Sin un patrón de juego en muchos meses, sin rastro de aquello conocido como el carácter Baskonia y después de haber confiado la temporada a la caprichosa calidad de sus jugadores, toda la temporada del Baskonia ha sido un inútil ejercicio de funambulismo y a la primera ocasión que el equipo afrontó un reto sin red, todo culminó en uno de los mayores fiascos de los que se recuerdan. Se mire como se mire, la temporada azulgrana, desde el último jugador al primer directivo, no puede ser calificada de otra forma que de fracaso y el verano se antoja muy largo y doloroso en una entidad poco acostumbrada a verse incapaz de competir como lo ha sido ante un Canarias mucho más sólido y trabajado.

Lejos de afrontar su cometido de ayer con intensidad y determinación, el Baskonia se acercó a la cuerda floja dando pasitos cortos, como si le diera vértigo mirar al abismo que se abría bajo sus pies. Sin fluidez e incapaces de generar nada en estático, una canasta de Cook en su quinta posesión y un tiro libre de Milko Bjelica fue todo su pobre bagaje en los cinco primeros minutos. Menos mal que Canarias tampoco estuvo especialmente acertado. Tabak intentó cambiar de velocidad con la entrada de Heurtel y Nocioni, pero el único que tuvo algo de acierto fue Nemanja Bjelica, eso sí, tras cometer un sonrojante error bajo el aro, imperdonable en un partido de tal envergadura.

El empate a trece, con un 3/10 en tiros de dos y un 2/5 en triples por parte local, fue el mejor indicador de un pobrísimo primer parcial en el que los errores para nada fueron achacables a la intensidad, no desde luego por parte baskonista, que pareció atenazado desde el inicio.

En el segundo cuarto, Canarias siguió llevando el partido a ese ritmo lento y cansino que le beneficiaba, confiando la labor de desatascador a un Toolson inspirado, bien secundado por Nelson y Beirán en tareas anotadoras. Sin rastro de fluidez en el ataque, ni un referente como lo pudiera ser el sobrino del mítico Danny Ainge, los locales intentaron responder a base de jugadas individuales, donde Fernando San Emeterio ejerció de capitán. La única canasta de Lampe en el cuarto puso a los vascos dos por delante (33-31), pero al descanso llegaron por delante los canarios, en el marcador (33-35), y sobre todo en sensaciones de juego.

Poco cambió la tendencia en la reanudación, con los canarios llevando el ritmo y los baskonistas, a base de acciones individuales, tratando de seguir su estela. Lampe y Heurtel tomaron esa responsabilidad en la primera mitad del parcial, con todo el riesgo que ello conlleva, pero no fue hasta la aparición de la intimidación de Pleiss bajo el aro cuando los baskonistas se pusieron otra vez por delante, con un mate de Nocioni (48-47), a falta de poco más de dos minutos para el final del tercer cuarto. No obstante, otro preocupante parón en ataque los obligó a entrar un punto por debajo al cuarto definitivo (50-51).

Esperando al milagro

Y no habiendo sido capaces de haber controlado la serie en ninguno de los tres partidos, esperar a hacerlo en el cuarto más determinante resulta similar a ir con una docena de huevos al convento de las Clarisas en busca de una jornada de buen tiempo en este eterno invierno. Todo el baskonismo esperó a que a alguien le apareciera la inspiración, pero esta no estaba por la labor. Por contra, el equipo de Pedro Martínez siguió a lo suyo, defendiendo en bloque, jugando su partido y esperando a que su ejecutor hiciera eso que había venido haciendo durante toda la temporada.

Ryan Toolson aglutinó los ataques de los de Pedro Martínez con gran acierto, sumando en cada acción, mientras que no hubo en el Baskonia nadie capaz de responderle, con lo que el Caja Laboral cerró una de sus temporadas más decepcionantes, mientras que Canarias consigue mantener vivo su sueño.