Diez años después de la muerte de José Couso, las posibilidades de hacer justicia son mínimas
Anteayer se cumplieron diez años de la muerte del periodista José Couso en Irak bajo el fuego de un tanque estadounidense. Un tanque de las fuerzas armadas que invadieron aquel país para, según dijeron, conjurar el peligro que suponían unas armas de destrucción masiva inexistentes, como los propios invasores hubieron de reconocer posteriormente. Después la «misión» de estos sería dotar de un sistema de libertades a los habitantes de Irak, país que hoy día, tras la salida de las tropas extranjeras, continúa en una situación de conflicto permanente. Esas tropas dejaron atrás la destrucción en el sentido más extenso y terrible de la palabra, miles y miles de muertos iraquíes y de otros muchos países, entre ellos varios periodistas que, como Couso, solo pretendían contar al mundo las atrocidades que presenciaron.
Diez años después, el proceso judicial por la muerte de Couso sigue abierto, hay varios militares estadounidenses imputados, pero las posibilidades de que todos los responsables de esa y otras 100.000 muertes -por las que ni siquiera se ha abierto proceso judicial alguno- respondan a la justicia son mínimas.