Maite SOROA | msoroa@gara.net
Todo a una carta
La posibilidad de que al rey español le inviten a jubilarse -es un decir, solo se jubila quien trabaja- para dar paso a su hijo es ya más que un rumor en los mentideros oficiales. La imagen del monarca carca está tan deteriorada que algunas y algunos temen que su caida arrastre a todo el mundo. Pero también hay quien cree que como el Borbón se pire, nadie podrá salvar a la monarquía. Así lo piensa Victoria Prego, que en «El Mundo» avisaba ayer: «Si se tambalea el Rey, se tambalea la Constitución». Admite la columnista que existe un plan para hacer que el Jefe de Estado abdique en su hijo, un plan cuyo objetivo es que «la Corona, que ahora mismo es objeto de rechazo por una aplastante proporción de jóvenes (...), salga reforzada porque el Príncipe de Asturias es un muy digno heredero». Sin embargo, por muy digno que le parezca, no lo ve muy claro, porque «hay un nuevo y enorme peligro en todo eso». ¿Cuál? se preguntarán, pues que «han empezado a parecer en medios editoriales informaciones que apuntan directamente a la Princesa de Asturias, y que involucran de forma indirecta a su marido, Felipe de Borbón». Y advierte: «no descartemos de ninguna manera que esta nueva línea de crítica, vendetta, intolerable agresión o como quiera calificarse lo sucedido, tenga continuación por otras vías y con otras fórmulas». O sea, que el sano ejercicio de la crítica periodística es una intolerable agresión. Y se llama periodista...
Prego lamenta además que «bajo el amparo de la Constitución sólo está el Rey. Fuera del Rey, los demás miembros de esa Familia están constitucionalmente a la intemperie». Servidora diría que no tanto, pero ella insiste en que «imaginemos que el Rey hace saber que considera la posibilidad de abdicar y, al mismo tiempo, el Príncipe pasa a estar también bajo el foco crítico y descarnado de la opinión pública (...) podríamos encontrarnos con un escenario en el que resultaría que el padre no, pero el hijo quizá tampoco». Algo que le resulta inaceptable. Así que avisa: «si la Monarquía se tambalea, se tambalea la Constitución, se tambalea nuestro edificio jurídico-político y, con él, nuestro futuro, ya destrozado por una dramática crisis económica y social a la que hay que sumar la amenaza secesionista que palpamos cada día. Un escenario de desastre». Y tanto, aterrada me ha dejado.
Por ello concluye: «el Rey no debe de ninguna manera abdicar». Es decir, se lo juega todo a una carta, al Rey de Copas.