«Los turcomanos vivimos atrapados entre kurdos y árabes»
El rostro más visible de la minoría turcomana en Irak habla para GARA de las dificultades que atraviesa su pueblo cuando se cumplen diez años de la invasión del país. Dicen sentirse discriminados por la administración autónoma kurda y teme que Kirkuk se convierta en un campo de batalla, por los movimientos prebélicos que observa.
Karlos ZURUTUZA | KIRKUR
Antes de comenzar la entrevista y justo después del ritual del té, Salehi ordena a su ayudante imprimir un mapa de Irak. Con un bolígrafo verde sombrea una línea transversal que va desde la frontera noroccidental, justo donde Irak toca con Siria y Turquía, hasta un punto en la frontera de Irán, a la altura de Bagdad. «Talafar, Mosul, Erbil, Kirkuk... Estamos aquí desde hace más de mil años», dice Salehi, con un gesto risueño que transmite más inquietud que satisfacción. Al fondo, un televisor de plasma retransmite la voz sincopada de una presentadora turca desde el Gran Bazar de Estambul.
¿Cómo resumiría la situación actual del pueblo turcomano en Irak?
Tras la invasión en 2003 todos esperábamos mejoras pero lo cierto es que hoy nos encontramos noqueados por el sistema. Desgraciadamente, nuestro pueblo no es ajeno a la gran cantidad de problemas a los que se enfrentan hoy los iraquíes en su conjunto. Pero a éstos hemos de añadir las dificultades para preservar nuestra lengua y culturas y la disputa con nuestros vecinos kurdos sobre nuestra tierra.
¿Acaso no han mejorado recientemente las relaciones entre ustedes y Erbil?
Existe un consenso, una voluntad de convivencia con ellos pero esa sólo es la teoría. Sobre el terreno las cosas son muy diferentes. Antes kurdos y turcomanos padecíamos prácticamente los mismos males pero hoy parece que a ellos se les ha olvidado. Nosotros también fuimos víctimas de las campañas de genocidio y desplazamiento forzoso a manos de Saddam Hussein. Durante Saddam todo se hacía en beneficio de los árabes y hoy los kurdos hacen lo mismo.
¿Podría explicarse?
Lo haré con un ejemplo muy gráfico. Justo al otro lado de esta calle hay una casa recién construida pero sin permiso de la administración local. La ley exige su derribo pero, al tratarse de una casa kurda, el proceso acaba deteniéndose. Esta en concreto pertenece a kurdos que ni siquiera son de Kirkuk, y se dan miles de casos similares en toda la ciudad. Tienen el apoyo de los partidos kurdos para establecerse y lo acaban consiguiendo. Nosotros insistimos en mejorar nuestras relaciones con los kurdos pero actitudes como ésta no ayudan.
¿Cuáles son los kurdos que sí son de Kirkuk?
Son todos aquellos que no se han trasladado aquí con documentos falsos y que llevan viviendo entre nosotros por lo menos desde la década de los 50.
¿Siguen ustedes manteniendo que Kirkuk es «tierra turcomana»?
Por supuesto. Nosotros somos los habitantes originales de la ciudadela de Kirkuk. Los árabes y la mayoría de los kurdos vinieron de otras localidades y se fueron instalando fuera de las murallas. La alta tasa de natalidad entre ellos ha jugado a nuestra contra y esa es la razón de que no seamos hoy mayoría en Kirkuk. Nuestro territorio se encuentra hoy disputado entre árabes y kurdos, ese es nuestro primer problema. El segundo es la disputa entre chiíes y suníes por el poder en Bagdad, algo que está incrementando la ya de por si frágil estabilidad del país.
¿Cuál es su propuesta para el estatus aún por definir de Kirkuk?
