Presión creciente sobre el presidente Hollande por el affaire Cahuzac
En medio de la catarata de escándalos en torno a François Hollande y su gabinete, la presión a favor de una remodelación del Gobierno aumenta a cada hora que pasa y no solo desde la oposición, sino incluso en el seno de la coalición entre socialdemócratas y verdes.
GARA |
Tras la inculpación por fraude fiscal -una cuenta no declarada en Suiza- del dimisionario ministro de Finanzas, Jérôme Cahuzac, el diario «Le Monde» revelaba ayer que el tesorero de la campaña presidencial de Hollande, Jean-Jacques Augier, sería accionista de sociedades en las Islas Caimán, un paraíso fiscal. Augier se defendió ayer en una entrevista a la agencia France Presse en la que aseguró que no hay incompatibilidad entre estas inversiones «en el desarrollo de actividades culturales entre Francia y China y mi trabajo para Hollande».
El problema es que llueve sobre mojado y su nombre ha salido en el marco de una investigación realizada por 26 medios de comunicación sobre los paraísos fiscales. Todo ello en el marco del affaire de las mentiras de Cahuzac sobre su cuenta secreta en Suiza. En este contexto, las medidas anunciadas el miércoles por Hollande para moralizar la vida pública han sido calificadas de insuficientes por la oposición de derecha y de extrema derecha y por la izquierda.
«Son cataplasmas en una pierna de madera», ironizó el portavoz del Partido de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon.
Siguiendo los pasos del Frente Nacional (extrema derecha), el líder de la oposición de derecha (UMP), Jean-François Copé, instó al presidente Hollande «a cambiar completamente su Gobierno. La única salida posible es una remodelación gubernamental de gran amplitud, incluido el primer ministro, que permita a François Hollande, dar un poco de serenidad al país, cambiar de política».
Desde el seno de la coalición gubernamental, la ministra verde Cécile Duflot (Vivienda) exigió «una respuesta política fuerte, en el fondo y la forma». En el campo del PS, Anne Hidalgo, candidata a la Alcaldía de París, admite la necesidad de debatir sobre un cambio de Gobierno, «aunque no en caliente».
No hay títere con cabeza
Con la popularidad en niveles históricamente mínimos, Hollande ha contagiado su mal momento a todo el Gabinete. Acusado de haber protegido a Cahuzac, que estaba bajo su tutela, el ministro de Economía, Pierre Moscovici, afronta crecientes críticas.
El ministro de Interior, Manuel Valls, declaró ayer que si fuera primer ministro destituiría a quien dentro del Gabinete le faltara al respecto. Una referencia clara al desmarque del ministro de Industria, Arnaud Montebourg, quien reprochó al primer ministro, Jean-Marc ayrault, de «gestionar Francia como un consejo municipal».
De visita a Marruecos, Hollande se dedicó a ensalzar al aliado alauí por sus «reformas» y a alabar su posición sobre el Sahara. Eso le sirvió para no decir ninguna palabra sobre la crisis que afecta a su gestión y a su Gabinete.