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Windows 8.1 intenta corregir los puntos más comprometidos de la cuestionada versión inicial

Microsoft se empeña en vender la idea de que Windows 8 es un sistema de éxito; sin embargo, desde usuarios a grandes empresas dedicadas a la fabricación de ordenadores, hablan de expectativas fallidas.

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Pablo CABEZA | BILBO

Antoine Leblond. Vicepresidente Corporativo de Microsoft, confirmó desde el blog de Windows la serie de cambios que afrontará Windows 8.1 (conocido en fase beta como Windows blue). En su primer párrafo, Leblond teoriza sobre el porqué de Windows 8 como tal «Antes de que lanzáramos Windows 7, visualizamos lo que la siguiente versión de Windows debería entregar. Apostamos a que la industria y el panorama de las PC experimentarían una significante transformación impulsada por un aumento en la movilidad. Esa apuesta se muestra en los cambios que hicimos con Windows 8 en un salto generacional hacia adelante. Construimos Windows 8 para un mundo donde el tacto es un modelo de interacción de primera clase, lo mismo que el mouse y el teclado; y donde existe una proliferación de diversos e innovadores dispositivos que son móviles en un alto rango, siempre en movimiento y siempre conectados. Windows 8 fue construido bajo la premisa que las líneas entre nuestro trabajo y nuestra vida personal se han difuminado».

La tesis de Antonine Leblond no parece mala, de hecho se ajusta a las tendencias del mercado; no obstante, lo que Microsoft ignoró es que quien se sienta sobre un ordenador de sobremesa o incluso ante un clásico portátil, no lo hace con la misma intencionalidad que mira un smartphone o una tableta. El hardware es diferente y las tareas también, por lo que el sistema operativo no tiene porqué ser idéntico en diferentes soportes. Y ahí ha estado la clave para que Windows 8, a pesar de lanzarse a un precio muy competitivo, no haya conseguido desbancar a Windows 7 ni seducir al reducto de usuarios que aún siguen con XP.

Windows 8 apostó, entre otras opciones novedosas, por lo táctil, como será el futuro, pero ni portátiles ni pecés de mesa están preparados aún para el tacto. Cambió su apariencia radicalmente y desconcertó a la mayoría de usuarios, quienes no sabían ni por donde iniciar sus tareas, seguir la rutina aprendida con XP, Vista y 7.

Se quejaron las multinacionales del sector, llegando a argumentar que el descenso de ventas de pecés se debía a que la gente no quería encontrarse con la preinstalación de 8.

Ahora, 8.1 (que saldrá este verano) anuncia un botón de inicio clásico, si se quiere, facilidad para encontrar el panel de control y otras rutinas propias de 7 devueltas a su sitio. Además de novedades como poder partir la pantalla en dos espacios independientes o convertir la tableta en un marco fotográfico. Tareas que ya realizan programas de terceros.

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