Si uno examina la geografía de Irak verá que los chiíes son compactos en el sur del país, los suníes en la parte central y los kurdos en el norte. Pero los turcomanos vivimos entre árabes suníes y kurdos, en una zona mixta que nosotros llamamos «Turkmeneli» («tierra de los turcomanos») y en la que también viven cristianos asirios, shabakh, yezidíes... Tanto Bagdad como Kirkuk cuentan con una población muy diversa y, como tales, deberían gozar de un estatus especial. Cuando se redactó la Constitución en 2005, ésta reconocía un estatus diferenciado para Bagdad y Kirkuk pero los kurdos consiguieron eliminar este artículo y sustituirlo por el 140, que permitiría a Kirkuk integrarse en Kurdistán tras un referéndum. Desde el Frente Turcomano apostamos por un Estado descentralizado en el que cada, provincia, o incluso cada ciudad importante, sea Kirkuk, Bagdad, Ramadi, etc, gestione sus propios asuntos mientras que competencias como Defensa o Exteriores sigan perteneciendo a Bagdad. En cualquier caso, seguiríamos reconociendo la existencia legítima del KRG-Gobierno Regional Kurdo.
Algunas fuentes apuntan a supuestas negociaciones entre ustedes y Erbil en torno a una posible integración en la Región Autónoma Kurda. ¿Hay algo de cierto en ello?
La prensa ha magnificado este asunto hasta extremos inimaginables. No se ha producido conversación ninguna a ese respecto pero sí que es cierto que hay un sector de entre nosotros que vería con buenos ojos una eventual integración en el KRG. No se ha cerrado esa vía pero, dígame: ¿Cómo podríamos aceptar algo así cuando Erbil sigue cometiendo arbitrariedades en nuestro territorio? Requisitos imprescindibles serían un total reconocimiento e implicación en el desarrollo de nuestra lengua y nuestra cultura, cuotas de representación en el Parlamento y que al menos uno de los tres cargos más importantes del KRG esté ocupado por un turcomano. Y, por supuesto, que Erbil nos devuelva los territorios que nos pertenecen pero de los que se ha apropiado de facto, como en el caso de Kifri -a 100 kilómetros al sur de Kirkuk-. Desde 2003 hemos llegado a acuerdos estratégicos con los árabes de Kirkuk en torno al Artículo 140 pero hemos llegado a la conclusión de que sintonizar con una parte significa enfrentarse a la otra. La nuestra es siempre una situación muy comprometida.
El Frente Turcomano está presuntamente muy ligado a Ankara. ¿Qué papel juega Turquía en su relaciones con el KRG?
Los turcomanos estamos divididos a este respecto. La realidad es que el KRG tiene buena relación con Turquía, principalmente por los acuerdos energéticos que ambas partes están firmando, pero eso no es algo necesariamente bueno para nosotros. Turquía sigue siendo el mejor modelo de democracia en Oriente Medio; nadie, ni siquiera el presidente o el primer ministro están por encima de la ley. No obstante, también tenemos muy buena relación con otros Estado árabes, algo que es beneficioso para nosotros y para Irak en general
¿Apoya usted el proceso de negociación entre Ankara y el PKK?
Sin duda porque nuestra experiencia personal nos dice que el diálogo es el único camino hacia la paz. En cualquier caso, hay que meditar cada decisión porque el PKK puede llegar a desgastar las buenas relaciones entre el KRG y Ankara.
Mencionaba antes la creciente brecha entre chiíes y suníes. ¿Cómo interpreta las recientes manifestaciones en Kirkuk? ¿Tienen relación con la oleada de protestas en Anbar, Saladino y Nínive, las regiones de mayoría suní?
Las protestas en Kirkuk son mucho menos significativas que las de Falujah, Samarra o Mosul, donde las peticiones son básicamente las de la población árabe suní. Además, dentro de las protestas de Kirkuk hay más de dos grupos diferenciados que no siguen una misma agenda. Comparto las reivindicaciones en lo que respecta a derechos fundamentales, infraestructuras, democracia... pero no aquellas que buscan el colapso del sistema político.
Hay incluso quien habla de una nueva guerra en ciernes en Irak. ¿Qué opina?
