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«La guerra en Siria ha agravado la situación de los palestinos»

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Adel Abu Salem
Refugiado palestino en Líbano

La situación de los refugiados palestinos en Líbano siempre ha sido difícil. Hacinamiento y pobreza han marcado su vida cotidiana. Adel Abu Salem destaca que la guerra civil en la vecina Siria, un país que siempre protegió a los palestinos, ha complicado todavía más la situación de los refugiados.

Martxelo DÍAZ | IRUÑEA

La situación de los refugiados palestinos en Líbano siempre ha sido complicada, pero la situación de guerra civil en la vecina Siria la ha hecho todavía más difícil. El Gobierno de Beirut siempre ha visto con desconfianza a sus vecinos llegados del sur y les ha hecho la vida imposible.

Adel Abu Salem es palestino, pero nació fuera de su país, en un campo de refugiados en Líbano en 1970. Tras estudiar en Cuba, actualmente es vicepresidente de la Asociación de Ingenieros Palestinos y director del centro social Nuwat. Reside en el campo de Ein el-Hiweh, situada en las inmediaciones de la ciudad de Sidón.

Abu Salem ha visitado Euskal Herria de la mano de Euskal Herria Palestina Sarea y, dentro de una apretada agenda, compareció el miércoles en la Comisión de Convivencia y Solidaridad Internacional del Parlamento navarro, a instancias de Bildu, Aralar-NaBai e I-E.

Según explicó, en el campo de Ein el-Hiweh viven habitualmente 70.000 refugiados, en apenas dos kilómetros cuadrados, con el Ejército libanés bloqueando los accesos con alambres de espino y muros. El 66% de los refugiados palestinos vive bajo el umbral de la pobreza, debido, entre otras cosas, a que el Gobierno libanés les impide desempeñar 72 profesiones.

Esta prohibición provoca, por ejemplo, que un médico palestino tenga que contar con la «colaboración» de un doctor libanés para dispensar recetas. Esa «colaboración» se suele lograr a cambio de dinero.

La alternativa para los refugiados palestinos es dedicarse a los trabajos que los libaneses no quieren desempeñar, como la construcción. En cualquier caso, el nivel de ingresos es mínimo.

Los refugiados palestinos, además, no pueden comprar una vivienda en Líbano. Si alguien tiene los fondos suficientes, necesita, al igual que el médico, un testaferro libanés, que será quien aparezca en los papeles oficiales. La inseguridad jurídica y el riesgo de picaresca son enormes.

La situación, ya de por sí complicada, se ha agravado desde hace dos años con la guerra civil en Siria, donde vivían 700.000 refugiados palestinos. Muchos de ellos se han visto obligados a volver a huir. Se calcula que unos 60.000 se han desplazado al vecino Líbano, en busca del apoyo de familiares o allegados.

15.000 de ellos han sido acogidos en el campo de Ein el-Hiweh, con lo que el problema del hacinamiento se ha agravado notablemente. Abu Salem relató en el Parlamento navarro que actualmente una habitación de tres por tres metros puede albergar hasta 25 personas. Una encima de otra, un mar de cabezas y cuerpos.

También relató cómo una familia de quince desplazados se ha visto forzada a vivir en un establo del campo de refugiados de Chatila, situado en el extrarradio de Beirut y escenario de la masacre cometida en 1982 por las Falanges Libanesas con el visto bueno de los ocupantes israelíes. Es el único lugar que han podido conseguir y en él se amontonan desde niños pequeños hasta los abuelos, además de una mujer embarazada.

«Son personas que no tienen nada. Lo han perdido todo», subraya Abu Salem, que recuerda que en Siria los refugiados palestinos tenían garantizada la asistencia sanitaria gratuita. Tras huir a Líbano, este derecho ha desaparecido.

El Gobierno libanés no quiere saber nada. Los refugiados palestinos eran vistos como un problema. Los llegados desde Siria también. Beirut quiere que la agencia de la ONU encargada de los refugiados palestinos, la Unrwa, se ocupe también de los recién llegados. Abu Salem denuncia que la gestión de la Unrwa con los desplazados de Siria se ha limitado a darles 80 dólares en metálico y otros 80 en comida. «En dos años es todo lo que han hecho. No es nada».

Abu Salem también se muestra crítico con la OLP, a la que acusa de haberse olvidado de los refugiados palestinos de la diáspora y de centrarse únicamente a quienes viven en Cisjordania, dejando al margen también a los habitantes de la Franja de Gaza.

Los refugiados palestinos ven con preocupación lo que sucede en Siria. Abu Salem reconoce que inicialmente vieron con simpatía las demandas que los manifestantes sirios realizaban al comienzo de las protestas. «Nos parecía bien que hubiera más libertad de expresión o para organizar partidos políticos», explica a GARA.

Junto a ello, recuerda que Siria ha sido el único país árabe que ha mostrado siempre su apoyo a la resistencia palestina y de otros países. Respalda al Hizbullah libanés e históricamente ha acogido a Hamas y a otros grupos.

Abu Salem muestra su preocupación por una caída del actual Gobierno sirio por las consecuencias que puede suponer para el pueblo palestino. Especialmente, teniendo en cuenta que entre las filas de la oposición siria se integran miles de salafistas. «Solo de Túnez, que es un país pequeño, hay 3.000 salafistas. Y también los hay de Libia, Yemen, Arabia Saudí y de otros países», destaca.

Denuncia que en Siria actúan potencias extranjeras, como EEUU, Israel, Turquía o Qatar, «que se permite dar lecciones sobre cómo debe ser la democracia siria cuando nunca ha organizado elecciones y ni siquiera tiene un Parlamento. Mandan el rey y el dinero».

Tiene claro que en Siria no se puede volver a la situación de hace dos años y que el Gobierno de Bashar al-Assad tendrá que negociar con la oposición cómo será el nuevo sistema. «El Gobierno sirio ha dado muestras de que quiere negociar, pero la oposición está dividida. Unos están en Estambul, otros en Qatar, otros en Francia. Lo que no se puede es negociar con los salafistas, ya que tienen una visión extremadamente estricta y no aceptan más que su punto de vista», señala, al tiempo que destaca que las tropas gubernamentales han tomado últimamente posiciones estratégicas en las fronteras con Siria y Jordania, lo que refuerza notablemente su posición.

 

desplazados

«Unos 60.000 refugiados palestinos han tenido que desplazarse a Líbano en busca de apoyo. Al campo de Ein el-Hiweh han llegado 15.000, por lo que el hacinamiento ha aumentado»

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