Marcelo Bielsa niega que haya emplazado a Urrutia a pronunciarse y se guarda la última palabra
La pelota sigue botando...
«Cuando el club quiera puede hacerme o no una propuesta de continuidad; si la hace, contestaré».
Joseba VIVANCO
Cualquiera daría un penique por sus pensamientos mientras va y viene, viene y va, sin brújula, sin mapa, a donde le lleven sus deportivas, con pesado caminar, sobre el verde de Lezama, manos entrelazadas a la espalda, ensimismado, rutina solo rota para apremiar a los suyos: «¡Les quiero ver como si fuera el partido!», «¡Todos juntos, muchachos, con todo, con todo!», «¡Todo movimiento tiene que ser enérgico, carajo!». El ejercicio más simple, con él está sometido a su ley marcial. Marcelo Bielsa no quiere relajos sobre el césped ni tampoco que su mensaje se desvirtúe cuando se sienta en sala de prensa. Eso es lo que vino a decir ayer, en otra comparecencia de esas que agranda su figura delante de sus más acérrimos bielsistas, y lleva a morderse la lengua a sus detractores, que los tiene y él tambien lo sabe.
«No tengo problemas si me atacan por lo que creo o pienso o siento, pero sí que me critiquen por cosas que no dije, o que me pusieron creyendo que las dije», se defendió el técnico argentino en alguna ocasión. Ayer, ante los periodistas, y con la mirada en alto y no sobre el tablero o sus notas, quiso aclarar sus palabras tras el partido ante el Mallorca, donde habló de que no solo de él depende su continuidad en el Athletic.
El rosarino se mostró dolido por determinado artículo periodístico -que quizá interprete deja transpirar el sentir que pueda tener la Junta Directiva- en el que por esas palabras «me convirtieron en una persona demagoga a ojos del analista, sofista, que insinúo en lugar de decir, que me victimizo, de falsa modestia». Se le vio molesto. «Toda mi vida traté de evitar ser catalogado como se me cataloga ahora. Hubo cinco cosas en mi vida contra las que luché por no ser y las cinco en las que me vi reflejado en un artículo».
«Me importa mucho mi imagen»
Un retrato de Bielsa que, enfatizó, le ha dolido sobremanera no solo porque «a mí me importa mucho mi imagen pública, lo que la gente piense de mí», sino sobre todo porque «si hay algo que he querido evitar toda mi vida es que se me califique de demagogo, de no decir las cosas como las pienso, de engañar a través del vocabulario».
Y aprovechando que, como dijo una vez, frente a la palabra escrita su arma es la palabra hablada, el argentino no solo quiso puntualizar esa interpretación periodística sobre lo dicho, sino que rechazó de plano que quisiera con ello «lanzar la pelota al tejado de nadie», descalificando tal mensaje. Y se explicó: «Yo no emplacé al club. No tiene importancia si quiero quedarme o irme, porque mi posición solo se activa a partir de que el club tenga interés en que yo continúe. Si me proponen continuar me veré obligado a dar una respuesta. El club es dueño de hacer esa proposición o no», quiso remarcar, dejando claro que el primer movimiento de la partida de ajedrez debe ser de Urrutia; si mueve ficha, él la moverá; si no mueve, se irá. «No tengo una posición tomada», recalcó.
«Cuando el club quiera»
La novedad que puso sobre la mesa el técnico es que ya no va a esperar a que la competición acabe para posicionarse, como un año antes. «Cuando el club quiera, un día antes del 30 de junio, veinte días antes o mañana, puede hacerme una proposición de continuidad o no hacérmela; si la hace estará bien y si no también, pero yo solamente me veré obligado a responder si me la hacen», concretó.
Y por si a alguien no le había quedado clara cuál es la situación actual a ojos del técnico, perseveró: «El club propone y dispone, y si está enfocado en mi continuidad, en ese momento me pondré a pensar. Pero también entiendo que el club no me haga una proposición, y estará bien también».
Bielsa volvió a tirar de modestia -bien o mal entendida, interpretará cada cual- para pontificar que «yo no quiero que se piense que la institución tiene que hacerme una proposición, ella es la que tiene argumentos para hacerla o no, si soy alternativa o no lo soy», porque a su entender -y aseguró sentirse incómodo porque se piense lo contrario-, «el club es mucho más importante que yo como entrenador», y se refirió a las palabras de Josu Urrutia sobre quién perdería más, el Athletic dejando ir a Bielsa o Bielsa dejando el Athletic.
