Presidenta acorralada, cambio a la vista
Yolanda Barcina está hoy más acorralada que ayer. La imputación de tres de los miembros de la «banda de los cuatro» -el expresidente Miguel Sanz, el alcalde de Iruñea, Enrique Maya, y el ex consejero de Economía y Hacienda Álvaro Miranda-, a la que ella pertenecía y que creó un órgano en la CAN sin sustento estatutario con el único fin de organizar un lucrativo sistema para el cobro de decenas de miles de euros en dietas opacas e irregulares, hace aún más insostenible su posición. La presidenta navarra se ha librado formalmente por su condición de aforada, pero la investigación judicial sobre su enriquecimiento a costa de la CAN la deja en evidencia y si tuviera un mínimo de decencia y coherencia -«en UPN quien esté imputado por algún caso de corrupción debe ser dado de baja inmediatamente», dijo en la Asamblea General de su partido-, presentaría su dimisión de inmediato.
Visto en perspectiva, desde la muerte del dictador Franco cuatro de los cinco presidentes de Nafarroa -Urralburu, Otano, Sanz y Barcina- se han visto envueltos en casos de corrupción, y el otro -Alli- cobró la friolera de 260.000 euros en dietas. Esto da una idea de lo estructural e institucionalizado que ha sido el clientelismo y la corrupción en Nafarroa, de las viejas cadenas del encubrimiento y la total impunidad que han caracterizado la vida política y a la clase dirigente. Los ciudadanos navarros llevan demasiado tiempo desayunando cada día con un nuevo caso de corrupción. Hace tiempo que dejaron atrás la perplejidad, luego vino la comprensible indignación y, a la luz del exceso de desparpajo y la irresponsabilidad con la que se aferran a las poltronas y a sus privilegios, cabe pensar que hay quienes apuestan por extender un desánimo general con la idea de que Nafarroa siempre ha sido así y así seguirá siendo.
Nada más lejos de la realidad. La posibilidad de un cambio radical ha dejado de ser una hipótesis remota y ha adquirido todo su relieve liderada por una corriente social más plural y exigente que se abre paso desbordando esquemas y cálculos de partido. El momento de un antes y un después para Nafarroa es ahora.