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Crónica | fosa común en Zigoitia

Aranzadi recupera de la cuneta la memoria de once muertos en 1936

Las pruebas de los crímenes fascistas aún perviven en Hego Euskal Herria. Las cunetas y las simas esconden los cuerpos de aquellas personas que lucharon por la libertad y la democracia. Ayer en Zigoitia se recuperaron los cadáveres y la memoria de once milicianos comunistas, abatidos en el Frente de Villarreal.

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Ion SALGADO

Junto a la carretera A-3608, detrás de la iglesia de Etxaguen, a cien metros del cementerio. Allí sepultaron hace mas de 75 años los cuerpos sin vida de al menos once milicianos comunistas. Alineados junto a la cuneta y boca abajo «por ateos», las militares sublevados condenaron al olvido a los integrantes del Batallón Perezagua, compuesto por jóvenes del PCE.

Sin embargo, los vecinos de Zigoitia, capitaneados por el párroco de Etxaguen, Félix Placer, y por la presidenta de la Junta Administrativa del Concejo, Marisol Hernando, han recuperado, con el apoyo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la memoria de las personas abatidas por los fascistas en el Frente de Villarreal. Una extensa línea de batalla, desde Urduña hasta Arlaban, en la que lucharon gudaris y milicianos anarquistas, comunistas y socialistas. Todos juntos contra las tropas franquistas, que avanzaban desde Gasteiz.

Así, ayer, a las once de la mañana, los once milicianos recibieron un sentido homenaje de la sociedad civil alavesa. Bajo un plástico azul, dispuesto por los responsables de Aranzadi para proteger los restos de los fallecidos, se dieron cita políticos, periodistas y ciudadanos anónimos, que acudieron al concejo para recordar a unas personas que dieron sus vidas en defensa de la democracia y la libertad.

El alcalde de Zigoitia, Mikel Lasheras, fue el primero en tomar la palabra ante los presentes, entre los que no se encontraban representantes del PSE ni del PP. En un breve discurso, el regidor soberanista destacó la valentía de los milicianos caídos en la zona norte de Araba, y señaló que defender los ideales por los que luchó la ciudadanía vasca en la guerra de 1936 es el mejor homenaje que se puede rendir a los hombres hallados en Etxaguen.

Marisol Hernando, que intervino tras escuchar con atención a Lasheras, también subrayó los ideales por los que dieron su vida los milicianos y los gudaris que defendían el norte del herrialde. Además, recordó que la situación de la fosa común, la más grande encontrada de momento en la CAV, no era un misterio para los vecinos. «Siempre se decía que los tiraban detrás de la iglesia», relató.

Al parecer, los cuerpos de los milicianos, que no eran naturales de la localidad alavesa, eran trasladados por las noches hasta Etxaguen, donde se encontraba un hospital de sangre. «A la noche venía un carro con un faro desde el pueblo de Acosta -situado a pocos kilómetros de distancia-. Bajaba la cuesta y los echaban ahí porque esto antes era un camino y la iglesia era un hospital», explicó Hernando.

Esta versión fue confirmada por Ángel Otxoa de Etxaguen, un vecino de 82 años que vivió en primera persona la llegada de las tropas fascistas al norte de Araba. Como él mismo afirmó, los vecinos conocían la existencia de la fosa. «Sí sabíamos que había gente enterrada, pero no eran del pueblo. Decían que habían venido de la parte de Asturias», aclaró antes de señalar que un familiar suyo tuvo que trasladar algún cadáver.

Mientras el anciano narraba su historia ante los medios, el portavoz del Gobierno de Gasteiz, Josu Erkoreka, la directora de Derechos Humanos de Lakua, Mónica Hernando, el alcalde de Zigoitia, la presidenta de la Junta Administrativa y el párroco de Etxaguen, colocaban una ikurriña junto a los huesos y dejaban un ramo de flores en recuerdo de los once muertos. Un sentido homenaje que finalizó con el ``Agur Jaunak''.

Más cuerpos enterrados

Tras el acto, compareció ante los medios el presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Paco Etxeberria. El forense, que estuvo acompañado por Erkoreka, afirmó que el trabajo de la citada sociedad comenzó hace un mes, cuando iniciaron la búsqueda de la fosa en las inmediaciones de la iglesia.

