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Xabier Silveira Bertsolari

Paz a la koxkera

No olvidemos que los ladrones catalanes amagaron con dejar de ponerse a cuatro patas y la familia del expresident Pujol es ya famosa por corrupción. Aquí, de momento, no pasará eso con ninguna familia del PNV

Anunciaba el presidente Mujica una visita a sus tierras vascas desde Uruguay, añadiendo la creencia de ser el único presidente vasco en el mundo. Además de cobrar 1.000 euros al mes y conducir un viejo «escarabajo», es vasco. En un control de la Guardia Civil, en uno de esos que rebrotan ahora con las lluvias, la suma de esos tres delitos lo llevaría como mínimo a pasarse una hora mirando al monte. Hasta que descubrieran que es presidente en un país de Latinoamérica. Las horas siguientes al hallazgo dependerían ya del agente al mando.

John Garamendi, por su parte, rechazaba hace un tiempo ser computado como senador de origen hispano en EEUU: ¿hispano, yo? Yo soy vasco.

Pudiera decirse que la clase política vasca no solo prioriza su origen sino que lo contrapone con la imposición de ser español. Podría decirse, si los políticos de origen vasco no ejercie- ran tan lucrativa y sospechosamente codiciada profesión aquí, en Euskal Herria. Aquí lo vasco es exótico, el buen comer del bonachón, aizkolaris, pelotaris y misa. Bertsolaris pocos, pero también, aunque más en la intimidad. Pasen y vean, somos el museo animado de lo vasco. Y todo, excepto el árbol de Guernica, está en venta. Eso es gestión pública. En sus ratos libres gestión privada, la cual se basa en ingresar de lo público en el chiringuito privado.

Y sí, la clase política vasca por antonomasia se aglutina en el PNV. Digamos que el jeltzale es más de esa clase que ningún otro. Son los listos de la clase. Los que aprendieron a hablar sin decir, a escuchar sin oír, a hacer el deshacer... Ellos inventaron lo de «ser el no ser»; aunque nosotros aprendemos rápido, que también es cierto. Pero hoy va sobre ellos, sobre el/los mercenarios con corbata a sueldo del que manda. Porque aquí manda Madrid. Ellos ordenan y sus lacayos del PNV obedecen como perros falderos sea la orden que sea. Para ello tienen a una de las policías mejor preparada del mundo. Para quedar bien con Madrid y mientras tanto seguir robando todo lo que puedan. No olvidemos que los ladrones catalanes amagaron con dejar de ponerse a cuatro patas y la familia del expresident Pujol es ya famosa por corrupción. Aquí, de momento, no pasará eso con ninguna familia del PNV, la cosa nostra vasca.

En este, su último ataque de fidelidad para con el amo, los perros falderos de Rajoy soltaron a sus pittbulls en Donosita y en homenaje a la ciudad la emprendieron a hostias con quienes se solidarizaban con unos jóvenes condenados a serias penas de cárcel por hacer, exclusivamente, política. Al parecer, esta clase de política no gusta, más bien asusta. Toda forma de organizarse al margen del poder establecido se persigue, utilice o no la violencia para poder desarrollar sus proyectos. Y puede decir Urkullu misa, puede prometer un tiempo en el que «nadie será perseguido por sus ideas políticas», que yo a los laca- yos del Rey les sigo deseando el mismo destino que les deseaba ayer. Reparten leña y vuelven a encender al pueblo. Parecen no saber que, así, acabarán quemados en su propia hoguera.

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