Tanto Kirkuk como Irak en su conjunto están siendo gobernados por agentes extranjeros. Los turcomanos vivimos atrapados entre kurdos y árabes, sabemos que la guerra es inminente y estamos asustados. Hemos de evitar a toda costa que Kirkuk se convierta en un campo de batalla entre facciones rivales pero lo cierto es que los movimientos a nuestro alrededor son totalmente prebélicos. Los kurdos han desplegado sus peshmerga por el norte y el este mientras que Maliki ha acuartelado a una unidad militar formada exclusivamente por árabes chiíes s en Hawija -160 kilómetros al suoreste de Kirkuk-. Se trata de un contingente completamente ajeno a Kirkuk que, lejos de garantizar nuestra seguridad, no hará mas que atraer el terrorismo.
«Apostamos por un futuro Estado descentralizado en el que cada provincia, incluso cada ciudad importante, gestione sus asuntos mientras Defensa y Exteriores sigan en manos de Bagdad»
Si bien todos los turcos occidentales han sido llamados «turcomanos», dicho término está actualmente están restringido a dos grupos: los turcomanos de Turkmenistán y partes vecinas de Asia Central y los turcomanos de Siria e Irak, que son grupos étnicos similares pero no idénticos.
Los turcomanos iraquíes habitan sobre todo en las ciudades de Erbil, Talafar, Kirkuk y Mosul y, al igual que los cristianos asirios, dicen ser el tercer grupo étnico más grande en el país tras árabes y kurdos. Sea como fuere, es difícil cotejar tal dato ya que las estimaciones en torno a su número real varían desde los 300.000 individuos hasta los 2.000.000 que calculan fuentes turcas.
De confesión islámica, se calcula que un 60% de los turcomanos de Irak son musulmanes suníes y un 40% chiíes.
El origen de los turcomanos en Irak se remonta al siglo IX. La mayoría de los turcomanos que viven en la región se asentaron en Mesopotamia durante el primer período de los selyúcidas, cuando los turcos emigraron de Asia Central a Anatolia, Persia y Mesopotamia. También se produjeron oleadas más recientes durante el siglo XVIII, cuando la administración otomana buscaba garantizar el transporte y el correo de Bagdad a Estambul y viceversa. Otros fueron enviados a la región a fin de repeler las incursiones tribales, estableciéndose muchos de ellos en las entradas de los valles que dan acceso al territorio kurdo.
Con el ascenso de Saddam Hussein y el partido Baath al poder, las minorías no árabes de Irak fueron sometidas a una brutal campaña de asimilación y los turcomanos no fueron una excepción. El uso de la lengua turca en las escuelas y los medios de comunicación fue vetado por la Constitución, y ya en la década de los 80 Saddam prohibió el uso público de la lengua turca por completo.
La creación de la Región Autónoma Kurda de Irak en 1991 trajo nuevos focos de fricción, esta vez entre kurdos y turcomanos en torno a la soberanía de su territorio. Y es que, junto con la lengua, uno de los principales rasgos identitarios turcomanos es la percepción de ser los legítimos herederos de la «tierra otomana» bajo sus pies.
En 1995, y bajo los auspicios de Ankara, los turcomanos cerraron filas en torno al recién creado Frente Turcomano Iraquí, del que Salehi es hoy presidente. Siete años más tarde, el Partido Democrático de Kurdistán impulsaría la creación de la Asociación Nacional Turcomana, una coalición pro kurda vista por muchos como un intento efectivo de dividir a los turcomanos de Irak.
En las elecciones generales de 2010, Salehi obtuvo un excelente resultado, quedando segundo por Kirkuk y únicamente superado por el kurdo Khaled Shwani.
A pesar de la aparente normalización política en la región, los turcomanos siguen siendo víctimas de salvajes ataques como el del pasado 23 de enero, donde más de 40 miembros de la comunidad murieron en un ataque suicida durante la celebración de un funeral en Tuz Khormato, a 90 kilómetros al suroeste de Kirkuk. K.Z.
«Turquía sigue siendo el mejor modelo de democracia en Oriente Medio. Nadie, ni el presidente ni el primer ministro, está por encima de la ley»