«Yo sé positivamente que cualquiera que se vaya del Athletic pierde, yo incluido», dejó paso a su lado más emotivo. «Yo acá gano cifras obscenas, pero lo que vincula a un profesional con este club no son ni las cifras ni las perspectivas, porque para ganar dinero, aun pareciendo soberbio, yo puedo ganar dinero superior a aquí en otros lugares, y para optar a éxitos deportivos puedo optar a sitios que dan más garantías, pero no son esas las cosas que me vinculan con el fútbol, ni el dinero ni el éxito deportivo. Insisto, el que pierde es el que se va de este club».
Pero Bielsa, que no da puntada sin hilo, se queda con el último as en la manga. Quiso que se entienda que un hipotético emplazamiento del club para que siga no debe llevar aparejado un sí por su parte, ya que toda propuesta requiere de un proyecto deportivo que el técnico valorará. «Por eso nadie puede elaborar una respuesta hipotética, porque toda opción de trabajo requiere un proyecto y un proyecto se intercambia».
No olvidará este año
Dicho todo esto, Bielsa retomó el inicio de su discurso: «Y no quiero volver a ser interpretado como alguien que acorrala o pone al club en cualquier situación, y es demagogo». ¿Se arrepiente de algo en estos dos años en el Athletic?, le preguntaron a renglón seguido. Y a su negativa inicial, le añadió: «Hoy les decía a los jugadores -en la charla que durante casi una hora mantuvo con ellos tras el entrenamiento- que voy a recordar con muchísimo más cariño esta etapa de convivencia con la adversidad que la que nos llevó a las dos finales. Esta sensación en esta estancia tan negativa me hace que vaya a recordar a este equipo con más afecto y reconocimiento que al que llegó a las dos finales». Eso, y «la lista con cincuenta cosas que no hice bien».
¿Ángel o demonio? La cara visible, la faz pública de Bielsa se vio ayer en todo su esplendor. Impecable, inapelable. Cada vez que habla suben sus acciones entre el entorno rojiblanco. Con comparecencias como la de ayer consolida su apuesta para seguir un año más. Eso es lo que parece. Como si Athletic y Bielsa estuvieran hecho el uno para el otro. Pero esta vez no habrá ¡Bielsa quédate!, no habrá veredicto popular. La sartén la sostiene una Directiva que seguro conoce otra cara de Bielsa, la de puertas adentro. «Es el ideal, aunque la verdad es que está un poco loco», dicen que le dijo César Luis Menotti al Atlas mejicano para que le fichara en 1992.
Esas mismas `locuras' que dejan entrever que en Ibaigane no están por la labor de descolgar el teléfono para que siga un año más. O quizá tan solo para marcar territorio y dejar claro quién manda. Es lo que se respira en el ambiente. Del mismo modo que siempre hay que poner entre interrogantes los apoyos públicos que un vestuario muestra hacia su entrenador. Así las cosas, lo único seguro a estas alturas es que la pelota, por mucho que a Bielsa le moleste la metáfora, está en el tejado de Urrutia y es la Junta Directiva a partir de la salvación del equipo, que puede ser mañana mismo, la que demorará o no esa llamada que Bielsa espera... o no. La partida de ajedrez ha comenzado. ¿Los codazos también?
«Tras el Bayern mi experiencia como entrenador en Bilbao fue una de las más especiales. Llegué sin hablar ni una palabra de castellano, pero me recibieron como a un vasco más. En Bilbao me di cuenta de la grandeza del Athletic».
Iraizoz, Ramalho, Gurpegi, San José, Aurtenetxe, Iturraspe, Herrera, De Marcos, Susaeta, Muniain y Aduriz. Ese es el once que saltará al césped de La Romareda, como confirmó el propio Bielsa, que preparó un entrenamiento con una sobredosis de disparos a portería, con exigencia máxima a los zagueros para imponerse por arriba en los balones largos -cosa que no ocurrió y criticó ante el Mallorca- e incluso lanzamientos desde los once metros, con goles incluidos de Aduriz. «Nuestras urgencias, nuestras necesidades nos obligan a hacer lo imposible por ganar», dijo un Marcelo que reconoció que «ante el Mallorca debíamos haber estado más sueltos», lo que justificó por la juventud, la falta de experiencia del equipo. «Esperemos que lo que pasó ante el Mallorca nos haya enseñado para el futuro». J.V.