El fallecimiento del campeón olímpico británico Andrew Simpson, tripulante del AC72 sueco Artemis, desafiante en la 34ª Copa América, al volcar anteayer la embarcación durante un entrenamiento en la bahía de San Francisco, ha reabierto el debate sobre el alto riesgo que representa la competición llevada a los máximos extremos.

Cuando se produjo el accidente el viento era bastante intenso en la bahía y, al volcar el Artemis, Simpson quedó atrapado debajo del barco. Finalmente fue rescatado y llevado a la costa en un barco más pequeño mientras se la efectuaba la reanimación, que continuó en tierra durante aproximadamente otros 20 minutos, pero todo fue ya inútil. Entre los restantes miembros de la tripulación, solo Craig Monk se cortó en una mano y recibió puntos de sutura en un hospital.

Simpson, de 36 años, ganó una medalla de oro en la clase Star junto a Iain Percy en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y ganó una medalla de plata, también con Percy, el año pasado en Londres.

Se trata del segundo accidente grave que implica a un AC72 en los últimos siete meses. El 16 de octubre del año pasado el AC72 del equipo estadounidense Oracle, vigente campeón de la Copa América, volcó cerca del puente de Golden Gate durante un entrenamiento. No hubo víctimas, pero Max Sirena, director deportivo del Luna Rossa italiano, señaló que «cuando Oracle volcó ya dije que no sería el único y que iba a suceder de nuevo. Son barcos muy peligrosos».