El público sigue buscando a «Sugar Man» en las salas cinematográficas
La conexión entre el músico mexicano-estadounidense Sixto Rodriguez y varias generaciones de afrikáners antiapartheid es tan extraordinaria que ha conseguido enganchar tanto a la crítica -premios como el Óscar lo atestiguan-, como al público. Seis semanas lleva en cartel este emocionante documental musical, rompiendo récords.
Amaia EREÑAGA | DONOSTIA
Hay una frase hecha que dice aquello de que la realidad siempre supera a la ficción. En el caso de la historia de Sixto Rodríguez, plasmada en el documental «Searching for Sugar Man», le va que ni anillo al dedo. Seis meses llevaba viajando por África y Sudamérica el cineasta sueco Malik Bendjelloul, a la búsqueda de buenas historias para su próximo proyecto, cuando en Cape Town se encontró con Stephen Sugar Segerman «y me habló sobre Rodríguez -relata-. Me quedé complemente atónico: no había escuchado una historia mejor en mi vida».
Este documental musical, que estuvo a punto de no llegar a las salas por falta de financiación, lleva seis semanas en cartelera, algo nada habitual en un producto de su género. Multipremiada y ganadora además del Óscar al mejor documental de 2012, también fue elegida Mejor Película en el reciente Dock of the Bay, el festival de cine documental de Donostia. «Instalado» desde el 22 de febrero en las salas estatales, según los datos facilitados por la distribuidora Avalon, a fecha del pasado miércoles llevaba recaudados 226.420 euros y la habían visto 32.587 espectadores. Actualmente hay diez copias -se estrenó con doce, por lo que su cifra no está nada mal-, y entre nosotros se mantiene en salas en Donostia e Iruñea. Con un arranque de taquilla normal en su primera semana de proyección, el segundo fin de semana subió un 75%, según datos de Avalon.
En Bilbo, sin embargo, no se mantuvo en taquilla más que una semana, mientras que en otras ciudades, como Iruñea y Zaragoza, se «animaron» después de la primera semana. Actualmente sigue en cartelera en los Golem Yamaguchi de Iruñea y en los cines Trueba de Donostia, en ambos en versión original subtitulada.
Pero rebobinemos: Stephen Sugar Segerman, el propietario de una tienda de discos y quien puso sobre la pista de esta historia al director Malik Bendjelloul, debía su sobrenombre a «Sugar Man», una de las canciones recogidas en el disco «Cold Fact», grabado a finales de los 60 en Detroit por un carismático intérprete llamado Sixto Rodríguez. Pese las esperanzas que tenían puestas en él sus productores, quienes pensaban que tenían a otro Bob Dylan entre manos, el disco pasó desapercibido en EEUU -de hecho, se vendieron seis copias- y el misterioso cantante cayó en el olvido. Pero una copia pirata de aquel «Cold Fact» llegó a Sudáfrica a principios de los 70, donde, gracias al boca a boca, se convirtió en un trabajo mítico para los jóvenes liberales blancos contrarios al appartheid, atraídos por su voz y su mensaje antisistema.
Rodríguez, se relata en el documental, era como Elvis -llegó a ser disco de platino, pese a la prohibición del Gobierno-, y su figura era tan misteriosa y legendaria como la del rey del rock; agrandada además por la falta de noticias sobre él, causada por el bloqueo internacional y la censura interna. Circulaban terribles historias sobre su muerte, hasta el punto que decían que se había pegado fuego en el escenario.
El disco «Cold Fac» de Rodríguez se convirtió en el himno de la resistencia blanca en la Sudáfrica del apartheid. El boca a boca también ha servido para mantener el documental en las salas. Y Sixto Rodríguez resurge de vez en cuando de sus cenizas: actuará el 25 de mayo en el Primavera Sound de Barcelona.
Director: Malik Bendjelloul.
Duración: 86 minutos.
País: Suecia, Gran Bretaña, 2011.
Género: Documental musical.
No es cuestión de avanzar muchos datos sobre lo que relata el documental -es una pena romperle la magia a quien no lo hayan visto-, pero sí se puede decir que la búsqueda de Rodríguez emprendida por «Sugar» Segerman y el periodista musical Craig Bartholemew depara muchas sorpresas y momentos emocionantes. Además, hay al menos dos descubrimientos remarcables: uno, el propio Sixto Rodríguez, una persona fiel a sí misma y sus ideales, que se antoja a ratos hasta un mártir. «De él aprendí que es posible vivir la vida según tus propios términos», explica el director del documental. «Aunque sea un sacrificio enorme es tu vida y te arrepentirás si no lo intentas». Y dos, se plasma algo de lo que se ha hablado muy poco y que es el movimiento subversivo liberal blanco contra el appartheid. Todo ello, con una banda musical estupenda a cargo de Rodríguez. A.E.