La presidenta Yolanda Barcina volvió a acudir a un acto público tras ser rescatada por el PSN de la moción de censura que planteó EH Bildu. Barcina acudió a la UPNA a la entrega la Medalla de Oro de Nafarroa al primer rector de esa universidad, Pedro Burillo. Trabajadores y sindicatos estudiantiles le esperaban con pancartas en contra de los recortes y la recibieron entre abucheos, que también dirigieron a sus acompañantes: el alcalde de Iruñea, Enrique Maya, y el consejero de Educación, José Iribas.

El rechazo a la presidenta se coló incluso en el acto central, cuando una de las alumnas homenajeadas, Nerea Andrés, censuró el tijeretazo en Educación, al tiempo que de entre el público se levantaron carteles con el lema «Murrizkertarik ez». El aplauso entre el público fue generalizado, aunque la bancada de autoridades quedó silente.

Barcina retomó ayer sus actividades después de que el jueves no subiera al estrado durante el debate de la moción de censura. La votación evidenció que existen ganas de entendimiento entre las fuerzas de oposición para apearle del Gobierno. Roberto Jímenez, líder del PSN, es el último escudo que le queda y al que tendrá que agarrarse con firmeza si quiere aguantar los dos años que le restan. Eso, siempre y cuando el «caso CAN» no se vuelva en su contra. En realidad, ahora se le abren dos frentes, dado que a la imputación de los miembros de la Permanente (salvo ella) en los juzgados de Iruñea, ha de sumarse también que la Audiencia Nacional está imputando a más personas que las inicialmente denunciadas y, en concreto, ya ha imputado al expresidente Miguel Sanz.

La prensa coincidió ayer de forma unánime en que la presidenta salió del brete parlamentario más débil de lo que estaba antes. Incluso los medios más afines a su partido, hubieron de reconocer que vive en una «situación de soledad y debilidad». Y que, de aquí a futuro, la oposición «continuará con su estrategia de asfixiar todo lo posible». Las palabras de Barcina al término de la votación, cuando se ofreció a nuevos acuerdos y pactos, fueron entendidas como un intento desesperado, poco menos que un brindis al sol.

Por su parte, EH Bildu valoró ayer que la moción de censura no debe entenderse como una derrota, sino como «un paso adelante de cara a conseguir una mayoría de cambio». En una rueda de prensa, Bakartxo Ruiz (parlamentaria de Bildu) y Aritz Romeo (nuevo coordinador de Aralar en Nafarroa) aseguraron que «se dan todas las circunstancias para construir consensos mayoritarios en favor de una nueva política a la medida de las demandas y necesidades de la sociedad».

Ambos entienden que Barcina no aguantará un embate más, después de que su liderazgo político se haya visto laminado por la moción de censura, su pírrica victoria del congreso interno de su partido y por la compleja situación judicial en la que vive a raíz de las investigaciones en torno a la CAN.

«Por parte del portavoz de UPN no hubo ni una sola referencia al hecho de que tres altos cargos de su partido estén imputados por corrupción. ¿Amnesia?», planteó Ruiz. EH Bildu también criticó que UPN se dedicara continuamente a «echar balones fuera» en el debate de la moción y considera que el Gobierno está seco «de ideas y de iniciativas».

Aun así, la votación del jueves reflejó que las posturas en el Parlamento siguen enrocadas. El PSN fue expulsado del Gobierno hace casi un año, pero parece que se ha quedado a medio camino en su viaje a la oposición. Aunque es capaz de pedir a Barcina que dimita, se abstiene en los momentos decisivos, cuando lo que está en juego es un adelanto electoral.

Tres pilares para el cambio

EH Bildu aseguró ayer que es posible un cambio político, porque ya «nadie comprende» la posición política en la que se ha situado Jiménez. La coalición puso sobre la mesa tres bases sobre las que, a su juicio, será posible un acuerdo lo suficientemente fuerte como para acabar con el ciclo hegemónico de UPN en el Gobierno. El primer pilar es un no rotundo a cualquier práctica corrupta. La segunda idea pasa por articular mecanismos que mejorar la participación ciudadana en la toma de decisiones. El último punto será activar «una política económica y social que priorice el empleo, los servicios públicos y los derechos sociales sobre las exigencias de los mercados».

En su valoración, EH Bildu sostiene que se ha avanzado mucho en los últimos meses de cara al entendimiento. «Nafarroa es un crisol de ideas, de culturas, de ideologías y formas de pensar y sentir y esa es una realidad rica y enriquecedora». Sobre este análisis, la coalición pretende «responder sin demora, desde el convencimiento y la defensa de las posiciones ideológicas y políticas de cada cual, pero buscando acuerdos para avanzar en ese camino».

Mientras las formaciones políticas buscan la forma de entretejer alianzas, la calle continúa con una apretada agenda de movilizaciones sobre temas de urgencia social, como la manifestación de mañana en favor de los servicios sociales que impulsan plataformas de afectados por el paro, los desahucios, los recortes en renta básica y otros grupos sociales.

En los últimos meses, las calles de la capital navarra han acogido manifestaciones de miles de personas en contra de las políticas del Gobierno, como la convocada por Barcina Go Home y, también, contra la corrupción, impulsada por Kontuz.