Representantes de Bildu y Aralar-NaBai registraron ayer la moción de censura contra la presidenta del Gobierno navarro, Yolanda Barcina, con el parlamentario independiente Juan Carlos Longás como candidato formal, aunque el objetivo declarado de la iniciativa es remover al actual Ejecutivo y convocar elecciones. Cuando UPN se halla en franca minoría parlamentaria y acosada por actuaciones judiciales y movilizaciones populares, la lógica aritmética debería propiciar que la moción salga adelante y la ciudadanía navarra sea llamada a las urnas.

Sin embargo, el PSN, que ayer mismo insistía en pedir la dimisión de Barcina, ha anunciado que no apoyará la moción, lo que daría a la presidenta la oportunidad de mantenerse siquiera unos meses más en el Ejecutivo, y hurtaría a la sociedad la posibilidad de votar por el cambio. Es curioso, en este sentido, que otros grupos pongan el acento en la inoportunidad de la moción por no tener mayoría suficiente, cuando hay tiempo de sobra para generar los consensos necesarios. Si hay voluntad, la oportunidad de abrir una nueva etapa en Nafarroa es real. No es momento de vértigos sino de respuestas.