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Amparo LASHERAS | Periodista

Inmovilismo y mucho humo

 

La detención de seis militantes de ETA en el Estado francés era una acción no quiero decir que esperada, porque sería como afirmar que al pueblo vasco nos abruma el desaliento, y no es verdad, pero sí era una reacción muy posible dentro de la estrategia inmovilista que mantiene el Estado español y su acompañante en esa tarea, el Gobierno francés. Ellos no hacen otra cosa que seguir la lógica de ejercer la represión policial, judicial y penitenciaria para debilitar la fuerza de la unilateralidad política por la que camina la izquierda abertzale y azuzar las condiciones de ese desánimo político que suele aparecer en momentos difíciles como una percepción colectiva, peligrosa, que ayuda a destrozar la confianza en los sueños políticos y facilita, en el tiempo del posibilismo institucional, el lento olvido de por qué se ha luchado y se lucha, hasta convertirlos en una frase hecha, en una batallita que contar, nostálgica tal vez, de lo que se defendió y no se ha sido capaz de preservar y de ser. Otros u otras compañeras más rigurosas en su lenguaje revolucionario llamarían a esta inquietante estrategia de inmovilismo que practican los estados proceso de «asimilación al sistema» de aquellos que lo combaten. La posibilidad, aunque sea lejana, de que esto suceda existe, pero creo que también es posible construir caminos que lo impidan, si al pueblo se le ofrecen instrumentos y se ahonda en la ilusión y la conciencia de convertirse en el sujeto de la respuesta activa, desobediente y organizada que se merece un inmovilismo y un populismo tan irracional, tras el cual se esconden dos estados y un sistema viejo que arremeten contra ETA cuando necesitan mucho humo para difuminar sus miserias económicas.

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