investidura del presidente de venezuela
Maduro ofrece diálogo y promete profundizar en el legado de Chávez
Alberto PRADILLA | CARACAS
«Fui formado por Hugo Chávez para asumir resopnsabilidades con honestidad y sencillez. Junto al pueblo y con el pueblo. Siempre obedenciendo al pueblo. Por eso tiendo la mano, voy a ir al diálogo por todo el país». Con estas palabras, Nicolás Maduro tendió la mano durante su toma de posesión como presidente de Venezuela y que se celebró ayer en la Asamblea Nacional de Venezuela. Diálogo pero también reflexión, que explique el porqué de la pérdida de votos registrada por el chavismo, así como profundización en la «revolución social» que dirija la «transición al socialismo». Todo ello, siguiendo con el legado del líder bolivariano, cuyo recuerdo presidió la investidura. El acto, que coincidió con el 203 aniversario de la independencia del país caribeño, llega tras una semana marcada por los ataques de la oposición, que tomó las calles después de no reconocer los resultados. La decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de auditar parte de las cajas que todavía no habían sido revisadas y el aval ofrecido en Lima al veredicto de las urnas por los países miembros de Unasur han dejado fuera de juego al excandidato de la derecha, Henrique Capriles.
A las 14.00 (20.30 en Euskal Herria), el jefe de Gobierno era invitado a subir al estrado de la Asamblea Nacional para tomar posesión. «Juro delante de esta Constitución aprobada por el pueblo en 1989, por el legado eterno de los libertadores, por la memoria eterna del comandante supremo», proclamó ante Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea. Una imagen simbólica, ya que sectores opositores habían tratado de vender los desencuentros entre Maduro, civil elegido por Hugo Chávez para sucederle y el vicepresidente del PSUV, representante del ala militar. Nada más ser investido, tuvo un pimer gesto de recuerdo al líder bolivariano. Su hija, María Gabriela Chávez, fue la encargada de imponerle la banda .
«Quiero hacer una revolución dentro de la revolución, muchas revoluciones», afirmó Maduro, quien ubicó como reto prioritario «la eficiencia para combatir la corrupción». En su primer discurso ya como presidente, el inquilino de Miraflores desgranó sus próximos planes: micromisiones, proyectos contra la inseguridad, mejoras en la gestión pública o profundización en la democracia a través de las comunas. Iniciativas que buscan «trascender el capitalismo» y que se complementarán con el apoyo a un escenario internacional multipolar.
El CNE anuncia auditoría
La investidura de Maduro llegó después de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunciase la auditoría del 46% de las mesas que faltaban por ser revisadas. Tras nueve horas de reunión, la presidenta del órgano rector, Tibisay Lucena, explicó el jueves por la noche la puesta en marcha de un proceso cuyos detalles se conocerán durante la próxima semana. No obstante, avanzó que se analizarán 400 cajas diarias durante el plazo de un mes, lo que da una revisión adicional de 12.000 cajas.
Lucena defendió la validez de los resultados ya ofrecidos y garantizó que estos reflejan «la voluntad de electores y electoras». En este sentido, lanzó un recado a quienes tomaron las calles antes incluso de presentar sus quejas ante el CNE: «El plazo de la impugnación daba inicio después de la proclamación del presidente electo».
No habrá un conteo voto a voto, tal y como exigía la oposición. Lo que sí se revisarán serán los cuadernos de votación, así como los comprobantes depositados en las urnas. El proceso será supervisado tanto por técnicos del CNE como por respresentantes de los comandos Hugo Chávez y Simón Bolívar, encargados de las campañas de Maduro y Capriles.
Capriles sigue desafiante
El primero en reaccionar ante la decisión del órgano rector electoral fue el excandidato de la derecha, quien anunció que aceptaba el sistema propuesto por Lucena. Capriles no se limitó a expresar su satisfacción por el recuento sino que trató de apuntarse un tanto y mantuvo el desafío al Gobierno bolivariano. Negó los ataques protagonizados y que provocaron ocho muertos (según la fiscalía general venezolana) y acusó a los chavistas de incendiar sus propias sedes. Además, dejó claro que no renuncia a intentar descabalgar a Maduro de la presidencia. «Este es un Gobierno de por ahora», afirmó.
Además de la decisión del CNE, la reunión de Unasur celebrada en Lima el jueves por la noche supuso un nuevo varapalo para la estrategia de Capriles. El texto acordado reconoce la legitimidad del triunfo chavista e insta a «respetar» el veredicto del CNE, remarcando su satisfacción ante la determinación de auditar el 100% de las mesas electorales. También pondrá en marcha una comisión que investigue los ataques del lunes. Unas agresiones que dejaron ocho víctimas que «no quedarán impunes», según dijo Diosdado Cabello, que avisó también a los «autores intelectuales».
«Soy el primer presidente chavista de esta patria», cerró Nicolás Maduro, que concluyó su discurso con un «Chávez vive, la lucha sigue». A partir de hoy es el turno de su Ejecutivo.
El excandidato opositor, Henrique Capriles, había fijado su última protesta para ayer, coincidiendo con la investidura de Nicolás Maduro. Pidió cacerolada y que sus fieles respondiesen con salsa desde las ventanas. Sin embargo, tal y como venía comprobándose en los últimos días, el nivel de movilización de los opositores fue desinflándose. Ayer, mientras el presidente pronunciaba sus primeras palabras en la Asamblea Nacional, las cacerolas sonaban con menor fuerza en Altamira, principal feudo de la derecha venezolana. Hubo protestas, pero mucho menos ruidosas.
A partir de las 14.30 horas (21.00 horas en Euskal Herria), ya se escuchaban más los cohetes procedentes de los cerros y que celebraban la investidura que las protestas. Mientras tanto, miles de personas aguardaban en el centro de Caracas para el desfile cívico militar que tenía previsto acompañar al nuevo jefe de Estado. Un acto masivo que sirvió como reválida después de unas jornadas marcadas por la violencia perpetrada por los opositores. A. PRADILLA
Delegaciones de 60 países se desplazaron hasta Caracas para acompañar a Maduro en su investidura. Entre ellos, los presidentes de Bolivia, Ecuador, Cuba, Argentina, Brasil, República Dominicana e Irán.
Un espontáneo interrumpió el discurso de Nicolás Maduro, tratando de acceder a la tarima donde hablaba el presidente. «Era un compañero», afirmó el jefe de Estado, que reconoció un «fallo en la seguridad»