Tópicos contra la desasosegante incertidumbre
Dabid LAZKANOITURBURU
A riesgo de que ese vean superadas por la vorágine de los acontecimientos, las reacciones en torno a la identidad chechena de los presuntos autores de los atentados de Boston merecen unas líneas. La primera, la que busca ante todo certidumbres y que copa desde ayer los medios reproduce la ecuación triangular checheno-terrorista-islamista. Esta versión fue vendida con éxito por Moscú con la inestimable ayuda de sectores chechenos movidos por la desesperación o por una interpretación religiosa extrema, o por ambas, que muchas veces van de la mano. Y se alimenta con datos filtrados de la biografía de los Tsarnaev. Los medios destacaban datos sobre la religiosidad de Tamerlan, abatido por la Policía. Según estos, sostenía que «solo Alá es Dios» y visitaba webs englobables bajo las categorías de «islam» y «terrorismo». Que un musulmán haga profesión de fe y que un checheno atisbe en internet el devenir de su criminalizado pueblo no debería, sin embargo, ser prueba de cargo alguno.
Y menos cuando otros datos, como que, siendo boxeador, aseguraba preferir participar en los Juegos Olímpicos bajo la bandera de EEUU que enarbolando la rusa, o que creció en la república centroasiática de Kirguizistán cuando su familia huyó de Chechenia, apuntan a una postura más relacionada con las convicciones del que sufre la diáspora, un fenómeno ligado a la historia del pueblo checheno y en varias oleadas. Similares son los datos biográficos de su hermano, Dzhojar Tsarnaev, quien ayer estaría siendo perseguido por la Policía. Según las filtraciones, este joven, que habría asistido a la escuela a Daguestán cuando su familia se trasladó en 1999 a esta república norcaucásica, donde vive una minoría chechena, habría ratificado en internet que su religión es el islam y propagado chistes sobre el estado policial ruso en el Cáucaso.
Menos interesante, pero igual de clarificadora, resulta la reacción del Gobierno checheno prorruso, que se ha apresurado en negarles su patria aduciendo que su familia salió de Chechenia hace años. Finalmente, Rusia no ha desaprovechado la ocasión para censurar a EEUU por apostar en su día por una salida negociada del conflicto checheno y por dar asilo a representantes del Gobierno independentista en el exilio.
En espera de más luz -si llega- sobre estos sucesos, sus autores y sus móviles, conviene recordar que toda versión tiene su trastienda. Y que el ansia por buscar certidumbres no conduce a que siempre sean acertadas.