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Raimundo Fitero

Rancho

 

Saltando de canal en canal, a la espera de la absolución definitiva. Vemos de manera intermitente el estreno de «Masterchef» a la española, porque hemos visto varias versiones de varios lugares, incuso en nuestros canales residuales de la TDT, y además de considerar que el trío que hace de jurado funciona bien, que la presentadora general anima, que el esquema es clásico, que las poses de los concursantes al ser admitidos son de manual, las frases del jurado son de guión y muy similares a las pronunciados en otros lugares y que puede ser un reallity que dé juego o jugo, aunque empezó un poco mal de audiencia, puede ser una opción competitiva. Lo que nos dejó un poco descolocados es que en una de las pruebas por equipo, sirvieron el rancho a unos militares de maniobras. Es el toque carpetovetónico. Si llegan a ser de la Legión hubiera sido perfecta la imagen en el exterior de la marca España que tanto les preocupa.

Una imagen que a mí me gustó es la de Jaime Giménez Arbe, más conocido para la historia reciente como «El Solitario», aquel atracador de bancos que mantuvo en jaque a las policías durante años, y que ahora está en prisión y paseándose por los juzgados. En su última comparecencia se hizo el enfermo, simuló un desvanecimiento, la juez mandó a los sanitarios a que le comprobaran sus constantes vitales que parece estaban perfectas. Y todo ante las cámaras. Magnífica interpretación. Este hombre se merece mucho más, televisivamente hablando.

Y para terminar este rancho diversificado de hoy, una cosa de Mariló Montero, esta periodista de Lizarra que ha conquistado el mundo televisivo, especialmente en las mañanas de la televisión pública estatal y que se ha convertido en una fuente de anécdotas que la colocan con rango de excelencia en el ranking de meteduras de pata en vivo y en directo. La última en el paseo del coche fúnebre de Sara Montiel, y en un alarde de entrevistadora sagaz, le preguntó a su compañera desplazada a la Gran Vía madrileña: «¿Qué hay dentro del coche de Sara?». Creo que hasta la muerta se desternilló de risa. Pues miren ustedes, por decir cosas de esta índole gana seiscientos euros al día. ¿No me dirán qué no está bien colocada la moqueta?

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