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Andinismo Patagonia

Primera a la oeste de la Torre Egger firmada por los Ragni di Lecco

Tras dos intentos anteriores, Matteo della Bordella y Luca Schiera terminan el proyecto que lleva por nombre «Notti Magiche». La nueva y primera línea de la cara oeste de la Torre Egger tiene 1.000 metros y 30 largos, y dificultades técnicas de 7a, A2 y WI4.
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Andoni ARABAOLAZA

Mientras un buen número de alpinistas escalaban la mítica vía de los «Ragni» de la cara oeste del Cerro Torre, dos representantes contemporáneos de dicho grupo italiano, Matteo della Bordella y Luca Schiera, se hacían con la primera ascensión de la difícil y comprometida cara oeste del Cerro Egger. Era el pasado 2 de marzo cuando finalizaban un proyecto que les ha costado tres intentos. La nueva vía en cuestión se llama «Notti Magiche», tiene 1.000 metros de recorrido y 30 largos, y dificultades técnicas de 7a, A2, WI4.

Así pues, los Ragni di Lecco han dejado una vez más su impronta en las paredes de Patagonia. Tal y como adelanta Della Bordella, han necesitado tres años, pero finalmente han terminado esta sobresaliente apertura: «El proyecto nació hace tres años, cuando Matteo Bernasconi y yo fuimos a Patagonia en busca de un objetivo difícil. Hemos invertido mucho tiempo y energía. En el primer intento, el mal tiempo nos echó atrás. Yo carecía de experiencia, no sabía lo que significaba Patagonia. Por lo menos, nos enseñó a entender cómo funciona. En el segundo intento nos quedamos a 30 metros por debajo del collado Egger-Herron. Una caída en la que saltaron todos los seguros excepto un camalot del 0,3 del que nos quedamos colgando fue el detonante de la retirada. Abrimos 23 largos y solo colocamos dos seguros fijos».

En este tercer y definitivo ataque ha participado también el joven alpinista de 22 años Schiera, en su primera experiencia en las tapias de Patagonia. El trío sabía que para tener éxito las condiciones les tenían que acompañar: «Sabía lo que me esperaba, así que me preparé a tope, tanto física como sicológicamente. La Torre Egger es una de las más difíciles del mundo. La escalada es técnicamente dura en roca vertical y hasta desplomada. Sí, tiene muchas fisuras, pero ninguna repisa para tomar descanso. Además, una sección de la pared está expuesta a coladas de nieve y hielo que caen desde los hongos de la parte superior. Por suerte, a diferencia de los intentos anteriores, en esta temporada la pared estaba más limpia».

Como cabía esperar, los italianos no lo tuvieron nada fácil. La meteo de febrero no era buena y así el mal tiempo abortaba todos los ataques. Finalmente les llegó esa esperada ventana. Bernasconi volvía a casa por motivos laborales, y sus dos compañeros, tras siete días acampados en el glaciar, el 1 de marzo le daban el pegue definitivo. Llegan al collado después de realizar una variante de unos cinco largos para evitar un peligroso desplome. Vivac en el collado, y alcanzan la cumbre. La primera ascensión a la cara oeste de la Torre Egger ya era una realidad gracias al esfuerzo de tres años de los representantes de los Ragni di Lecco.

Buena organización

A pesar de haber realizado una ruta de un kilómetro de recorrido en total, hay que aclarar que de los mil metros 800 son nuevos, ya que los dos protagonistas hicieron cima desde el collado siguiendo la ruta «Huber-Schnarf». Otro dato que también hay que tomar en cuenta es que los italianos utilizaron la cuerda ya fijada en anteriores ataques. Sobre este tema, el propio Della Bordella no ha querido escaquearse y ha ofrecido su opinión: «Las cuerdas fijas de la parte inferior eran de hace dos años, y las otras del año pasado. Sin duda, dichas cuerdas han hecho que la escalada fuera más fácil. No tiene nada que ver ir en estilo alpino o jumarear por las cuerdas. Casi la mitad de las tiradas las jumareamos, y con ello ahorramos tiempo y energía».

En el ataque definitivo, la cordada también sufrió un percance: «Hubo un desprendimiento con susto incluido, justo cuando estábamos decidiendo si vivaquear o descender. Eran las 17.30 de la tarde y, como se trata de la cara oeste, le daba el sol. Decidimos seguir el descenso al día siguiente con más frío».

Sobre la clave del éxito en esta escalada, el alpinista afirma que la organización en la pared es fundamental: «Para escalar una tapia de este tipo hay que tener muy claro cómo hacer frente a las tiradas, qué material utilizar, el manejo de las cuerdas... Es evidente que para enfrentarte a esta cara oeste necesitas buen tiempo; tal vez haya alguien que lo escale en malas condiciones. Por otro lado, como ya conocía bien la ruta, decidimos que fuera yo quien liderara todos los largos, entre otras cosas, porque el desarrollo de la escalada es más rápida y eficaz. En cambio, en las tiradas del hongo somital le pregunte a Luca si quería ir en cabeza. Y sí, los lideró».

Y buena compenetración

Fatiga, alivio, satisfacción... un cúmulo de sensaciones una vez de pisar cima. Como señala el alpinista italiano, han sido tres años intensos: «La mayor presión la vivimos cuando llegamos al collado. Sabíamos que el objetivo lo teníamos muy cerca, y eso nos dio alas. En la última parte estábamos más relajados, ya que la pared no es tan abrupta. Pero todavía quedaba el descenso, y nos concentramos para no cometer errores. Como teníamos tiempo, fuimos más lentos -explica- aunque, no nos engañemos, queríamos hacer las cosas lo más rápido posible. Que las previsiones dijeran que teníamos cuatro días de buen tiempo por delante no nos metió demasiada presión. En algún momento pasamos miedo subiendo por las cuerdas fijas pero, en general, todo fue bien».

Por último, Della Bordella ha querido mencionar el trabajo de su colega Luca Schiera: «Era su primera experiencia fuera de los Alpes; su primera expedición. Pero tiene mucho talento, y creo que se encontró como si estuviera escalando en su entorno. Por encima de todo me llamó la atención su concentración y las ganas que le ponía a todo lo que rodeaba la escalada. Nos hemos compenetrado muy bien, y eso ayuda mucho».

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Los alpinistas italianos se hacen con la primera ascensión de la cara oeste de la Torre Egger: «Notti Magiche» (1000 m, 7a, A2, WI4).

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Luca Schiera y Mateo Della Bordella finalizan un objetivo que hace tres años emprendieron Della Bordella y Mateo Bernasconi.

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