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Walking gallery: arte al aire libre y en movimiento, arte en evolución

El próximo 3 de mayo, viernes, un grupo de artistas de diversas disciplinas y todas las edades se echará a la calle con sus obras cargadas al hombro con el propósito de mostrar su trabajo y animar a la ciudadanía a crear y a disfrutar del arte. Es la Walking Gallery de Bilbo, una exposición sin paredes.

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Alvaro HILARIO

En estos tiempos de crisis económica donde Bilbo ha mutado de metropoli del hierro y las finanzas a ciudad de servicios, el arte se ha constituido en uno de los pilares sobre los que las autoridades quieren construir nuestro porvenir económico.

Esta muda de piel -comenzada con la Sala Rekalde o Bilbo Arte, entre otras iniciativas impulsadas por el Ayuntamiento de Bilbo y la Diputación de Bizkaia- tiene en el Guggenheim su icono más destacado.

Radios, televisiones y diarios informan sobre las exposiciones de grandes del arte como Basterretxea, Schiele, López o Botero. Nos informan también de cómo se ha vendido una obra de Oteiza por 120.000 euros y el «Tríptico de la Lamentación» en un millón de euros.

Es la cultura del espectáculo, el espectáculo de las finanzas y el oropel. El mundo de la cultura y el arte como algo alejado del individuo. No, es, sin embargo, la única forma de vivir el arte, de crear y compartir. Walking Gallery de Bilbo es el reflejo de esas otras experiencias, de otras voces.

Allá por el año 2010, un artista catalán, José Puig, deseoso de exponer sus obras y cansado de encontrarse con obstáculos y negativas, reparó en cómo los viandantes se quedaban mirando a los lienzos cuando los trasladaba del taller a las exposiciones. Se dio cuenta de la potencialidad de «esa parte olvidada» del proceso. Para él, esos paseos «lo tenían todo»; en ellos «exponía e interactuaba con la gente».

Un día decidió compartir la experiencia con otros compañeros: había nacido Walking Gallery, la exposición sin muros, la exposición itinerante.

De Barcelona, la idea saltó a otras ciudades: Sao Paulo, Buenos Aires, Londres, Vigo y también Donostia y Bilbo. De hecho, en junio, la Walking Gallery bilbotarra cumplirá dos años.

Adirane Azcuenaga y Naroa Gutiérrez son dos de las personas que participan del grupo de Bilbo. Fotógrafa una, «más inclinada al pincel» la segunda, cuentan para GARA en qué consiste esta actividad.

Aunque, a primera vista, pudiera parecer que la iniciativa corre de la mano de los siempre inquietos estudiantes y licenciados de Bellas Artes, nuestras interlocutoras son autodidactas.

Adirane explica que estudió fotografía analógica en Gasteiz y, más delante, por su cuenta, se adentró en la digital: «Aunque hago paisajes y naturalezas, también me gusta hacer fotos de eventos o de edificios abandonados». Naroa señala que se ha «decantado por la pintura, las técnicas mixtas; me llaman mucho la atención los retratos, la expresión de las caras; me gusta jugar un poco con todo».

Es Naroa Gutiérrez quien se atreve a definir Walking Gallery: «Es, de alguna manera, un movimiento socio-cultural; porque, al fin y al cabo, es una manifestación viva, con gente que saca a la calle el arte, que saca a la calle sus propias creaciones a cuestas. Las personas que se encuentran en la calle tienen acceso a lo que se hace en Bilbo, a lo que hacemos nosotras y se establece una comunicación más directa y más fresca a la que puede darse en un museo o en una galería convencional». Esta ausencia de galería física hace que el arte sea más democrático, más accesible; se eliminan intermediarios entre creador y público, se eliminan barreras físicas que pueden retraer a la gente a la hora de acercarse a una exposición.

En Bilbo, al igual que en otras ciudades, las salidas tiene frecuencia mensual: «La convocatoria es abierta y la hacemos a través del grupo de Facebook que tenemos. Ponemos una fecha, un lugar de encuentro y realizamos el recorrido por las calles de Bilbo. Intentamos, siempre, no repetir los recorridos; intentamos que sean por diferentes zonas de la ciudad».

El 3 de mayo, sin embargo, será la primera vez que Walking Gallery tenga un recorrido prefijado, sin improvisación: el Ayuntamiento festejará esos mismos días el Fin de Semana de las Artes; siendo uno de los objetivos hacer que el arte este presente en las calles, han incluido a Walking Gallery en el programa, para lo cual han tenido que concretar los lugares por dónde pasarán: se saldrá desde el Museo de Bellas Artes, a las 17.00, para dirigirse después al Guggenheim y a la cuadrícula de calles del Ensanche.

