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Dabid Lazkanoiturburu Responsable de Internacional de GARA

Caracoleando con Kosovo

Niego que este diario tenga suelto el gatillo de los (des)calificativos para con los serbios. Basta repasar la hemeroteca para comprobar que hemos sido igual o más críticos con otras realidades balcánicas

Confieso que no tenía la más mínima intención de replicar a Asier Blas y sus artículos en torno a Kosovo. No lo hice después de que hiciera público un artículo crítico con respecto a un reportaje publicado por nuestro colaborador Pablo González en el que arremetía, en parte con razón, contra algunas omisiones en el tratamiento del aniversario de la proclamación del Estado de Kosovo.

En aquella ocasión me puse en contacto con él y le agradecí sus aportaciones, haciéndole algunas aclaraciones a mi entender indispensables para comprender los errores y aciertos de aquel artículo.

Su crítica fue, pues, publicada (como no podía ser de otra forma) sin réplica por parte del que esto escribe.

También decidí no terciar en la contrarréplica que publicó recientemente el analista Gabirel Ezkurdia. Pero hete ahí que, la contra-contrarréplica de Asier Blas termina con una referencia-crítica a un artículo publicado por mí el 23 de abril de 2013 con motivo del acuerdo entre Kosovo y Serbia en torno a la minoría serbia de Kosovoska-Mitrovica.

No voy a entrar en la polémica historicista entre Blas y Ezkurdia. Primero, porque no me siento capacitado para ello; segundo, porque aburre, y tercero, porque me parece, si no absolutamente superflua, sí circunstancial en el tema que nos ocupa, que no es otro que el siempre polémico ejercicio de segregación de un país, se llame Kosovo, Catalunya o Euskal Herria.

Lo que no me parece de recibo es que Blas acuse de historicismo a Ezkurdia cuando fue él precisamente quien inauguró esa línea argumental en su primer artículo crítico. Zozoak beleari...

Allá cada cual con sus aficiones y, en su caso, con sus ansias de pasar por erudito o por intentar lograr una audiencia para poder ir con la cabeza alta por los pasillos universitarios. Cada uno a lo suyo...

En lo que a mí y más que a mí al medio (GARA) en cuestión respecta, Blas insiste en la tesis de que nos guía un sentimiento antiserbio. Se basa para ello en una imprecisión, en una afirmación y en una omisión.

La imprecisión radica en que, como acertadamente señala, no es el SRS el que está en el Gobierno serbio, sino una escisión, el Partido Progresista Serbio, una formación escisión del SRS -repito- pero liderada por quien fue su cabeza de cartel, Tomislav Nikolic, y que, como Blas reconoce, es «nacionalista (serbia, se supone) y conservadora».

Pero lo que al parecer no le gusta es la caracterización de esa formación nacionalista serbia como panserbia, al punto de que nos invita a adjetivar a las CUP como pancatalanistas. Asier Blas debe de tener problemas para distinguir entre lo que es un nacionalismo expansionista (panturco, panruso, panespañol, pancroata...) de un nacionalismo reivindicativo, si se quiere incluso a veces defensivo, como el de las CUP. Le informo que el diario GARA decidió precisamente utilizar esa terminología (pan...) con afán clarificador, nunca inocente, por supuesto. Si él no ve la diferencia tiene un problema, pero no con este diario en concreto, sino con una buena parte del país en el que se edita y de las convicciones mayoritarias que lo informan.

Por último, Blas critica como «increíble» que se omita el nombre del partido con el que se identifican los herederos de Milosevic, a la sazón el Partido Socialista de Serbia. Confieso que me resulta difícil identificar a Milosevic con el socialismo. Tanto como reconocer el carácter socialista obrero del PSOE. Menos mal que Tito (Josip Broz), fiel a su ideología socialista, decidió no volver de su tumba...

Pero juro que no fue esa la razón del «lapsus». Y es que lo que buscaba destacar en el artículo era el hecho de que hayan sido los escindidos del SRS del presunto criminal de guerra Vojislav Seselj y los herederos del igualmente presunto criminal de guerra y fallecido (en prisión) Slobodan Milosevic los que hayan firmado un acuerdo con Kosovo que no se atrevieron a rubricar los anteriores gobiernos pro-UE y prooccidentales de Boris Tadic.

Porque desde una perspectiva no solo balcánica, sino incluso vasca y catalana, resulta muy significativo que aquellos de entre los más renuentes a una solución negociada acaben aceptándola. Algo que, como él mismo sabrá, acabó ocurriendo en el conflicto de Irlanda con el acuerdo entre el DUP del ultramontano reverendo Ian Paisley y Sinn Féin para compartir gobierno.

Esa era, pues, mi modesta y evidentemente insuficientemente ilustrada aportación. Y me sorprende ese tono tan incisivo, sin ningún tipo de concesión, por parte de alguien que insiste una y otra vez, como introducción en todas sus réplicas, en defender el derecho de autodeterminación y la independencia de Kosovo. No quiero ni pensar en lo que escribiría si es- tuviera en contra.

Finalmente, niego la mayor de que este diario tenga suelto el gatillo de los (des)calificativos para con los serbios. Basta repasar la hemeroteca para comprobar que hemos sido igual o incluso más críticos con otras realidades balcánicas como el expansionismo croata (Tudjman, la limpieza étnica de las Krajinas serbias), que ha contado siempre con la complicidad europea. Y hemos denunciado una y otra vez la fijación para con Serbia de Occidente.

Otra cosa muy distinta es que, por no se sabe qué nostalgias o lecturas mal digeridas, tuviéramos que callar sobre los desmanes de Serbia, que han sido muchos, y no solo en Kosovo.

Que conste que me niego a incluir la crítica de Blas en esa categoría de «opinadores» que tiene por costumbre zurrar a GARA haciéndole responsable hasta de lo que no ha escrito pero que han repetido hasta la saciedad otros medios. Ocurre con Kosovo, con Siria, Libia y con muchos otros temas de actualidad.

Lo que me temo es que la falta de argumentos de estos últimos se vea alimentada por críticas como la de Blas que, espero, no estén motivadas por un prurito academicista mal entendido. Porque los que hoy te aplauden igual mañana te ponen a parir.

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