Una década de la muerte de Jorge Oteiza
El Minotauro, en su laberinto de piedra y metal
¿Dónde termina la piedra y comienza el hombre? Cuando nos adentramos en la odisea de Oteiza en su laberinto se asoman preguntas que podríamos concretar en una: ¿En qué consiste el juego: en interpretar o entender a Oteiza? Quizás, la respuesta se encuentre en el niño curioso que fue en realidad el Minotauro Oteiza.
Koldo LANDALUZE
Cuando Jorge Oteiza asumió la cojera legada por Ignacio de Loyola y Lope de Aguirre -santo y guerrero- y construyó un laberinto de piedra, metal y palabra, no pretendió fijar su interés en la propia estructura física de las cosas, sino en los pasillos invisibles que aportan lógica y dan sentido al fin último del laberinto. Cuando el artista recreó estos paisajes cambiantes, tropezamos con una pregunta: ¿Dejó Oteiza de ser niño alguna vez?
El Minotauro niño
En su libro referencial «Quosque tandem...!», el propio Oteiza aportó algunas pistas: «De niño, como todos, sentimos como una pequeña nada nuestra existencia, que nos define como un círculo negativo de cosas, emociones, limitaciones, en cuyo centro, en el corazón, advertimos el miedo -como negación suprema- de la muerte». En las páginas de «Jorge Oteiza: profeta y conspirador» (Baigorri Argitaletxea y Herritar Berri S.L.U, 2007) también encontramos nuevas claves que nos ayudan a progresar en el enigma que sedujo a Teseo. «Oteiza aprovechaba los pequeños hoyos que hacían los carros que se llevaban de la arena para sepultarse en ellos como un gusano subterráneo, y desde allí, acurrucado en el fondo de su agujero, veía el cielo azul y luminoso dentro del círculo que la arena dibujaba sobre su cabeza». El propio protagonista completa esta imagen cuando afirmó: «Como el avestruz maravilloso y calumniado, metafísico animal que crea su propio crómlech enterrando su cabeza y el miedo en la arena, el escultor del crómlech abre un sitio para su corazón en peligro, hace una agujero en el cielo y su pequeña cabeza se encuentra con Dios».
El primitivo Minotauro
Las ensoñaciones infantiles dejan de serlo ante la visión posterior de una evidencia prehistórica llamada crómlech: «La sustancia vacía de la estatua y la naturaleza religiosa de toda experiencia artística».
¿Podríamos utilizar la figura del crómlech como elipsis expresiva y simbólica del paso de niño a genio?
Por qué no ¡Juguemos!
Los vacíos experimentados por Oteiza conforman la cronología del viaje emprendido por el Minotauro de roca a través de su propio laberinto. Para comprender la magnitud de su legado, optamos por la guía del fotógrafo, músico y cineasta Fernando Larruquert y, para tal fin, utilizamos una pregunta llave: ¿Quién era, en realidad, Jorge Oteiza?
Larruquert: En realidad, tampoco sé quién soy yo, pero sí sé que fue mi mayor amigo; con quien comencé a relacionarme en octubre, creo, de 1957. Alrededor de un mes más tarde de que obtuviera el premio de la Bienal de Sao Paulo. Es muy probable que aún no hubiera cumplido los 49 años; yo acababa de llegar a los 23. Sus primeras palabras en mi recuerdo fueron: «No me hables de usted». Era un ciclón, en buena parte de sus actos, y estaba impulsado por ráfagas de afectos y de iras, de creatividad, de inconformidad, de sensibilidad y de ingenio. Todo lo tenía en grado superlativo. Creo que, sin duda, conocí a un genio, pero no le mitifiqué. Era digno de admiración, y se lo decía, porque «conociendo tus grandes defectos, destellan más tus grandes valores». Y no le idealizo. Fueron muchos años de vivencias comunes, de conocer al hombre de quien destacaría: su generosidad, su emotividad, su ternura, su fidelidad, su honestidad, su disponibilidad, su receptividad, su laboriosidad, su capacidad de síntesis, su excepcional talento; su histrionismo, su infantil malicia, su picardía y, todo ello, con imaginadas conspiraciones, con desazones de revolucionario insatisfecho.
¿Qué supuso su irrupción en la llamada cultura vasca?
