Mikel INSAUSTI

Aunque la cocina inglesa ha dejado atrás el austero fish and chips, para situarse en el panorama internacional de la modernidad, los ingleses siguen siendo más bebedores que comedores. Steve Coogan y Rob Brydon responden al prototipo tradicional, y ninguno de los dos puede pasar por un gourmet, un sibarita, o nada que se le parezca. Pero como se ha puesto de moda que los famosos, y ahí entran los actores y las actrices también, hagan crónicas gastronómicas, a la pareja de cómicos les toca compartir una gira por los restaurantes del norte del país encargada por el dominical «The Observer».

A lo largo de su ruta gastronómica queda en evidencia que los conocimientos y comentarios de la pareja no van más allá de los de cualquier persona que concibe la comida como un medio para subsistir, y no como un fin epicúreo para el deleite de los sentidos. Dado que no tienen gran cosa que comentar sobre los platos que les dan a probar, aparte de si son de su agrado o no, se dedican a pasar el tiempo en la mesa charlando, con conversaciones que giran mayormente alrededor de la profesión que comparten.

Sus irrefrenables discusiones van revelando la rivalidad existentente entre ambos, si bien no conviene olvidar que improvisan sus textos a patir de las pautas que les marca el guión, nacido de la serie previa de la BBC. No dudan en autoparodiarse, ironizando en todo momento sobre las jerarquias que se dan en la interpretación, con primeros y segundos actores. Desde el principio Steve Coogan deja sentado que es el más famoso y cotizado de los dos, por lo que le ofrece a su colega un cuarenta por ciento de lo que paga el periódico, mientras que él se queda con el sesenta. Le reprocha a Rob Brydon que no pasa de ser un imitador radiofónico, a lo que este, sintiéndose menospreciado, intenta responder demostrándole que la imitación es todo un arte de muy compleja técnica. El duelo que se establece entre ambos es divertidísimo y solo puede ser apreciado en la versión original. Recrean conocidos diálogos del cine inglés, con especial detenimiento en Michael Caine, diferenciando entre su voz juvenil y la actual.