El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, como tal reconocido por Occidente, ha responsabilizado directamente al Estado israelí de la muerte en la cárcel del prisionero Abu Hamdiyeh, aquejado desde hace al menos casi un año de cáncer.

Que alguien explique, por favor, a Abbas, que si relacionar la muerte de un «terrorista» enfermo con la actitud del Estado encargado de su salud es ya como poco «exagerado» y puede conllevar incluso una imputación por «enaltecimiento del terrorismo», acusar directamente de esa muerte al Estado en cuestión, como hace él, no tiene pase. Díganle que no que sea un paso atrás. Es un viaje al Pleistoceno de la Política.

Y, ya puestos, explíquenle que presentarlo como un «mártir» es muchísimo más grave que el, entre «desafortunado» y «criminal», intento de distinguir, en perspectiva histórica comparada, la figura de un mercenario a sueldo de un Estado de la del que lucha, equivocadamente o no, por unos ideales.

Recuerdenle, en fin, que ya sabemos que las situaciones de Palestina y Euskal Herria no resisten comparación pero aconséjenle que no se haga eco del caso de un preso condenado por un atentado en un café israelí. De un preso «bien muerto».