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Juan Sánchez Vallejo Médico Psquiatra, Sindicato Médico de Euskadi

Hospital de Eibar: expectativa frustrada

El miembro de la ejecutiva del Sindicato Médico de Euskadi relata los prolegómenos del supuesto proyecto de Hospital para subagudos en Eibar, que según le reconoció un portavoz del anterior Ejecutivo de Lakua, «más que un proyecto es una idea». Sánchez Vallejo, que aclara desear que este centro sanitario se construya, advierte que después hay que llenarlo y recuerda infraestructuras construidas en el Estado español, que sin funcionar están gastando grandes cantidades de dinero público.

Vaya por delante, como médico y ciudadano eibarrés que soy, mi deseo de que se construya cuanto antes en Eibar el ya famoso (¡y sin existir aún!) Hospital de subagudos de Eibar. También deseo expresar mi apoyo desinteresado a cualquier tipo de movilizaciones ciudadanas o actividades a favor de este proyecto. Que quede esto bien claro, más que nada por si algún lector tiene la tentación de sacar conclusiones sesgadas de lo que quiero escribir en este artículo de opinión.

Entrando ya en materia tengo que afirmar que, efectivamente, el Departamento de Sanidad del anterior Gobierno Vasco tenía entre sus proyectos la construcción de un hospital para subagudos en Eibar. Los mismos gestores de este organismo, en reunión bilateral con el Sindicato Médico de Euskadi (SME, al que estoy afiliado) y la Federación de Facultativos de Hospitales de Euskadi (FFHE), nos pasaron algunas diapositivas donde aparecía señalado el hospital. Al finalizar dicha reunión un servidor se acercó al responsable de aquella información con la sana intención de concretar y perfilar datos referentes a previsibles fechas de comienzo y/o finalización del mismo, así como otros asuntos de índole presupuestaria. El amable funcionario se limitó a «encogerse de hombros» mientras me decía, «...uff, eso va para largo; en realidad más que proyecto es una idea...».

El meollo de la cuestión está en que por aquellos días el Ayuntamiento de Eibar, no recuerdo si por boca del propio alcalde o de algún concejal, ya había soltado con alborozo a algunos medios de comunicación la gran noticia de la construcción de un hospital en nuestra ciudad, creando las lógicas y alegres expectativas en la ciudadanía eibarresa.

Visto lo visto, un servidor acompañado de otras personas cercanas (a mis puntos de vista en estas materias) nos entrevistamos con el alcalde (también estaba presente un concejal de su grupo político). Personalmente les advertí del riesgo que suponía para la ciudadanía, y más en época de crisis y penuria, crear falsas ilusiones; les dije que por los datos que yo había obtenido de primera mano el hospital iba ¡para largo, para muy largo (si es que finalmente se hacía)!, y que no cayera el grupo municipal gobernante en la tentación de utilizar este hermoso proyecto como señuelo electoral.

Pero sin hacernos caso alguno nuestro Gobierno municipal ha venido inflando el globo de este ya tristemente famoso Hospital de Eibar, y no ya a través de los medios de comunicación sino a través de operaciones económicas y urbanísticas muy arriesgadas que podemos pagar todos los eibarreses (hay por medio dinero público, no lo olvidemos). Se ha producido, al menos que se sepa, la compra por parte del Ayuntamiento de los terrenos donde va a ser ubicado el hospital (eran de propiedad privada), así como la adjudicación de las obras a determinada empresa (o empresas, desconozco los detalles). ¿Y ahora, qué? ¿Qué va a ocurrir con dicha empresa (o empresas)? ¿Se van a limitar a decir «que lo vamos a hacer», o exigirán, lógicamente, los daños y perjuicios derivados de la demora sine die del comienzo de las obras? ¿Y si, en el peor de los casos, no se construye el hospital?