El número de participantes oscila de una cita a otra: «Es muy variable la cantidad de gente que participa -dice Adirane- aunque, por lo general, nos juntamos entre 20 y 30 personas».

«Hasta el momento que empieza nunca se sabe cuántos vamos a estar. Además, hay gente que debe irse antes de terminar y otros llegan más tarde. En Walking Gallery no hay obligaciones, no hay necesidad de fichar, es muy flexible», apunta Naroa.

Respecto a la colaboración con el Ayuntamiento, Naroa señala que «vamos a participar en la iniciativa ya que, según ellos, el objetivo es sacar el arte a la calle. Queremos estar presentes no tanto por el comercio, si no por las ganas que tenemos de hacer presente el arte, de hacer partícipes a los demás de lo que nosotras hacemos, amén de animar a nuestra ciudadanía a que se animen a crear sus propias obras de arte. A mí, por ejemplo, el arte me ha sido muy útil para superar crisis, capear malos momentos. Es otro de los mensajes, de las ideas que queremos difundir: que la gente utilice el arte como terapia y que se sientan orgullosos de lo que han hecho, que las muestren, que las compartan».

No hay un perfil determinado de galerista andante. No hay uniformidad ni en las edades ni en el sexo ni en las disciplinas artísticas que cultivan estos creadores: «Hay gente de todas las edades, desde niños y niñas muy pequeños -una participante da clases de pintura y vienen los alumnos- es algo muy variopinto e intergeneracional. Me gusta que haya esa diversidad», confiesa Naroa Gutiérrez.

Collages, ilustraciones, fotografías, pinturas, dibujos, esculturas... todo tipo de obra es susceptible de formar parte de la caravana; todo tipo de obra que pueda llevarse a cuestas. Además, consideran que es arte «cualquier cosa que una persona haga con pasión». También acuden a las marchas escritores y poetas.

Si se trata de cuadros o fotografías, un soporte con una bandolera acostumbra a ser lo más socorrido. La escultura parece tener otras peculiaridades, otras dificultades: «La gente hace estructuras -con ruedas incluso- para poder llevar sus obras y, en ocasiones, si son de formato pequeño, se llevan en brazos. En la recorrida anterior, en la de abril, una compañera llevo un busto de piedra (no recordamos cuál era) de buen peso y lo llevo en brazos», explican las dos jóvenes artistas.

Hace más de tres lustros, las obras del Guggenheim dieron pie a todo tipo de polémicas en torno al modelo cultural que Bilbo y Bizkaia precisaban. Uno de los temas fue el de crear base, «cantera» para las artes; la necesidad de diseñar políticas culturales que, por un lado, posibilitarán a la población conocer y saber interpretar el arte; y, por otro, políticas susceptibles de animar a la gente a realizar sus propias creaciones ya que el arte es parte fundamental en el desarrollo de las personas. Walking Gallery tiene qué aportar en este sentido: «A nivel personal -dice Naroa Gutiérrez- tengo esa necesidad de crear, esa necesidad que me hace bien y quiero transmitirlo a más gente: es la manera de pagar el bien que yo he recibido a través del arte».

Adirane Azcuenaga abunda en lo señalado por su compañera:«Además, esto que hacemos es un movimiento, una iniciativa que enriquece a todas las participantes. Conocer gentes, lugares, otras formas de crear... Se intercambian experiencias, sensaciones... Hay gente que empezó viniendo con poemas y, la siguiente vez, apareció con cuadros o fotografías. Es el caso de la propia Naroa, que, en las últimas citas, se ha animado con las letras. También nos pasamos el dato de lugares para exponer o nos hacemos el aguante, vamos a apoyarnos cuando alguien expone».

En mayo llega eL «FIN DE SEMANA DE LAS ARTES» DE BILBO

El primer fin de semana de mayo, el Ensanche bilbaíno albergará el «Fin de Semana de las Artes». Es esta una actividad nueva surgida de la colaboración entre la iniciativa privada (galeristas, libreros, hosteleros y comerciantes del Ensanche) y las instituciones (Ayuntamiento de Bilbo y Diputación de Bizkaia) que tiene como objetivo, en palabras de la diputada de Cultura, Josune Ariztondo, mantener la condición de Bilbo como «referente internacional en los círculos artísticos».

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