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Proyecto de Nafarroa Bizirik al calor del quinto centenario

Mojones en los castillos para recordar la historia

En los próximos meses, nuevos mojones señalarán el emplazamiento de antiguos castillos del Reino de Navarra en la geografía vasca. De esta manera proseguirá un proyecto puesto en marcha por la Iniciativa Nafarroa Bizirik que, al calor del quinto centenario de la conquista, ha rescatado la memoria de una veintena de fortalezas que defendieron el Estado de los vascos a lo largo de la historia.

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Pello Guerra

Gares, Iguzkitza y Puiu son algunos de los lugares en los que en los próximos meses de abril, mayo y junio se amojonarán los castillos que en su día protegieron esas zonas. Tras el verano, una nueva tanda de fortalezas verá recuperado su pasado con la colocación de la correspondiente estela, siguiendo la senda abierta por un proyecto de la Iniciativa 1512-2012 Nafarroa Bizirik que surgió en el año 2010.

Según recuerda Sergio Iribarren, coordinador de la iniciativa, en ese momento el historiador Joseba Asiron puso sobre la mesa una idea que había analizado con Mikel Enparantza, vinculado a una sociedad de amigos del castillo de La Mota, en Donostia. Básicamente consistía en señalar el emplazamiento de los castillos navarros con una estela con forma de torreón diseñada por el arquitecto.

De esta manera, se buscaba recuperar una parte de nuestra memoria que, en la mayoría de los casos, reposa «bajo toneladas de tierra y escombro. Quinientos años de incuria y olvido los cubren. Yacen sobre las peñas de Atxorrotz, Urdiain o Toloño, en los montes que rodean Bilbao, Donostia, Arrasate, Estella o Tudela. Aguardan bajo las plazas ajardinadas y bajo las calles asfaltadas de Pamplona, Donibane Garazi y Tafalla. Esperan pacientemente que nos acerquemos a ellos y les formulemos nuestras preguntas. Quinientos años de preguntas pendientes, ahí está la clave del problema, el quid de esta cuestión», recuerda Asiron.

Tras analizar la propuesta, varios miembros de Nafarroa Bizirik estudiaron cómo llevarla a la práctica, una tarea en la que resultaba decisiva la implicación de los ayuntamientos de las localidades donde se levantaban esas fortalezas y de los colectivos que estaban surgiendo en diferentes poblaciones ante la proximidad del quinto centenario de la conquista.

Para acotar el proyecto, resultó de gran ayuda la obra «Navarra. Castillos que defendieron el Reino» del historiador Iñaki Sagredo, en la que, a través de cuatro tomos, recoge detalladamente el emplazamiento del centenar de castillos con los que contó el viejo reino a lo largo de su historia.

Ayuntamiento y colectivos

El siguiente paso fue contactar con consistorios y colectivos que podían estar interesados en sumarse al proyecto y de esta forma, en enero de 2012 «se colocó el primer mojón en Aitzorrotz, Eskoriatza, donde una sociedad que tiene ese mismo nombre llevaba varios años trabajando en el estudio del castillo», recuerda Iribarren.

A partir de ese momento, se fueron sucediendo las solicitudes para colocar la correspondiente estela, de tal manera que hasta diciembre del año pasado, se amojonó una veintena de fortalezas diseminadas por diferentes puntos de Euskal Herria: Irulegi (Lakidain-valle de Aranguren), Burgi, Gorriti, Beloaga (Oiartzun), Mendikute (Tolosaldea), Orarregi (Irurtzun), Irurita (Urdiain), Uharte, Ibero Dorrea (Leitza), La Mota (Donostia), Palacio de Ziordia, Garrüze, Uharte Arakil, Gerga (Untzue), Aixita (Etxeberri), Ezkaba (monte Ezkaba), Zangoza, Iruñea y Oibar.

