Un incendio en una escuela musulmana en Rangún causó ayer 13 muertos. El Gobierno birmano instó de inmediato a no creer los «rumores» que circulaban en Internet que vinculaban este suceso con el brote de violencia entre musulmanes y budistas, que solo en marzo provocó 43 muertos. Las 13 víctimas, que fallecieron por quemaduras o inhalación de humo, formaban parte de un grupo de 70 personas que dormían en la escuela adyacente a una mezquita cuando se declaró el incendio. Los adolescentes asistían a unos cursos de verano. «13 personas, sobre todo niños, murieron» en el incendio que se declaró en el centro de la antigua capital birmana, declaró un responsable policial a AFP. «Pensamos que el incendio se debió a un cortocircuito», señaló.

«Según las pesquisas de los policías del barrio, el fuego fue causado por un voltaje excesivo en la mezquita», indicó a su vez la Policía Nacional en su página oficial de la red social Facebook.

«El regulador de tensión y el generador situados debajo de la escalera sufrieron un recalentamiento y ardieron», precisó Nyan Mying, de la Cruz Roja, en el lugar del suceso. «El resto de los niños fue socorrido», indicó otra fuente policial.

En un contexto de gran tensión tras la violencia religiosa de las últimas semanas, vecinos musulmanes del barrio se congregaron encolerizados cerca del lugar y expresaron sus dudas sobre las causas del incendio, según una periodista de AFP presente. La Policía, que desplegó un centenar de efectivos, prometió una comisión de investigación a la que serían invitados dirigentes musulmanes.

Varios cientos de personas que se reunieron ayer por la tarde en un cementerio musulmán para enterrar a las víctimas mostraron su convencimiento de que no fue un accidente.

«Pienso que alguien prendió fuego intencionadamente», declaró Khin Maung Hla, profesor de los trece adolescentes que tenían entre 12 y 15 años de edad.

«Algunos alumnos y profesores que pudieron escapar dijeron que habían resbalado sobre un líquido en la planta baja. Dijeron que olía a gasolina o gasóleo», indicó Shine Win, líder de un grupo de juventudes musulmanas, evocando así la hipótesis de un acto criminal.

Ante el temor de una propagación de la violencia, el Gobierno instó a hacer caso omiso de los «rumores». «Querría pedirles que no crean las informaciones de Internet que presentan el asunto como un conflicto religioso», escribió Ye Htut, portavoz del presidente Thein Sein, en Facebook. Una discusión entre un comerciante musulmán y unos clientes el 20 de marzo en Meiktila, centro del país, dio pie a un estallido de violencia entre budistas y musulmanes.

Al cabo de tres días de manifestaciones violentas encabezadas sobre todo por monjes budistas, el Ejército retomó el control de la ciudad pero la violencia antimusulmana se propagó a otras localidades con un balance de 43 muertos y 12.000 desplazados. En 2012, enfrentamientos entre budistas y musulmanes de la minoría apátrida de los rohingyas dejaron más de 180 muertos y 125.000 desplazados en el oeste.