GARA > Idatzia > Kultura

CRíTICA: «Ayer no termina nunca»

La vida y el futuro inmediato son puro teatro

p051_f01_115x93.jpg

Mikel INSAUSTI

Con su anterior «Escuchando al juez Garzón», Isabel Coixet parecía haber descubierto la verdad (la suya) del documental. Pero «Ayer no termina nunca» es todo lo contrario, porque hace de la teatralidad un medio para la representación simbólica de la realidad. La cineasta cae de lleno en la abstracción, tal vez porque no sabe cómo encajar dentro de su modernidad militante el despertar de la conciencia social, ahora que su condición de personaje público le obliga a tomar postura frente a la crisis y los recortes económicos llevados a cabo por la derecha en el poder.

Coixet sitúa su película en el año 2017, lo que supone un futuro demasiado inmediato como para plantear cambios o situaciones distópicas no previstas. Se limita a decir que todo será más de lo mismo, y que las cosas estarán peor por la incapacidad de los gobernantes para dar con la solución al problema actual. Tampoco concreta mucho, apenas unas breves pinceladas a través de los noticieros que se cuelan en la introducción.

No procede dar muchas pistas, debido a que el contexto no va más allá de esa información inicial, permitiendo así que los dos únicos intérpretes de la función aparezcan solos frente a la cámara sin ningún tipo de arropamiento. Y sí, podían perfectamente haber actuado desnudos delante de una pared blanca, que esta libre adaptación de la obra teatral «Gif» de la neerlandesa Lot Wekemans seguiría siendo lo mismo.

El decorado natural, que recuerda a los escenarios metafísicos de Tarkovski, sirve de fondo apocalíptico. Se trata de un edificio abandonado y el personaje de Candela Peña habla de un traslado de los empleados, como si estuvieran citados allí para hacer algún papeleo. Todo se vuelve irreal dentro del envasado de Kafka al vacío, y en cosecuencia las palabras, junto con los gestos, resultan impostados. El artificioso diálogo va acompañado de insertos en blanco y negro o en un color diferente de insultos o pensamientos discordantes.

En cuanto al sentimiento predominante de perdida en la pareja, considero que Nanni Moretti lo expresó infinitamente mejor y con verdadero poso dramático en «La habitación del hijo».

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo