Tres puntos, amigo
Los rojiblancos, sólidos en defensa pero nulos en la salida y circulación del balón, firman una importante victoria en otro mal partido.
Joseba VIVANCO
Gol, victoria y gracias. Esa es la síntesis de lo visto ayer en una Catedral casi llena, entregada a su equipo como no hacía tiempo, que salió con ese regusto desigual del resoplido de alivio por los tres puntos «fundamentales», que diría Andoni Iraola, y la convicción de que su equipo pide la hora a gritos. Un Granada que amaga más que pega, osado pero inoperante arriba, pero con un atrevimiento del que ya avisaba esta semana, le complicó la vida a un Athletic que esta vez, con tres centrales, defendió bien, pero que fracasó en la salida de balón con un desacertado San José y un Herrera que apenas dejó florituras, con dos carrileros como Iraola y De Marcos que solo subieron al inicio para ver cómo el colegiado lanzaba la moneda al aire, y un Aduriz que al margen de su decisivo gol, peleó sin fruto alguno en ataque. Este equipo volvió a evidenciar que no está para grandes noches, ni tardes ni mediodías. Y aun así, sacó adelante el partido, que no es poco.
Si mereció el triunfo, a estas alturas de campaña da lo mismo. Aquí ya, lo que importa es la clasificación, amigo. Sobre todo si, inevitablemente, después del gol que les puso por delante en el 66 de partido, toca ponerse en formación tortuga, defender con uñas y dientes, agravar el nerviosismo tras la expulsión de Susaeta en el 80 y silenciarse San Mamés con un trallazo al poste de Iraizoz en el 91. Este Athletic sobrevive en el sufrimiento perpetuo, en una Semana Santa perenne. Y sigue vivo.
Salió de inicio con lo ensayado Marcelo Bielsa, zaga de tres centrales ante los dos puntas con los que se presentaron los granadinos, toda una declaración de intenciones por ambos bandos. A los locales les tocó afanarse en defensa durante la primera mitad ante un Granada mandón, que no vino a cerrarse, al contrario, llevó el ritmo del choque ante un Athletic ramplón, inexpresivo, plano.
Un Athletic que saltó al partido sin prisas, obligado por el rival a que sus centrales e Iraizoz jugaran balones largos a ninguna parte. No estaban cómodos los leones, les faltaba ritmo, sobraban imprecisiones en los pases al compañero, con una alarmante salida nula de la pelota, y en exceso replegados con ese sistema de cinco defensas como para llegar luego arriba con garamtías o presionar al rival.
Un actitud proteccionista la de los de Bielsa que la grada quiso animar con cánticos, gritos que coincidieron con una de las solitarias acciones de peligro de los bilbainos, un disparo con la derecha de Ibai que lamió el palo. Veinte minutos de juego y Susaeta e Ibai intercambiaban unas bandas infrautilizadas hasta entonces. Un moviminto que apenas creó un par de fogonazos por la derecha a centros del de Santutxu, como un cabezazo flojo de `Susa' a las manos de Toño o uno posterior de Laporte que detuvo el portero visitante.
Precisamente el de Agen, en el minuto 19, fue objeto de un claro agarrón de Brahimi dentro del área que vio todo San Mamés menos el colegiado. Enésimo penalti no pitado a los leones esta campaña. Fue todo el peligro real que generó el Athletic ante un Granada que buscaba portería sin remate, sin gol, y cuando no, se topaba con la madera, como el cabezazo peinado de Nolito que un muy sobrio Iraizoz rozó para desviar a la cruceta. Fue lo más peligroso de un primer tiempo en el que los leones dejaron más dudas que certezas.
Con la misma falta de brillantez y con idénticas imprecisiones, los de Bielsa volvieron al césped, eso sí, con una vocación más ofensiva, comenzando a tirar de bandas y sacando provecho de las ganas de un Ibai muy participativo, que tuvo al cuarto de hora la mejor ocasión local al cruzar en exceso un balón de gol. Un Athletic menos contemplativo, con Herrera y Susaeta en contacto con el balón, pero sin acabar de encontrar al mejor Aduriz. Lo hizo, quién si no, Ibai, en un córner en corto, centro del `11' y Aduriz acababa con su sequía de 835 minutos picando de cabeza a la red.
