Ester Muñoz Nogal | Madrid
Sin lucha no hay futuro
Actualmente estamos asistiendo a una nueva etapa de criminalización y represión de los movimientos en defensa de los derechos fundamentales adquiridos a lo largo de la historia mediante la lucha social en las calles.
Visto el revuelo surgido por las campañas de escraches emprendidas por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), la criminalización de movimientos sociales y políticos, de participantes en jornadas de huelga, es momento de posicionarse al lado de las personas que luchan por los derechos humanos haciendo uso de la legítima defensa ante los continuos ataques a éstos.
Ciertamente a nadie le extraña que quienes se benefician de la violación de derechos que denuncian iniciativas como la PAH lancen feroces campañas de desprestigio y criminalización, que no hacen sino aumentar la gravedad de la violación de derechos que cometen. Por ello, en los tiempos que corren, es necesario reivindicar el legado que hemos recibido de movilizaciones sociales y políticas sin cuya existencia ni siquiera conoceríamos la noción de derecho y que constituye la base de todo progreso social.
Y es que la historia nos ha mostrado cómo siempre que el pueblo ha conseguido algún derecho ha sido a base de luchas y enfrentamientos, y que los que se encuentran en el poder nunca ceden sus privilegios voluntariamente.
Deberíamos ser mucho más firmes y coherentes con nuestros planteamientos en la defensa de los derechos humanos. Imaginen a todos aquellos que criminalizan y critican este tipo de protestas, ¿renunciarían a su derecho a tener una vivienda digna? -¿o, simplemente, a tener una vivienda?-, ¿a su pensión y subsidio de desempleo?, ¿a la jornada laboral de ocho horas?, ¿a la abolición de la esclavitud?, ¿a los derechos de las mujeres? Los derechos no tienen capacidad de implantarse y garantizarse por sí mismos, ni siquiera por el mero hecho de haber sido reconocidos en tratados internacionales o en el ordenamiento jurídico a nivel estatal.
Todos los derechos conseguidos por los pueblos frente a sus dirigentes han sido adquiridos a base de conflictos sociales. Renunciar a la lucha, es renunciar a los derechos. ¡Sin lucha no hay futuro!