Cuando los líderes africanos se reunieron en Etiopía con motivo del 50 aniversario de la Unión Africana, los líderes occidentales brillaban por su ausencia. No así la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quien (...) utilizó la cumbre para anunciar que Brasil condonaba 700 millones de euros de deuda al continente.

El gesto de Brasil, más estratégico que generoso, forma parte de la rápida expansión de las relaciones económicas de América Latina con África conocida como la cooperación Sur-Sur, que ha visto como en una década Brasil ha abierto 19 nuevas embajadas allí y ha multiplicado su comercio por cinco en ese mismo período. Esta es una buena noticia para todos. (...)

Al mismo tiempo, no debemos sentirnos totalmente relajados sobre la forma en que Brasil, por no hablar de China, y otros, está agarrando las oportunidades en África que Occidente está descuidando. Esto ocurre en parte porque muchos líderes occidentales todavía atesoran una imagen fija de África como un grupo de naciones suplicantes al que debe repartirse cierta cantidad de caridad en forma de ayuda.

Obsesionados con los conflictos étnicos y el estéril debate ayuda versus comercio, seguimos siendo en gran medida ajenos al hecho de que la mitad de las economías de más rápido crecimiento en el mundo están en África y que el crecimiento de su PIB en más de un 5% en los últimos años la ha colocado detrás de Asia en términos de crecimiento.

La corrupción, las infraestructuras deficientes y un crecimiento descontrolado de la población aún pueden tumbar el renacimiento africano tantas veces pronosticado, pero al igual que los brasileños se han dado cuenta, es el momento de tomar en serio el potencial de África. (...)