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Xabier Makazaga | Investigador del Terrorismo de Estado

Periodistas de guerra y pluma sucia

«En cierta ocasión vi con estos ojos un talón al portador de medio millón de las antiguas pesetas destinado a un reputado periodista. ¿Su procedencia? El Gabinete de Asuntos Legales del Ministerio del Interior»

Durante el último juicio del caso GAL, hace un par de años, se habló mucho de un policía francés que se hacía llamar «Jean-Louis». Un agente que, como bastantes otros de la Policía Judicial, la Gendarmería y la Policía del Aire y Fronteras, colaboró en la guerra sucia, pasando información y señalando objetivos a los mercenarios.

A raíz de ello, el periodista Manuel Cerdán recordó que esos policías colaboraban en la guerra sucia «a cambio de grandes sumas de fondos reservados», y manifestó enfadado que «cuando me jubile y escriba mis memorias -si no me caliento antes- pienso dar la lista de todos los periodistas que también cobraron fondos reservados del Ministerio del Interior».

La verdad es que, cuando leo a ciertos periodistas especializados en noticias filtradas por «fuentes antiterroristas», no puedo evitar que me asalten las sospechas. Porque una cosa es que en sus artículos se reflejen sus legítimas opiniones políticas y otra, muy otra, la intoxicación y la mentira pura y dura, que se repite una y otra vez.

Véase, por ejemplo, como actuó el periodista Fernando Iturribarria cuando la Policía francesa detuvo al militante de ETA Garikoitz Aspiazu «Txeroki» y el entonces Ministro del Interior, Rubalcaba, anunció que habían encontrado cien gramos de hachís en su apartamento. Una noticia que todos los grandes medios resaltaron, aunque era bien fácil de comprobar su falsedad.

Lo que en realidad sucedió fue que, al poco de detener a Txeroki, llegaron nuevos policías al apartamento y dijeron a los presentes que apuntaran en el inventario que había cien gramos de hachís. Éstos respondieron que no podían hacer constar semejante falsedad y se pusieron a discutir, delante de Txeroki. Al final, el inventario no recogió nada similar.

A pesar de ello, el plan de intoxicación siguió como si nada y alcanzó una enorme difusión. El Movimiento Pro-Amnistía denunció que era «una gran mentira inventada por Rubalcaba» y de inmediato Iturribarria escribió un artículo en el que, tras mencionar en corto esa denuncia, añadió justo a continuación otra enorme mentira para desacreditarla: «Fuentes francesas de la investigación confirmaron el hallazgo del hachís».

Encima, Iturribarria, que vive en París y cuyos artículos publica muy a menudo el grupo Vocento, afirmó en ese artículo que aquellos inexistentes cien gramos de hachís fueron «destruidos por orden de la Fiscalía Antiterrorista de París». Otra infor- mación absolutamente falsa, que atribuyó con todo descaro a «fuentes judiciales».

Obsérvese con qué habilidad aplicó Iturribarria una vez más el famoso Plan ZEN, que recomienda utilizar el rumor, la mentira y la manipulación. De ahí sus menciones totalmente inventadas de «la Fiscalía Antiterrorista de París», «fuentes judiciales» y «fuentes francesas de la investigación» para darle credibilidad a su artículo-bazofia. Desde luego, tiene una cara de cemento e intereses tan inconfesables como evidentes.

Aquella mentira tan enorme del hachís no fue, además, la única que montaron a raíz de la detención de Txeroki. También falsificaron una supuesta carta suya, donde se hablaba de que la denuncia de torturas de Igor Portu era falsa, y la introdujeron dentro de una llave USB en el apartamento que ocupaba cuando fue detenido.

En 50 años de existencia de ETA, las fuerzas de seguridad nunca habían descubierto un documento así, donde supuestamente se reconocía la falsedad de una denuncia de torturas, y para una vez que dijeron descubrir uno resulta que hablaba justo del caso en que más pruebas ha habido de dichas torturas en los últimos cinco lustros, el caso Portu-Sarasola.

Las pruebas de que esa carta fue fabricada por la Guardia Civil, que tenía controlado a Txeroki bien antes de detenerlo, son muy abundantes. Para empezar, el curriculum de Txeroki no deja lugar a dudas sobre su dominio del euskara, del todo incompatible con el bien pobre nivel que se empleaba en la carta.

Otros muchos detalles no dejaban lugar a dudas sobre la imposibilidad de que ni Txeroki ni ningún otro militante de ETA hubiese escrito semejante carta, pero ello no fue óbice para que el Supremo se sirviera de ella para absolver a los torturadores de Igor Portu y Mattin Sarasola.

De paso, esa carta falsificada también la han usado para reforzar el montaje sobre el tan famoso como falso «Manual de ETA para denunciar torturas inexistentes». Un montaje en el que ciertos periodistas han jugado un papel fundamental. Entre ellos, Iturribarria, que ha vuelto a mentir descaradamente al respecto en un artículo bien reciente, del 2 de marzo, dedicado al juicio que se ha celebrado en París contra «Txeroki» y otros militantes de ETA. Así, ha vuelto a evidenciar a qué oscuros intereses sirve con plena dedicación.

Por eso, considero imprescindible que esos periodistas rindan también cuentas ante un mecanismo independiente de averiguación de la verdad. Un mecanismo imprescindible para las víctimas a las que hasta ahora se ha negado su condición de tales, porque les va a ayudar a que puedan decir toda su verdad, y en el que puedan dar su testimonio testigos como Manuel Cerdán.

En el artículo que nombro al principio, Cerdán ofreció un solo dato concreto: «En cierta ocasión vi con estos ojos un talón al portador de medio millón de las antiguas pesetas destinado a un reputado periodista. ¿Su proceden- cia? El Gabinete de Asuntos Legales del Ministerio del Interior».

Es obvio que Cerdán conoce otros muchos datos sobre esos colegas que se han lucrado, y en algunos casos seguro que incluso forrado, a cuenta de la guerra sucia, y ese mecanismo que espero se constituya cuanto antes sería un excelente medio para que los diera a conocer.

Le animo encarecidamente a que lo haga.

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