La llama (y la cotización) de Picasso siguen vivas cuatro décadas después de su muerte
«Desde los 28 años había quedado libre de preocupaciones monetarias, a los 38 era rico y desde los 65 fue millonario», recuerda el ganador del Booker Prize John Berger en la biografía de Pablo Picasso que se ha reeditado con motivo del cuarenta aniversario de su muerte. Millonario comunista, idolatrado como un rey, con amores y desamores tremendos, es uno de esos personajes que tienen hasta coletilla: «el genial pintor malagueño».
Amaia EREÑAGA
Pocas veces un artista ha sido tan fecundo y ha influido tanto en el arte de la época que le tocó vivir como Pablo Ruiz Picasso. El pintor, escultor, ceramista y creador del cubismo murió el 8 de abril de 1973 a los 91 años de una embolia pulmonar en su casa de Mougins (sureste del Estado francés).
Han pasado cuatro décadas, pero rara es la temporada en la que no se le dedica alguna retrospectiva en algún gran museo internacional o su obra aparece como invitada en alguna exposición. Actualmente, por ejemplo, podemos ver una de sus obras en «L'art en guerre. Francia, 1938-1947: de Picasso a Dubuffet», la muestra que permanecerá en el Guggenheim bilbaino hasta el 8 de setiembre. Organizada por el Musée d'Art moderne de la Ville de Paris, Paris-Musées y el propio Guggenheim, nos presenta a un Picasso recluido durante la ocupación nazi en su taller de la rue des Grands Augustins, donde había pintado el «Guernica» en 1937 -todo un icono del arte del siglo XX-, amenazado por la Gestapo y sin ciudadanía francesa.
Existen al menos siete museos en Europa que llevan su nombre: los hay en París, Antibes, Vallauris, Barcelona, dos en su natal Málaga, y otro en Münster, Alemania. El Museo Picasso de Barcelona, que cuenta con más de 3.800 obras en su colección permanente, celebra además este año los cincuenta años desde su apertura. El programa de conmemoración del museo incluye cinco exposiciones sobre Picasso: la primera es «Los orígenes», y reúne dibujos, grabados y documentos del artista, que llegó con su familia a la capital catalana en 1895. La muestra, ya inaugurada, se extenderá hasta el 9 de junio. Luego, el 4 de julio se instalará «La colección»: son sus obras de juventud y la serie «Las Meninas», de 1957. La última para este año se inicia el 14 de noviembre y exhibirá la colección completa de Picasso. Ya en 2014 estarán sus «Autorretratos» (mayo) y «La vida y obra del artista» (octubre), parte de la colección del Cleveland Museum of Art de EE.UU. Además, por estos días en Málaga, su ciudad natal, se muestran 53 obras de la infancia y juventud del artista.
La obra de Picasso siempre está en primer plano, también en el mercado del arte, donde su legado aparece siempre en la lista de las cotizaciones más altas. El pasado mes de marzo saltaba la noticia de que el multimillonario estadounidense Steve Cohen había comprado en secreto «Le Rêve» (1932), un retrato de Marie-Therese Walter, por nada menos que 120 millones de euros. El cuadro era propiedad hasta entonces del magnate de Las Vegas Steve Wynn, quien a mediados de los años noventa lo dañó accidentalmente cuando iba a enseñarlo a unos amigos. La cifra pagada batió el récord de los 106 millones de dólares que en 2010 se pagaron por «Desnudo, hojas verdes y busto», y que representaba el valor más alto pagado hasta ahora por una obra de Picasso.
Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso nació 25 de octubre 1881 en Málaga. Niño prodigio, adoptó el apellido italiano de su madre y entró en Bellas Artes en Barcelona donde enseñaba su padre y luego pasó a Madrid, donde no pasó inadvertido su genio.
