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Raimundo Fitero

Zafios

 

Parece que la comedia televisiva española se basa en una especie de radiografía de segmentos de la sociedad que se expresan de la manera más zafia, que tiene los objetivos más cortos, que sobrevive en un ambiente zafio, y que pretende un mundo más zafio todavía. Ahora conviene buscar en algún diccionario lo que significa zafio o la interpretación que de ello se hace en estos tiempos tan peperos, porque puede ser que con la que está cayendo, zafio sea sinónimo de ocurrente, actual, divertido o perteneciente a las clases populares. Tampoco sería de extrañar que la condena bíblica llevara a esta zafiedad extendida como una manifestación del humor chocarrero. Y ojo, por aquí cerca, en nuestras pantallas con pajarito encontramos alguna muestra de esta tendencia genérica.

Cuando empezamos a liarnos con el costumbrismo, con el realismo sucio, con la naturalidad en su nivel de máxima conexión con lo barriobajero, llegamos a conclusiones que parecen contradictorias. Veamos, a mí «Aída», que bebe en todos estos principios narrativos, formales y de uso del lenguaje me parece que tiene un valor añadido y es su punto de vista. Nos muestra una parte de la sociedad, unos personajes que desde su aparente bondad y comicidad no son otra cosa que vividores, explotadores, pícaros urbanos y barriales que van creando un submundo identificable y al que, a mi entender, critica, pese a sus chistes y risas.

En cambio, ``Con el culo al aire», que busca el mismo estilo, teniendo como tiene unas buenas intenciones, que retrata de manera más panorámica a otro sector social, se encalla en sus mensajes, se deja llevar demasiado por la exposición sin apenas procurar un punto de vista crítico. Probablemente evolucionará. Su segunda temporada tiene ya otras connotaciones, pero el peligro estriba en que esos personajes, esas tramas, se queden en una forma estanca, impenetrable a la visión crítica, como sedimentando una manera de ser y estar que justifique su condición de fronterizos.

Y es lo zafio lo que la emparenta con «La que se avecina». La identificación de las audiencias con este tipo de personajes tan zafios nos hace pensar que todos somos unos zafios pasivos.