Amplío más detalles: hace pocas fechas (exactamente el pasado 18 de febrero) un servidor acudió como invitado, representando a mi sindicato (SME-FFHE), a la primera reunión de la Comisión de Salud del nuevo Gobierno Vasco, celebrada en sede parlamentaria y presidida por el nuevo consejero Dr. Darpón. Fui así testigo directo de las referencias que en esta reunión se hicieron del Hospital de Eibar (más bien pocas y escasamente precisas). En la exposición general de su programa el consejero no mencionó para nada este proyecto, pero los grupos parlamentarios allí presentes sí lo hicieron en sus turnos de réplica (en concreto el PP y el PSE-EE). La respuesta literal del Dr. Darpón fue la siguiente: «El hospital de Eibar se contempla como proyecto a medio-largo plazo; y yo desde luego entre priorizar proyectos ya iniciados (en construcción), como pudiera ser el de Urduliz, y otros sin iniciar yo siempre optaré por los ya iniciados (sic)».

Hace algunos meses, quizás dos o tres, solicité a través de llamada telefónica entrevistarme con el alcalde o cualquiera de sus concejales para hablarles del proyecto del hospital (y así se lo hice saber a quien recogió mi llamada) y ponerles al corriente de mis impresiones (más bien pesimistas) tras las noticias de primera mano que un servidor tenía. Se me contestó que no era posible hablar con ellos «porque estaban reunidos» (lo de siempre, vamos), pero que les pasaba nota para que me llamaran tras «la reunión». Pues bien ¡hasta la fecha, nada de nada!

Conclusiones: miren ustedes, un hospital no es cualquier cosa; no es como construir un chalecito o unas escaleras mecánicas. Es un centro sanitario que exige, aparte de una gran inversión económica, una enorme inversión en personal sanitario y alta biotecnología. Como médico y como persona me preocupa muy especialmente el capítulo destinado al personal sanitario del hospital. Porque señores y señoras, un hospital hay que llenarlo. Parece una simpleza esto que digo, pero tiene su aquel. Me pregunto cómo y de qué manera se «llenaría» este hospital ante una política de Osakidetza que se fundamenta (alegando razones de crisis y carencias financieras) en congelar e incluso restringir la actual plantilla de personal. Así de claro y contundente se nos viene diciendo a los sindicatos sanitarios.

Por esta mismísima razón ya hay en España (concretamente en las comunidades de Madrid y Castilla La Mancha) una serie de hospitales recién construidos pero cerrados; esqueletos de cemento que da grima (y rabia) verlos. Miles de millones malgastados, tirados poco menos que a la basura (y recuerdo que es dinero público: nuestro dinero) por una mala política de inversiones, en la que ha primado más el populismo localista que el sentido común. ¿Aeropuertos sin aviones? Pues mucho más ridículo y escandaloso (y caro, añado) es un hospital sin sanitarios.

Y como muestra vale un botón: El macro-hospital de Collado Villalba (Madrid) está cerrado a cal y canto por «falta de presupuesto»; cuesta al erario público la friolera de 900.000 euros al mes. Pese a que no funciona, el Gobierno regional está obligado a pagar el canon a la empresa Capio, que lo ha construido y lo gestionará durante 30 años («El País», 3-marzo-2013). Así que el consejero Darpón, del que me separan ideológicamente muchas cosas, hace muy bien en tentarse la ropa ante este proyecto, por mucho que nos duela a los eibarreses. ¡Con el dinero público (insisto machaconamente) no se juega!

Y ahora me dirijo al señor alcalde, como cabeza visible de la ciudadanía eibarresa: ¿estaría (estaríamos) dispuesto(s) a correr los riesgos reales, incluso probables, que acabo de describir y que ya están sufriendo otras comunidades como Madrid, mucho más poderosa económicamente que la nuestra? Voy aún más lejos en mis preguntas: Señor alcalde, ¿qué va a pasar con los compromisos financieros establecidos desde el Ayuntamiento con la empresa adjudicataria de las obras del hospital, ante el «aplazamiento sine die» de las obras (usted mismo toca este tema en entrevista reciente, referida en páginas locales de algún periódico)? ¿Tendremos en Eibar un caso parecido al de Collado Villalba?

Finalizo reiterando mi disposición a apoyar cualquier iniciativa encaminada a dotar a Eibar de este u otros proyectos que redunde en calidad sanitaria para todos los eibarreses y las eibarresas.

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