A principios de siglo, cuando se trasladó a París, comenzó su «período azul», poblado de pobres desheredados. Le siguió la «época rosa» (1905-1907) y sus primeras esculturas. Con sus amigos Max Jacob, Paul Fort y Henri Matisse vivía como un bohemio. 1907 fue el año de su consagración: pintó su famosa «Demoiselles d'Avignon», que marcó el nacimiento del cubismo, al que fue fiel durante una década. También inventó con Georges Braque los collages. Durante los años 20, pintó retratos inspirados por Ingres, pero pronto abandonó el estilo tradicional por el surrealismo (1925-1929).
Picasso pasó la Segunda Guerra Mundial en París. Después de la Liberación, se unió al Partido Comunista, más que nada como reacción por la Guerra Civil española, aunque no fue un miembro activo. El Salón de Otoño de 1944 fue un nuevo triunfo, que propició que, un año más tarde, se le dedicara una gran retrospectiva en Londres. Sus pinturas ya se vendía en el mercado a precio de oro.
A partir de 1953 se instaló en el Midi francés. Era ya famoso y reconocido en el más amplio sentido de la palabra y se dedicó a pintar y a diseñar a un ritmo endiablado. En 1971, las celebraciones de su noventa cumpleaños se convirtieron en algo apocalíptico: la gran galería del Louvre expuso por primera vez en su historia la obra de un artista vivo.
La vida de este creador de personalidad magnética se caracterizó por la creación, pero también por las pasiones amorosas -«para mi desgracia, y puede que también para mi alegría, hago las cosas según mis amores», declaró-. Sus compañeras más famosas fueron Marie-Thérèse Walter, que se ahorcó cuatro años después de su muerte, la fotógrafa Dora Maar y la pintora Francoise Gilot, quien tiene en la actualidad 91 años de edad. Se casó con la bailarina de ballet Olga Khokhlova (1918-1955) y Jacqueline Roque (1961-1973), quien se suicidó de un disparo en 1986. Tenía dos hijos y dos hijas: Paulo con Olga, Maya con Marie-Thérèse, Claude y Paloma -en memoria de la paloma de la paz que realizó para la ONU- con Françoise.
Unos destacaban su sencillez, generosidad e incluso su modestia. «He pasado mi vida pintando como un niño», decía. Otros, como Françoise Gilot y Marina, su nieta, hablaban de su crueldad sicológica, su carácter irascible y su carácter de ogro. En «Fama y soledad de Picasso», editado en Inglaterra en 1965 y reeditado ahora en una versión revisada por Alfaguara con motivo del cuarenta aniversario, el retrato que se ofrece es bastante crítico. El trabajo de John Berger, cruce de biografía y ensayo y que fue publicado cuando PIcasso todavía vivía, fue calificado en su día por la prensa británica como «doctrinario y perverso».
Todo surgió por la fascinación del escritor y crítico de arte inglés -el Brooker es el principal premio literario inglés- por el «Guernica». Era el año 2006 y John Berger quería ver en directo el lienzo que Picasso creó tras el bombardeo de la población vizcaina. En su libro, Berger pone el foco en el personaje, que compara con Rafael o Robespierre, por la fama de ambos en la época en la que vivieron. En su momento de mayor genialidad, dice, Pablo Picasso era el pintor revolucionario que desafiaba a los valores de su época. En su momento de mayor fama, era como un personaje de la realeza: idolatrado, rico y en absoluto aislamiento. «El hombre, su personalidad, dejó en la sombra al arte», agrega Berger.
En sus páginas, John Berger hace referencia a «la personalidad en extremo poderosa que construye la leyenda». En los últimos años de su vida se rodeó de una corte, en la que él era el rey, «y los efectos del halago y del aislamiento consiguientes han sido devastadores, no solo sobre el juicio de todas aquellos que lo conocen, sino sobre su propia obra». Su obra, mantiene, llegó a su cúlmen en 1954 y a partir de ahí declinó; incluso dice que su obra no son sino variaciones de los trabajos de otros pintores.