Larruquert: Una convulsión en nuestra, para nosotros desconocida cultura. Me decía el lingüista y sacerdote oiartzuarra Don Manuel Lekuona: «Salúdele a Oteiza de mi parte y dígale que le admiramos; no porque todas sus teorías o aseveraciones sean verdad, que algunas veces así son, sino por lo que nos hace estudiar para demostrarle que está equivocado». Y eso es de agradecer, eso ensancha el conocimiento de Euskal Herria. ¿A dónde llegaríamos si conociera en profundidad nuestro idioma? Llegó para barrer silencios, posos y lastres, complejos de siglos; para despertar a nuestro Pueblo, a ilusionar nuestra mirada, a hacernos estudiar, buscar con fe, descubrir nuestra identidad y afrontar el camino del futuro con los pies más afianzados, para ir descubriendo caminos sobre la tierra que nos dio la vida.
El Minotauro curioso
Cuatro años antes de fundirse para siempre en su propio laberinto, el viejo Minotauro mostraba evidencias de su apego a la infancia cuando, seducido por las palabras de su amigo y cómplice Joxeba Agirre, quiso ver de cerca las maravillas que le contaba acerca de una técnica por entonces poco habitual en el campo de la escultura, el rayo láser. El Minotauro, fiel reflejo del eterno niño curioso, se sentó ante un ordenador de la empresa Mendiaraiz de Zumaia para ser guiado a través de esta técnica pionera. Jesús Mari Arano fue testigo de esta secuencia poco habitual en la que el viejo Minotauro, de perfil cincelado en roca y eterno ceño fruncido, observaba y atendía las explicaciones.
«Recuerdo -apunta Arano- que permanecía en silencio, manteniendo siempre ese gesto de mala leche constante, mientras observaba los programas que le mostrábamos en la oficina técnica. De vez en cuando, hacía un gesto leve. Le pareció muy interesante este proceso de corte de metal mediante el láser, porque para él era algo nuevo y que desconocía por completo. Nosotros trabajábamos con un máximo de espesor de 18 mm., algo que Oteiza nunca había probado en su obra anterior. Me sorprendió su concepto del vacío, parecía una obsesión. En un momento determinado, rompió su abstracción por completo cuando Joxeba Agirre le enseñó un trabajo suyo, un frontón con muchas similitudes en sus formas a las realizadas por el propio Oteiza».
«En ese instante -agrega-, Oteiza cambió su semblante, cogió aquella figura entre sus manos, la movió de un lado para otro, la observó al detalle, mirándola fijamente y estalló como un trueno. Comenzó a maldecir, a dar explicaciones sobre lo que era el vacío, se llevó las manos a la cabeza y le dijo a Agirre que en aquello no se veía nada, que únicamente había materia. Oteiza se mostró muy sorprendido por las posibilidades que ofrecía el corte de láser, pero no se le intuía demasiado dispuesto a experimentar con cosas nuevas, quizás es que ya entonces era muy mayor. Nuestra empresa fue pionera en este campo; en el Estado español fuimos los segundos que introdujimos el láser. Hemos trabajado con varios escultores y la elaboración siempre ha sido la misma. Nos traían los planos y, a partir de ahí desarrollábamos la pieza en cuestión. Cuando ellos traían en mente, papel o maqueta su obra, ellos descubrían nuevas posibilidades en cuanto veían en funcionamiento el láser. Por ejemplo, cuando Chillida hacía sus obras en Legazpi, él aportaba su idea pero quien en realidad le dotaba de forma definitiva, era el forjador de turno. Por ese motivo, yo creo que merece un gran respeto el trabajador anónimo que pone su arte para que se haga realidad la obra de quien grabará su firma».
Oteizaren heriotzaren hamargarren urteurrena oroitzeko hainbat ekitaldi prestatu dituzte bai Donostiako Kafe Antzokian, bai artistari eskainitako museoan. Hala, Dokan arituko dira Aldatzen Laguntzen antzerki taldeko aktoreak aste honetan. Gaur bertan, 19.30etik aurrera, eskultorearen laguna zen Emilio Varela arkitektoa izango da hitzaldia eskaintzen. Jarraian, Oteizak eta Nestor Basterretxeak Irunen izan zuten etxeari buruzko «Casa vacía» dokumentala proiektatuko dute. Bihar, berriz, artistaren irudian oinarritutako bertso saioa eskainiko dute Maialen Lujanbiok eta Andoni Egañak. Gai jartzaileak Unai Elizasu eta Ion Martinez aktorea izango dira, eta azken honek Oteizaren beraren papera egingo du.
Bestalde, Oteiza Museoan ekintza bereziak egiten ari dira egunotan, honek ere hamar urte betetzen baititu, eta datozen hilabeteetan jarraituko dute. Esaterako, ekainean urrira arte iraungo duen «Arkitektura noizko? Jose Manuel Aizpurua & Joaquin Labayen» erakusketa jarriko dute martxan. GARA