Conversaciones de paz entre Tailandia y la rebelión armada patani
El Gobierno de Tailandia y una de las principales formaciones independentistas de los musulmanes malayos del sur (Patani) inician desde hoy en Malasia conversaciones de paz. Bangkok espera que cesen los atentados que producen víctimas civiles como gesto de distensión. Los rebeldes han puesto sobre la mesa una agenda de nueve puntos que culmina con el reconocimiento para Patani de un estatus similar al que tiene reconocido Aceh en Indonesia.
GARA | BANGKOK
Malasia acoge desde hoy conversaciones de paz entre el Gobierno tailandés y uno de los principales grupos insurgentes del antiguo sultanato de Patani, en el sur del país asiático, con el objetivo inicial de limitar las víctimas civiles del conflicto armado, que ha dejado un saldo de 5.500 muertos en los últimos nueve años.
Estas conversaciones, las primeras entre ambas partes, fueron anunciadas oficialmente en febrero, lo que no ha impedido que se hayan ido registrando atentados casi diarios.
Al sentarse en la mesa con el Frente Revolucionario Nacional (BRN), los negociadores tailandeses esperan alcanzar un alto el fuego por lo menos por lo que respecta a la población civil.
«Esperamos ver el final de los ataques contra objetivos fáciles, en particular las bombas que matan a inocentes», señaló el jefe del Consejo de Seguridad Nacional tailandés, Paradorn Pattanatub, quien hacía así una distinción clara entre los combatientes de ambos bandos y las víctimas no relacionadas con el conflicto armado.
La insurrección ataca a las fuerzas ocupantes (40.000 efectivos) y a monjes y profesores tailandeses, a los que considera símbolo de la opresión de Bangkok. Al margen del movimiento yihadista mundial, los rebeldes denuncian la discriminación que sufre la población de etnia malaya y de religión musulmana a manos de un poder central budista.
La insurgencia reivindica la creación de una república independiente de Patani, en la que se integrarían las provincias de Patani, Narathiwat y Yala.
Aunque uno de los principales, el BRN no es el único grupo armado en activo. El PULO ha prometido unirse a las conversaciones en caso de que avancen. No obstante, el Gobierno tailandés ha mostrado sus dudas de que ambos controlen toda la nebulosa de grupos armados. «El movimiento está dividi- do entre los dirigentes del interior en la clandestinidad y los líderes en el exilio», coincide Gotham Arya, de la universidad Mahidol de Bangkok, quien añade que será necesario un debate interno para pulir diferencias.
Anthony Davis, analista de IHS Jane´s, apunta como muy improbable que la exigencia de Tailandia de que se detengan los ataques contra objetivos no armados se cumpla por completo, pero recuerda que, en todo caso, Bangkok deberá hacer gestos, como la puesta en libertad de militantes independentistas de peso y el levantamiento del estado de excepción.
De momento, el BRN ha presentado a Tailandia nueve condiciones para negociar una paz duradera. Dos de ellas son las avanzadas por el experto pero añade el reconocimiento de la identidad y la lengua del pueblo malayu (Patani), la retirada de las tropas tailandesas y su sustitución por fuerzas locales, una amnistía general para los insurgentes y un modelo de administración para Patani similar al de Aceh en Indonesia.
Finalmente, exige garantías a Tailandia de que mantenga el proceso de diálogo al margen de cambios de Gobierno y cuando la Organización de Países Islámicos y la UE dejen su labor de facilitación.
Patani formó parte de Malasia hasta su anexión tailandesa a comienzos del siglo XX.
La líder opositora birmana Aung San Suu Kyi asistió ayer por primera vez al desfile anual del Ejército, todo un gesto en el proceso de transición en Myanmar. Un gesto en el que se incluye su silencio sobre los pogromos contra la minoría rohingya y la violencia actual contra la población también musulmana de Meiktila (centro).
Los atentados mortales con armas ligeras y explosivos se repiten casi a diario y han causado 5.500 muertos en los últimos nueve años.
Malasia acogió negociaciones entre Filipinas y los independentistas musulmanes del sur del archipiélago, que desembocaron en octubre en un acuerdo de paz.