Una vez localizada, los responsables de Aranzadi procedieron a la exhumación de cuerpos. Once cadáveres que representan a todos los que pudieron ser enterrados en dicha fosa. A este respecto, Etxeberria lamentó que la fosa se «mete por debajo de la carretera. De tal manera que no vamos a poder rescatar todos los esqueletos».

«Pero siempre suelo decir que esto es simbólico, porque unos representan a otros. Estos representan a todas aquellas personas a las que nunca encontraremos», explicó el forense, que aprovechó el acto para recordar que entre los huesos se han localizado lápices. «Ese lapicero, con el cual uno estando en la cárcel o en el frente escribe a su madre, a su novia o a su mujer, nos obliga a seguir hablando de esta historia en positivo, reivindicando lo que significan los derechos humanos de cara al pasado y al futuro», advirtió.

En referencia al próximo paso, el presidente de Aranzadi, que agradeció la colaboración de lad diferentes instituciones, anunció que los científicos tratarán de sacar ADN de los huesos para poder identificar a los muertos. «Tenemos una lista muy amplia de quienes murieron en esta posición. Si obtuviéramos ADN nos plantearíamos contactar con algunas familias, pero no queremos crear falsas expectativas», concluyó.

Por su parte, el portavoz del Gobierno autonómico señaló que los milicianos hallados en Zigoitia «murieron violentamente en diciembre de 1936 por defender la legalidad democrática y por defender unas instituciones de autogobierno que en aquel momento estaban seriamente amenazadas».

De cara a un futuro, Erkoreka apostó por afianzar «nuestra convivencia presente y futura, para que los derechos humanos no se vean quebrantados de una manera violenta porque alguien quiera ejercer libremente la defensa de la democracia, de la libertad y de unas instituciones de autogobierno. En torno a estos valores hemos de construir nuestra convivencia de cara a los próximos años».

Un reconocimiento

Félix Placer, pieza clave en la localización de la fosa común, fue el último protagonista en someterse a las preguntas de los medios. El párroco destacó cómo la exhumación de los cuerpos ha sido un acto de «memoria, de reparación y de reconocimiento. Reconocimiento de un sufrimiento que prácticamente ha estado olvidado por miedo y por discreción».

En este sentido, el sacerdote admitió que el reconocimiento es extensible a todos los civiles que padecieron los avatares de la sublevación militar. «Un pueblo que fue masacrado por una guerra que no tuvo ningún sentido, que fue completamente injusta y antidemocrática», remarcó mientras explicaba que con esta iniciativa pionera, a la que espera que le sigan otras similares en los tres herrialdes de la CAV, los vecinos quieren «reconocer la dignidad de todas las personas» fallecidas.

Después de pasar los correspondientes análisis científicos, los cuerpos de los once milicianos serán enterrados en el cementerio de Etxaguen, junto a otra fosa común de 1936. Dos muestras de los crímenes cometidos por el fascismo en Araba.

 

Pintan el nombre del Chato de Berbinzana en el monolito de Larraga

Vecinos de Larraga han denunciado que el monolito en recuerdo a los 47 habitantes de este localidad navarra que fueron fusilados en 1936 ha sido atacado con pintadas fascistas.

Los autores del ataque al monolito, en el que están grabados las identidades de los fusilados, pintaron encima el nombre del Chato de Berbinzana, Pedro Díaz Terés, uno de los falangistas más activos a la hora de fusilar a vecinos comprometidos en las luchas sociales en varias zonas de Nafarroa. El monolito en recuerdo a los fusilados de Larraga fue inaugurado en abril del año pasado por el alcalde de esta localidad de Tafallaldea, Antonio Lamberto (PSN), quien recordó que en esta zona de Nafarroa «no hubo guerra, sino que los franquistas fueron casa por casa a buscar a quienes pensaban diferente para asesinarlos con total impunidad» y destacó la necesidad de otorgar a estas víctimas verdad, justicia y reparación. El alcalde agradeció la implicación de los vecinos y de los ediles ragueses de PSN y Bildu.

Larraga fue una de las localidades navarras que más cruentamente padeció la represión franquista en 1936. Una de sus vecinas, Maravillas Lamberto, de 14 años, fue violada por los franquistas delante de su padre antes de que mataran a ambos. Martxelo DÍAZ

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