En todos ellos ha sido colocada la citada estela, que «es elaborada en acero corten y que mide 1,80 metros, aunque una vez instalada convenientemente en el suelo, alcanza una altura de metro y medio», detalla Iribarren. En cada estela se coloca «una placa con un texto grabado en el que se cuenta la historia del correspondiente castillo y que ha sido redactado por alguna persona del pueblo que es experta en esa fortaleza o por los historiadores Joseba Asiron e Iñaki Sagredo, a partir de la documentación consultada en archivos como el General de Nafarroa y el de la Cámara de Comptos».

Días antes de su inauguración, la estela es llevada hasta su emplazamiento definitivo, donde se hace un agujero que posteriormente se rellena de hormigón para, a continuación, colocar el mojón. El día señalado, todos los interesados se trasladan hasta ese lugar para proceder a inaugurar la estela. En todos los casos ha sido una jornada de tono festivo «con un contenido que varía de unos lugares a otros. En unos casos ha sido una auténtica salida montañera para llegar hasta el mismo castillo, donde se ha bailado un aurresku, se han pronunciado unas palabras al respecto y posteriormente se ha celebrado un almuerzo. Si el castillo estaba más cerca de la población, después ha tenido lugar una comida o incluso un concierto y hasta un ciclo de conferencias. En algunos sitios se ha organizado el Día del Castillo y en otros se ha aprovechado, por ejemplo, el Día del Euskara para celebrar este acto», añade Iribarren.

El amojonamiento de los castillos ha tenido varias consecuencias positivas. Por un lado, se han recuperado o incluso se han creado recorridos hasta el lugar donde se levantaba el castillo. Como señala el coordinador de la iniciativa de Nafarroa Bizirik, «ha servido para que los ayuntamientos y los colectivos locales se preocuparan de acondicionar el sendero que lleva a la fortaleza y, en algunos casos, hasta se ha marcado el camino con las señales oficiales de senderismo».

Además, la colocación de las estelas está sirviendo para rescatar esa parte de nuestra historia que había caído en el olvido. Como indica Sergio Iribarren, «en algunos sitios ya se venía trabajando sobre el castillo en cuestión, y la colocación del mojón ha sido una buena excusa para reconocer la labor en favor de recuperar la memoria de ese castillo. Pero en otros lugares no se conocía la existencia de la fortaleza o alguien había oído algo al respecto, sin que se hubiera hecho nada. En estos últimos casos, muchas personas se asombran de que esa parte de su historia haya permanecido olvidada e incluso se haya ocultado, y nos preguntan si hasta ahora no se conocía y por qué no ha salido a la luz antes».

Conquista y destrucción

El hecho de que exista un espacio físico como las ruinas de un castillo «ayuda a recordar esa historia que nos habla de conquista y de la destrucción de los castillos. En otros lugares de Europa, siguen existiendo castillos, mientras que aquí la mayoría está en ruinas porque fueron derruidos por los conquistadores».

La sorpresa que genera conocer ese pasado común está resultando especialmente intensa en lugares como Loarre, en Aragón, cuyo castillo también formó parte de las defensas del Estado de los vascos y donde existe gente dispuesta a poner el correspondiente mojón para recuperar esa parte de su historia negada. Una inquietud que también está muy presente en un territorio con una casuística tan especial como Trebiñu.

Esa concienciación es el mejor fruto que está dando la iniciativa de Nafarroa Bizirik, con la que cualquier interesado puede contactar llamando al 948.22.65.68 o escribiendo un correo electrónico a info@1512-2012.com. «Es lo más bonito de este trabajo, porque la gente se reconoce en esa historia que ha estado oculta, que no se ha querido dar a conocer para no saber de dónde se viene y así condicionar hacia dónde se va», reflexiona Iribarren.

Por ese motivo, Nafarroa Bizirik apuesta porque «2012 sea un punto y seguido. Este movimiento alrededor de los castillos nos animó a continuar con la iniciativa después del quinto centenario, porque no queremos dejar el camino libre para que la historiografía oficial haga borrón y cuenta nueva para seguir contándonos sus mentiras».

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