Mientras Rusia y EEUU ultiman con una inusitada actividad diplomática los flecos para reunir una conferencia internacional sobre Siria sobre la base de la que se celebró sin éxito hace un año en Ginebra, la situación en el frente de guerra sonríe al Ejército sirio y muestra la fragmentación política de los rebeldes armados, eclipsados militarmente por los yihadistas.

La publicación en cascada de vídeos de ejecuciones y profanaciones de cadáveres por parte de grupos armados yihadistas «debilita enormemente el discurso de la oposición, que afirma que lidera una revolución contra una dictadura», señala el investigador sueco Aron Lund.

Esta deriva, unida al creciente protagonismo de organizaciones armadas yihadistas como el Frente al-Nosra (ayer mismo EEUU anunció sanciones contra su líder, Abu Mohamed al Golani) permite a Occidente zanjar el debate en torno al suministro de armas a los rebeldes.

A ello se suma el carácter cada vez más sectario de la guerra, visible en el discurso y en la práctica de esas facciones rebeldes, y del que a su vez organismos opositores acusan asimismo al régimen, imputándole masacres como la de un barrio suní de Banias, en el corazón de la región alauíta de Siria.

Más allá de las recíprocas imputaciones de crueldad en una guerra abierta y total, y del debate en torno a la posición de principio de Occidente respecto a Siria -no pocos sostienen que no le ha interesado intervenir de una forma decisiva en el conflicto sino dejar que se pudriera hasta un punto de no retorno-, todo apunta a que los rebeldes armados no solo están en el punto de mira de un Ejército, el sirio, que mantiene la iniciativa militar en todos los frentes -salvo acaso el del norte, en Alepo, que parece estancado-.

Ziad Majed, profesor de ciencias políticas de la Universidad americana de París, sostiene que la oposición en el exilio «está siendo presionada para que acepte una solución política con ciertas partes del régimen y para que margine completamente a la corriente más islamista».

Salman Shaij, director del Brookings Institute de Qatar, reconoce que el Consejo Nacional Sirio «tiene muchos flecos internos por cerrar en un momento crucial» y le presta su voz mostrando su temor de que sea arrastrado a una conferencia internacionasl «sin verdaderas garantías» de que se cumpla su condición previa: el abandono del poder de al-Assad.

Este último cuenta con el apoyo de Rusia y de su aliado iraní y la participación de Hizbullah en la guerra, oficialmente para proteger a la minoría libanesa chií en la región de Qusseir, ha sido decisiva en el devenir del frente. ¿Estamos ante un giro definitivo en la guerra a favor de Damasco?. El tiempo lo dirá.