Por delante en el marcador, el Granada echó el resto, el Athletic plegó velas; tocaba apretar los dientes. Munian salió por un lesionado Ibai, poco después hizo lo propio Llorente por Aduriz en mitad de una atronadora pitada -se acabó la división de opiniones-, y Susaeta vio la segunda amarilla pidiendo perdón mientras enfilaba a la caseta. Diez minutos por delante más el añadido que dio para que Muniain fuera pitado por la grada por no ayudar en defensa y cambiado por Bielsa a renglón seguido, y para que Brahimi pusieron los corazones en un puño con un disparo al palo de Iraizoz en el 91. Filas prietas en defensa, sufrimiento y pitido. Abrazo final de los leones. Otro partido de tres puntos y gracias.
El entrenador rojiblanco manifestó tras la victoria en San Mamés que «aunque perdimos muchos balones, no sé si por tensión, merecímos ganar. En el partido, pese a ser parejo, la producción ofensiva fue exigua, pero tuvimos siete por dos de ellos», argumentaba Marcelo Bielsa, quien no podía sino asumir que «no jugamos bien, solo media hora mejor que el rival, y ya con 10 ellos predominaron». Sobre el partido, añadió que «defendimos bien, lo que no es poco, el rival tuvo una ocasión en cada tiempo. Los que más absorvieron la exigencia fueron los tres centrales, pero el resto del equipo también aportó para que funcione la recuperación».
No obstante, el argentino enfatizó la importancia del triunfo que le da un margen con respecto al descenso de 11 puntos. «La diferencia numérica apunta a eso, pero jugar por la permanencia siempre genera climax de mucha tensión como el vivido hoy todo el partido», admitió, y por ello veía «claro que la diferencia actual no establece la resolución definitiva de esta parte de la tabla».
Para el rosarino «quedan nueve fechas y hay muchos equipos con sus opciones y luchas. Queda mucho y una secuencia muy difícil que empieza en Sevilla».
Para el entrenador rival, Lucas Alcaraz, «el resultado no es bueno porque hoy sí hemos propuesto, hemos pisado área, tenido el balón, pero los partidos se ganan metiendo goles y hemos dado hasta dos postes, nos ha faltado claridad». A su juicio, el Granada «ha querido ganar desde el principio, se ha jugado casi siempre en el campo del Athletic pero nos han ganado con muy poco».
Ander Herrera, que volvió a intentar el gol, vio cómo le anulaban un gol porque Toño estaba en ese momento echando fuera un segundo balón lanzado desde la grada. Pero el bilbainose mostró contento por «el cierto poso que nos da la victoria para ir con optimismo a Sevilla». Por su parte, Ibai Gómez, que le fue a más su dolor de pubis en la asistencia a Aduriz, dijo tener claro que «tengo que sufrir y espero darlo todo de aquí al final». Asintió en que «inconscientemente hemos notado lo que nos jugamos, con tanta pérdida de balón». Entretanto, el goleador, Aduriz, se mostró «muy contento porque ha servido para ganar». El donostiarra reconoció que «no hemos estado a buen nivel, pero hemos sido capaces de estar contundentes atrás. Y ganar es lo que buscamos y lo importante».
Apenas veinte minutos duró Iker Muniain sobre el terreno de juego de San Mamés. Entró por un Ibai lesionado tras el gol y salió pitado por la grada después de un par de acciones de ataque de los andaluces en las que el navarro no bajó a ayudar a sus compañeros. La segunda, rozando el final del choque y con diez jugadores el Athletic, fue tan evidente que la grada más cercana, la de Prefrencia lateral este, se le echó literalmente encima. En ese instante, la pelota salió despejada hacia sus cercanías, la peleó y salió golpeado por un rival. Bielsa aprovechó y metió a Toquero por el de la Txantrea, que salió entre dolorido y cariacontecido, en mitad del aplauso de muchos aficionados ante la decisión del argentino. Luego, el de Rosario, en sala de prensa, negó castiago alguno para Muniain; es más, le pidió perdón por el cambio. «Me disculpo frente a él porque es una decisión difícil para un jugador profesional, pero aunque fuese equivocada, la decisión tenía que tomarla», argumentó. «No lo cambié por no bajar a defender, me apena mucho tener que sustituir a un jugador recién ingresado y no es sencillo asimilarlo. El sector derecho de Rico y Angulo nos estaba dañando, y la solución no estaba fácil porque Muniain se desplaza al centro y estábamos con diez. Decidí buscar conservar el 1-0. Muniain no salió del campo por estar golpeado sino porque me incliné por dejar a Llorente en el campo. Me disculpo frente a Iker porque es una situación difícil y creo que debía hacerlo», añadió el técnico a su justificación.
J.V.