió a saltar más puesto. Llegó el turno de Iraizoz, que se lució ante Colunga y Barrada. Y que, en realidad, no pudo permitirse un respiro. Porque sus compañeros tuvieron ahora más balón y buscaron la portería con mejores intenciones -aunque con similares resultados-, pero los estirones rompieron la goma y el Getafe lo celebró contragolpeando en busca de la sentencia. No llegó, pero tampoco lo necesitaron los azulones ante la inofensividad de su rival delante de la portería.

«No puedo estar tranquilo con la situación en la tabla y la irregularidad en el juego»

Poca discusión hubo en el Alfonso Pérez. A Marcelo Bielsa no le habían dolido prendas para reconocer que su equipo había andado justito de méritos en los encuentros ante Osasuna y Valencia y tampoco lo hicieron ayer.

«El resultado es justo -admitió-. No estuvimos bien en el comienzo del primer tiempo ni en el del segundo. Y hubo dos factores que deberíamos haber neutralizado: las pelotas detenidas, con las que nos generaron siete u ocho ocasiones de gol, y los contraataques. En la segunda parte terminamos muchos ataques en el área sin concretar y a su vez permitimos muchos contraataques». Comprensible, hasta cierto punto, teniendo en cuenta que el Athletic estaba obligado a lanzarse en busca de la remontada. No tanto que el Getafe creara tanto peligro a balón parado, teniendo en cuenta todo lo que se había advertido y trabajado al respecto. «Evidentemente, cuando uno conoce una característica a través de la cual el rival genera opciones y no la neutraliza, sabiendo el poder desequilibrante que tiene ese recurso, es muy difícil que yo establezca una defensa creíble a la falta de eficacia que mostramos hoy para defender las pelotas detenidas. Tienen un buen pateador y es cierto aparte que hubo receptores en soledad. Y que el recorrido de la pelota llegó muy fácil al área, no hubo oposición intermedia, alguen que interceptara el lanzamiento antes de que llegara a los destinatarios». «En síntesis -añadió-, que la estrategia que yo monté para neutralizar eso no funcionó».

Asumió, igualmente, el argentino que el experimento de Laporte en el lateral no había resultado. «No jugó mal, pero tampoco lo vi cómodo en la posición. Defensivamente neutralizó los intentos por el sector. Si bien la pelota prosperó por el costado izquierdo de la defensa, logró que no terminaran en peligro las opciones, pero no lo vi actuar con naturalidad», explicó.

Tampoco funcionó, no era el día, el olfato de los atacantes. «La media hora final, si bien permitimos contrataques con peligro, también tuvimos infinidad de opciones de acabar nuestros ataques en el área. Pero esas opcioners debieron haber generado más peligro y goles».

Lo cierto es que el Athletic no pudo prolongar la racha y, aunque el colchón se mantiene en ocho puntos, no se puede hablar todavía de tranquilidad. «No se puede estar tranquilo con la situación que ocupamos en la tabla, con la irregularidad en la producción de juego, con los merecimientos que más allá de los puntos no nos acompañaron en estos tres partidos... De ninguna manera puedo estar tranquilo, más allá de que los números digan una cosa u otra», insistió. GARA

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